domingo, 29 de junio de 2008

Tipos de mordedura ColúbridosAtractaspididae (víboras topo, serpiente negra de Natal)

Los efectos locales incluyen dolor, inflamación, equimosis, necrosis y dilatación dolorosa de los ganglios linfáticos locales. En pacientes envenenados por A. engaddensis. se han descrito síntomas intestinales violentos (náuseas, vómitos y diarrea), anafilaxis (disnea, insuficiencia respiratoria, shock) y cambios ECG (bloque a-v, ST, onda T).

sábado, 28 de junio de 2008

Tratamiento para Edema pulmonar de las grandes alturas

Es una complicación potencialmente grave del mal de montaña agudo y requiere atención inmediata. Una vez más, el mejor tratamiento es el descenso. Mientras se espera la evacuación, o si ésta no es posible, debe administrarse oxígeno in situ en una cámara de alta presión. También debe administrarse nifedipino (un bloqueante de los canales del calcio) en dosis de 10 mg por vía sublingual, seguidos de 20 mg en un preparado de liberación lenta. Este agente reduce la presión arterial pulmonar y suele ser muy eficaz. No obstante, el paciente debe ser transportado lo antes posible a una altitud más baja.

viernes, 27 de junio de 2008

Presentación clínica de los trastornos por descompresión: Manifestaciones clínicas

Una de las manifestaciones comunes de la enfermedad por descompresión es un cuadro similar a la influenza. Otros son los trastornos sensoriales, el dolor local, especialmente en las extre- midades, además de otros síntomas neurológicos relacionados con las funciones superiores, los sentidos y el desgaste motor (es más raro que se vean afectados la piel y el sistema linfático). En algunos grupos de trabajadores hiperbáricos, la manifestación más común de la enfermedad por descompresión es el dolor. Puede tratarse de un dolor discreto en una o varias articulaciones, dolor de espalda o dolor referido (cuando el dolor se loca- liza en la misma extremidad que el déficit neurológico) o bien, menos frecuentemente, cuando la enfermedad por descompresión es aguda, de una sensación de dolor migratorio indefinido. Puede considerarse que las manifestaciones de la enfermedad por descompresión son proteicas. Cualquier enfermedad que se manifieste en un trabajador hiperbárico entre las 24 y las 48 horas siguientes a la descompresión debe considerarse relacio- nada con ella mientras no se demuestre lo contrario.

jueves, 26 de junio de 2008

Presentación clínica de los trastornos por descompresión: Tiempo de aparición

La enfermedad por descompresión se manifiesta a veces durante la descompresión. Suele suceder con el barotrauma del ascenso, en el que intervienen especialmente los pulmones. Con todo, la aparición de la mayoría de los trastornos por descompresión ocurre después de la descompresión. Los trastornos debidos a la formación de burbujas en los tejidos y en los vasos sanguíneos suele manifestarse en los minutos u horas siguientes a la descompresión. En el historial natural de gran parte de estas enfermedades por descompresión se observa una resolución espontánea de los síntomas. Sin embargo, algunos se resuelven espontánea- mente sólo de forma parcial y es necesario aplicar un trata- miento. Se ha demostrado que cuanto antes se aplique el tratamiento mejor será el resultado. El historial de los trastornos por descompresión tratados es variable. En algunos casos, los problemas residuales se han resuelto en los 6 a 12 meses siguientes, mientras que en otros casos, no se han llegado a resolver los síntomas.

jueves, 19 de junio de 2008

FUENTES DE PELIGRO DE INCENDIO (II)

La combustión en la capa inferior a la superficie de los materiales sólidos combustibles se denomina combustión sin llama y la reacción de combustión que tiene lugar en la interfaz entre el material sólido y el gas, calentamiento al rojo. La combustión con llama es el proceso en cuyo curso la reacción exotérmica de combustión entra en la fase gaseosa. Es típica de la combustión tanto de materiales líquidos como sólidos.
Los gases combustibles arden de forma natural en la fase gaseosa. Un principio empírico importante es que las mezclas de gas y aire sólo pueden entrar en ignición dentro de un determinado rango de concentración, lo que también es válido para los vapores de líquidos. Los límites inferior y superior de inflamabilidad de gases y vapores dependen de la temperatura y la presión de la mezcla, la fuente de ignición y la concentración de los gases inertes de la mezcla.

martes, 17 de junio de 2008

Principios de la prevención de electricidad estática

Todos los problemas relativos a electricidad estática se derivan de:

• la generación de cargas eléctricas;
• la acumulación de estas cargas en aislantes o conductores aislados,
• el campo eléctrico producidos por estas cargas, que a su vez dan lugar a una fuerza o a una descarga disruptiva.



Las medidas preventivas tratan de evitar la acumulación de cargas electrostáticas, y la estrategia más recomendable es impedir que se generen las cargas eléctricas. Si esto no fuera posible, hay que aplicar medidas dirigidas a conectar las cargas a tierra. Por último, si la formación de descargas es inevitable, los objetos sensibles deberán protegerse contra los efectos de las descargas.

domingo, 15 de junio de 2008

Mantenimiento y supervisión: Recuperación posterior

Consiste en la recuperación del estado anterior a la catástrofe en el área afectada. La planificación previa debe contemplar la posterior atención social, económica y psicológica, así como la rehabilitación del medio ambiente. En el caso de accidentes químicos, este último punto comprende asimismo evaluaciones ambientales de contaminantes del agua y las cosechas y, en su caso, las medidas correctivas, como la descontaminación de suelos y edificios y la restauración del suministro de agua potable.

viernes, 13 de junio de 2008

Tipos de mordedura Colúbridos (serpientes con colmillos posteriores, como las del tipo Dispholidus y las especies de Thelotornis, Rhabdophis y Philodr

Colúbridos (serpientes con colmillos posteriores, como las del tipo Dispholidus y las especies de Thelotornis, Rhabdophis y Philodryas)

Se produce inflamación local, hemorragia en las marcas de los colmillos y, en ocasiones (Rhabophis tigrinus), desvanecimiento. Posteriormente pueden aparecer vómitos, dolor abdominal de tipo cólico y cefalea, así como hemorragia sistémica generalizada con hinchazón extensa (cardenales), coagulopatía, hemolisis intra- vascular e insuficiencia hepática. El envenenamiento puede desa- rrollarse lentamente durante varios días.

miércoles, 11 de junio de 2008

Tratamiento para Mal de montaña agudo

Suele tratarse de un trastorno autolimitante y el paciente se siente mucho mejor al cabo de uno o dos días. Su incidencia puede reducirse mediante acetazolamida (Diamox), uno o dos compri- midos de 250 mg al día. Su administración puede iniciarse antes de comenzar el ascenso o cuando aparecen los síntomas. Incluso para las personas con síntomas leves, medio comprimido, tomado por las noches, mejora la calidad del sueño. Para la cefalea son útiles la aspirina o el paracetamol. Si el mal de montaña agudo es grave puede tratarse con dexametasona, con una dosis inicial de
8 mg seguidos de 4 mg cada seis horas. Sin embargo, el descenso es, con mucho, el mejor tratamiento de los trastornos graves.

lunes, 9 de junio de 2008

Patogenia de los trastornos por descompresión: Burbujas intravasculares

Las burbujas venosas pueden formarse de novo, a medida que la solubilidad del gas disminuye, o pueden liberarse de los tejidos. Estas burbujas venosas viajan en la circulación sanguínea hasta los pulmones y quedan atrapadas en la vasculatura pulmonar. La circulación pulmonar es un filtro de burbujas sumamente eficaz debido a la presión arterial relativamente baja. En cambio, en la circulación sistémica, muy pocas burbujas quedan atrapadas por períodos prolongados debido a la presión arterial sistémica signi- ficativamente mayor. El gas de las burbujas atrapadas en los pulmones se difunde hacia los espacios aéreos pulmonares y se exhala. Sin embargo, mientras las burbujas están atrapadas pueden producir efectos adversos por un desequilibrio en la perfusión y ventilación pulmonares o por un aumento en la presión arterial pulmonar y, en consecuencia, de la presión venosa cardíaca derecha y central. El aumento en la presión cardíaca derecha puede originar el paso de sangre de “derecha a izquierda” a través de pasos pulmonares o de “defectos anatómicos” intracardíacos, de forma que las burbujas se convierten en émbolos arteriales de gas en lugar de llegar al “filtro” pulmonar. El aumento en la presión venosa deteriora el retorno venoso desde los tejidos y, por tanto, el aclaramiento del gas inerte de la médula espinal, lo que puede dar lugar a un infarto hemorrágico venoso. Las burbujas venosas también reaccionan con los vasos y los componentes sanguíneos. El efecto que causan en los vasos sanguíneos es el desprendimiento de la capa surfactante de las células endoteliales, con lo que se eleva la permeabilidad vascular, que también puede verse comprometida por el desplazamiento físico de las células endoteliales. Sin embargo, aunque no se produzca tal lesión, la concentración de receptores glicoproteicos para los leucocitos polimorfonucleares aumenta en la superficie de las células endoteliales. Lo cual, junto con la estimulación directa de los leucocitos por las burbujas, produce la unión de los leucocitos a las células endoteliales (con la consiguiente reducción del flujo) y la infiltración posterior a los vasos sanguíneos y a través de ellos (diapédesis). La infiltración de leucocitos polimor fonucleares puede producir otros daños tisulares debido a la liberación de citocinas, radicales libres de oxígeno y fosfolipasas. En la sangre, las burbujas no sólo producen la activación y la acumu- lación de los leucocitos polimorfonucleares, sino también la acti- vación de las plaquetas, la coagulación y el complemento y la formación de émbolos de grasa. En la circulación venosa, que puede dilatarse fácilmente, estos efectos no tienen gran importancia pero cuando ocurren en las arterias, es posible que reduzcan el flujo sanguíneo a niveles isquémicos.
Las burbujas arteriales (émbolos de gas) pueden producirse por:

• barotrauma pulmonar, que causa la liberación de burbujas a las venas pulmonares;
• el paso “forzado” de las burbujas a través de las arteriolas pulmonares (la toxicidad por oxígeno y el uso de broncodilata- dores con efecto vasodilatador, como la aminofilina, favorecen este proceso),
• el paso directo de las burbujas de un canal vascular derecho a uno izquierdo sin pasar por el filtro pulmonar (por ejemplo, a través del foramen oval).



Una vez en las venas pulmonares, las burbujas vuelven a la aurícula izquierda, después al ventrículo izquierdo y finalmente son bombeadas a la aorta. En la circulación arterial, las burbujas se distribuyen de acuerdo con su flotabilidad y el flujo sanguíneo en los vasos grandes; en el resto, dependiendo únicamente del flujo sanguíneo. Esto explica la prevalencia de las embolias cerebrales, especialmente en la arteria cerebral media. La mayoría de las burbujas que entran en la circulación arterial pasan por los capilares sistémicos a la circulación venosa, vuelven al lado derecho del corazón y, habitualmente, terminan atrapadas por los pulmones. En su recorrido, las burbujas pueden interrumpir temporal mente alguna función. Si las burbujas quedan atra- padas en la circulación sistémica o no se redistribuyen antes de cinco a diez minutos, esta pérdida de función puede hacerse persistente. Si la embolia ocurre en circulación del tallo cerebral, puede resultar letal. Afortunadamente, la mayoría de las burbujas se redistribuyen a los pocos minutos de haber llegado al cerebro por vez primera y generalmente la función se recupera. Sin embargo, durante el trayecto, las burbujas causan las mismas reacciones vasculares (en los vasos sanguíneos y en la sangre) descritas anteriormente para las venas y la sangre venosa. Como consecuencia, disminuye significativa y progresivamente el flujo sanguíneo cerebral, que puede llegar a un nivel incompatible con la función normal. En este momento el trabajador hiperbárico puede sufrir una recaída o un deterioro de la función. En general, unas dos terceras partes de los trabajadores hiperbáricos que sufren una embolia cerebral por gas arterial se recuperan espontáneamente, y aproximadamente un tercio recae.

sábado, 7 de junio de 2008

FUENTES DE PELIGRO DE INCENDIO (I)


Hay varias definiciones para los términos incendio y combustión. Las definiciones del fenómeno de la combustión más interesantes
a los fines del presente documento son las siguientes:

• La combustión es un proceso automantenido de reacciones en las que se producen transformaciones físicas y químicas.
• Los materiales que intervienen en la combustión reaccionan con un agente oxidante próximo, que, en la mayoría de los casos, es el oxígeno del aire.
Para una ignición se requieren unas condiciones favorables de partida, que, por lo general, suelen ser un calentamiento sufi- ciente del sistema para cubrir la demanda inicial de energía de la reacción en cadena.
• Las reacciones suelen ser exotérmicas, es decir, durante la combustión se libera calor, fenómeno que a menudo va acom- pañado de una llama visible.



La ignición puede considerarse el primer paso del proceso automantenido de combustión, debiendo distinguir entre igni- ción dirigida (o forzada), si el fenómeno está causado por una fuente de ignición externa, o autoignición, si el fenómeno es resultado de reacciones que se producen en el propio material combustible con liberación de calor.
La facilidad de ignición viene definida por un parámetro empírico, la temperatura de ignición (es decir, la temperatura mínima, determinable mediante ensayo, a la que debe calen- tarse un material para que se inicie su ignición). Dependiendo de que la determinación de este parámetro (con métodos de ensayo especiales) se realice con o sin fuente de ignición, se distingue entre temperatura de ignición dirigida y temperatura de autoignición .
En el caso de la ignición dirigida, la energía necesaria para activar los materiales que intervienen en la reacción de combustión es suministrada por una fuente de ignición. Ahora bien, no existe una relación directa entre la cantidad de energía necesaria para la ignición y la temperatura de ignición; en efecto, si bien la composición química de los elementos del sistema de combustión es un factor fundamental de la temperatura de ignición, en ella influyen también en gran medida el tamaño y la forma de los materiales, la presión ambiental, las condiciones del flujo de aire, los parámetros de la fuente de ignición, las características geométricas del equipo de ensayo, etc. Por esta razón, los valores de la temperatura de autoignición y de ignición dirigida publicados en la bibliografía pueden diferir considerablemente.
Para analizar el mecanismo de ignición de los materiales, hay que diferenciar entre materiales sólidos, líquidos y gaseosos.
La mayor parte de los sólidos toman la energía de una fuente de ignición externa por conducción, convección o radiación (en la mayoría de los casos por una combinación de todas ellas), o se calientan como resultado de procesos internos que inician la descomposición en sus superficies.
Para que se produzca la ignición en un líquido, es necesario que se forme un espacio de vapor capaz de arder sobre su superficie. Los vapores liberados y los productos gaseosos de descomposición se mezclan con el aire que se encuentra sobre la superficie del material líquido o sólido.
Las turbulencias que se producen en la mezcla y/o en la difusión ayudan al oxígeno a alcanzar las moléculas, átomos y radicales libres dispuestos a reaccionar que se encuentran en y por encima de la superficie. Las partículas inducidas interaccionan y liberan calor. El proceso se va acelerando progresivamente y, cuando se inicia la reacción en cadena, el material entra en ignición y arde.

martes, 3 de junio de 2008

Cargas electrostáticas: Ejemplos de la industria

Muchos procesos utilizados a diario para manipular y transportar sustancias químicas generan cargas electrostáticas. Entre ellas se cuentan:


• el vertido de polvos desde sacos;
• el cernido;
• el transporte por tuberías;
• la agitación de líquidos, sobre todo en presencia de varias fases, sólidos suspendidos o gotitas de líquidos no miscibles;
• el rociado o niebla de líquidos.




Las consecuencias de la generación de cargas electrostáticas comprenden problemas mecánicos, peligro de descarga electrostática en los operadores y, si se utilizan productos que contengan disolventes o vapores inflamables, incluso explosión (véase la Tabla 40.5).
Los hidrocarburos líquidos, como el petróleo, el queroseno y muchos disolventes corrientes, tienen dos características que les confieren una sensibilidad especial a los problemas de electricidad estática:



• resistividad alta, que les permite acumular elevados niveles de cargas,
• vapores inflamables, que aumentan el riesgo de descargas de baja energía que disparan incendios y explosiones.



Pueden generarse cargas durante el transporte (p. ej., en la circulación por tuberías, bombas o válvulas). El paso por filtros finos, como los utilizados durante el llenado de los depósitos de aviones, genera densidades de carga de varios centenares de microculombios por metro cúbico. La sedimentación de partículas y la generación de nieblas o espumas cargadas durante el llenado de depósitos también origina cargas.
Entre 1953 y 1971 la electricidad estática fue la responsable de 35 incendios y explosiones durante el llenado o a continuación del llenado de depósitos de queroseno, y durante el llenado de depósitos de camiones se produjeron aún más accidentes. La presencia de filtros o salpicaduras durante el llenado (que pueden generar espumas o nieblas) son los factores de riesgo que más veces fueron identificados. También hubo accidentes a bordo de barcos petroleros, sobre todo durante la limpieza de tanques.

domingo, 1 de junio de 2008

Mantenimiento y supervisión: Formación

Dado que las personas pueden influir tanto negativa como positivamente en la seguridad de una fábrica, es importante reducir las influencias negativas y fomentar las positivas. Ambos objetivos pueden conseguirse mediante una adecuada selección, formación y evaluación/valoración periódica del personal.