sábado, 31 de enero de 2009

Formación sobre seguridad contra incendios

Para que un programa de seguridad contra incendios sea efectivo, debe existir un compromiso de política social en cuanto a la seguridad y poner en marcha un plan efectivo con las fases siguientes: a) planificación (establecimiento de metas y objetivos), b) diseño y aplicación y c) evaluación del programa (para supervisar su efectividad).

viernes, 30 de enero de 2009

La norma europea (1994a): Procedimientos operativos estándar

Actividades operativas : Las actividades operativas están ideadas para cambiar el estado eléctrico de una instalación eléctrica. Hay dos tipos:

• operaciones encaminadas a modificar el estado eléctrico de una instalación eléctrica, p. ej., con objeto de utilizar equipo, conectar, desconectar, poner en marcha o parar una instalación o sección de una instalación para llevar a cabo un trabajo. Son actividades que pueden realizarse localmente o por control remoto,
• desconexión antes o reconexión después de un trabajo sin tensión, que será ejecutada por trabajadores cualificados o formados.


Pruebas funcionales: Incluyen los procedimientos de medición, prueba e inspección.
Se define por medición todo el conjunto de actividades utilizadas para recoger datos físicos en instalaciones eléctricas. La medición deberá ser ejecutada por profesionales cualificados.
La prueba comprende todas las actividades ideadas para verificar el funcionamiento o la condición eléctrica, mecánica o térmica de una instalación eléctrica. La prueba deberá ser ejecutada por trabajadores cualificados.
La inspección consiste en verificar que una instalación eléctrica cumple las especificaciones técnicas y los reglamentos de seguridad aplicables.

jueves, 29 de enero de 2009

La norma europea (1994a): Principios básicos

Operación segura: El principio básico de trabajo seguro en, con o cerca de una instalación eléctrica es la necesidad de evaluar el riesgo eléctrico antes de comenzar el trabajo.
Personal: Las mejores reglas y procedimientos de trabajo en, con o cerca de una instalación eléctrica carecen de valor si los trabajadores no están totalmente familiarizados con ellas y no las cumplen a rajatabla. Todo el personal que interviene en el trabajo en, con o cerca de una instalación eléctrica, deberá ser instruido en los requisitos de seguridad, las reglas de seguridad y las normas empresariales aplicables a su trabajo. Cuando el trabajo es largo o complejo, esta instrucción deberá repetirse. Se exigirá a los trabajadores que observen estos requisitos, reglas e instrucciones.
Organización: Cada instalación eléctrica se colocará bajo la responsabilidad de la persona nombrada para controlar la instalación eléctrica. En casos de empresas que comprendan más de una instalación, es esencial que las personas nombradas para controlar cada instalación cooperen entre sí.
Cada actividad de trabajo será responsabilidad de la persona nombrada para controlar el trabajo. Cuando el trabajo comprenda otras tareas, se nombrarán personas responsables de la seguridad de cada una de ellas, quienes informarán al coordi- nador. Puede nombrase a una misma persona para controlar el trabajo y para controlar la instalación eléctrica.
Comunicación: Aquí se incluyen todos los medios de transmisión de información entre personas, es decir, palabra hablada (incluidos teléfono, radio y conversación), escrita (incluido el fax)
y los medios visuales (incluidos los paneles de instrumentos, vídeo, señales y luces).
Deberá hacerse una notificación formal de toda la informa- ción necesaria para la operación segura de la instalación eléctrica, p. ej., disposición de las redes, estado de las de conmutaciones y posición de los dispositivos de seguridad.
Lugar de trabajo: Deberá proporcionarse espacio de trabajo, acceso e iluminación adecuados en las instalaciones eléctricas en las cuales, con las cuales o cerca de las cuales se haya de realizar cualquier trabajo.
Herramientas, equipo y procedimientos: Las herramientas, equipo y procedimientos cumplirán los requisitos de las normas europeas, nacionales e internacionales aplicables, cuando éstas existan. Dibujos e informes: Los dibujos e informes de la instalación estarán actualizados y disponibles.
Señalización: Se dispondrán las señales adecuadas que llamen la atención sobre peligros específicos en los lugares necesarios cuando la instalación esté funcionando y durante cualquier trabajo.

miércoles, 28 de enero de 2009

La norma europea (1994a): Definiciones

La norma sólo da definiciones de los términos más corrientes; en la Comisión Electrotécnica Internacional (1979) se dispone de más información. Para los fines de esta norma, la instalación eléctrica se refiere a todo el equipo empleado en la generación, trans- porte, conversión, distribución y utilización de energía eléctrica. Se incluyen todas las fuentes de energía, incluso baterías y condensadores (ENEL 1994; EDF-GDF 1991).

martes, 27 de enero de 2009

Rayos e incendios forestales: Definiciones, fuentes y episodios

Cuando un cúmulonimbo se convierte en una tormenta, varias secciones de la nube acumulan cargas eléctricas positivas y negativas. Una vez creadas dichas cargas, las negativas fluyen hacia las positivas en un rayo que se desplaza por el interior de la nube o de la nube al suelo. La mayor parte de los rayos se dirigen de una nube a otra, pero el 20 % lo hacen de la nube al suelo. Un rayo entre una nube y el suelo puede ser positivo o negativo. Un rayo positivo es más potente y tiene más probabilidades de desencadenar un incendio forestal. El hecho de que caiga un rayo no provocará un incendio a menos que encuentre un material fácilmente inflamable, como agujas de pino, hierba o resina. Si el fuego se propaga a madera en descomposición, puede arder sin ser percibido durante un largo período de tiempo. Los rayos generan incendios con más frecuencia cuando la lluvia contenida en la nube de tormenta se evapora antes de llegar al suelo. Este fenómeno se denomina rayo seco (Fuller 1991). Se estima que, en zonas secas y rurales, como Australia y el oeste de Estados Unidos, el 60 % de los incendios forestales son causados por el rayo.

lunes, 26 de enero de 2009

Tornados: Prevención y control

La emisión de alarmas adecuadas y la necesidad de que la población tome las medidas oportunas en respuesta a dichas alarmas son los factores más importantes para la prevención de muertes y lesiones relacionadas con tornados. En Estados Unidos, el Servicio meteorológico nacional ha adquirido avanzados equipos, como radares Doppler, para detectar las condiciones que llevan a la formación de un tornado, y dar la alarma. Un aviso de tornado significa que una zona determinada reúne condiciones que pueden desembocar en la formación de un tornado, y una alarma de tornado quiere decir que se ha avistado un tornado en una zona dada, cuyos habitantes deben refugiarse adecuadamente: es decir, bajar a los sótanos, si existen; meterse en una habitación o habitáculo interior o, si se encuentran en el exterior, refugiarse en una cuneta o en una hondonada (barranco).
Hay que avanzar más en la investigación para evaluar si las alarmas se divulgan de una forma eficaz, y qué grado de aten- ción les presta la población. También está por determinar si las áreas de refugio prescritas ofrecen realmente una protección adecuada contra la muerte o lesiones. Hay que reunir informa- ción sobre el número de muertes y lesiones en los trabajadores de servicios relacionados con tornados.

domingo, 25 de enero de 2009

Factores de morbilidad y mortalidad

Los estudios demuestran que las personas que ocupan viviendas móviles y coches ligeros están expuestas a un riesgo especialmente alto en caso de tornado. Según un estudio sobre tornados realizado en las cataratas de Wichita, Texas, los ocupantes de viviendas móviles tenían 40 veces más probabilidades de sufrir lesiones graves o fatales que los habitantes de viviendas fijas, y los ocupantes de automóviles corrían un riesgo aproximadamente cinco veces mayor (Glass, Craven y Bregman 1980). La principal causa de muerte es el traumatismo craneoencefálico, seguido de fracturas de cráneo y de tronco. Las fracturas son la forma más frecuente de lesiones no fatales (Mandlebaum, Nahrwold y Boyer 1966; High y cols. 1956). También los trabajadores que pasan la mayor parte de su tiempo de trabajo en automóviles ligeros o que tienen sus oficinas en viviendas móviles se encuentran en una situación de alto riesgo. Son aplicables asimismo las considera- ciones sobre los trabajadores de la limpieza que se avanzaron en el capítulo de inundaciones.

sábado, 24 de enero de 2009

Oliguria e insuficiencia renal

La producción de orina, la creatinina sérica, la urea y los electrolitos deben medirse todos los días en los pacientes con envenenamiento grave y en los que han recibido una mordedura de especies de las que se sabe que producen insuficiencia renal (p. ej., D. russelii, C. d. terrificus, especies de Bothrops, serpientes marinas). Si el volumen de orina disminuye por debajo de 400 ml en 24 horas, deben insertarse catéteres uretrales y venosos centrales. Si el flujo de orina no aumenta tras la rehidratación y la administración de diuréticos al paciente (p. ej., frusemida hasta 1.000 mg por infusión intravenosa), debe administrarse dopa- mina (2.5 g/kg de peso corporal/min por inyección intravenosa) y someter al paciente a un equilibrio estricto de líquidos. Si estas medidas no son eficaces, será preciso recurrir a diálisis peritoneal, hemodiálisis o hemofiltración.

viernes, 23 de enero de 2009

Hipotensión y shock

Si se produce un descenso de la presión venosa yugular o central, o si existen otras evidencias clínicas de hipovolemia o exsanguinación, debe realizarse una transfusión de plasma, preferiblemente de sangre reciente o plasma fresco congelado. Si se observa hipotensión persistente o profunda o evidencias de aumento de la permeabilidad capilar (p. ej., edema facial y conjuntival, derrames serosos, hemoconcentración, hipoalbuminemia), se administrará un vasoconstrictor selectivo como la dopamina (empezando con dosis de 2,5 hasta 5 g/kg de peso corporal/min mediante inyección en una vena central).

jueves, 22 de enero de 2009

Tratamiento de apoyo: Envenenamiento neurotóxico

La parálisis bulbar y respiratoria puede producir la muerte por aspiración, obstrucción de las vías respiratorias o insuficiencia respiratoria. Las vías respiratorias deben mantenerse despejadas y, si aparece insuficiencia respiratoria, tendrá que insertarse un tubo endotraqueal o realizarse una traqueotomía. Las anticolinesterasas tienen un efecto variable, pero potencialmente útil, en pacientes con envenenamiento neurotóxico, especialmente cuando se trata de neurotoxinas postsinápticas. La “prueba de Tensilon” debe realizarse en todos los casos de envenenamiento neurotóxico y ante la sospecha de miastenia grave. A estos pacientes se les administra sulfato de atropina (0,6 mg en los adultos, 50 g/kg de peso corporal en los niños) por vía intrave- nosa (para bloquear los efectos muscarínicos de la acetilcolina) seguido por una inyección intravenosa de cloruro de edrofonio
(10 mg en los adultos, 0,25 mg/kg en los niños). Los pacientes que responden satisfactoriamente pueden mantenerse con metil sulfato de neostigmina (entre 50 y 100 g/kg de peso corporal) y atropina, administrados cada cuatro horas o mediante administración continua.


domingo, 11 de enero de 2009

Investigación de la calidad del aire interior

La experiencia indica que las técnicas tradicionales utilizadas en la higiene industrial y en la calefacción, la ventilación y el acondicionamiento del aire no siempre proporcionan resultados satisfac- torios para resolver los problemas actuales, ni aún los más comunes, en materia de calidad del aire interior, aunque el cono- cimiento básico de estas técnicas permite una buena aproxima- ción para tratar o reducir los problemas de forma rápida y barata. La solución a los problemas de la calidad del aire interior requiere a menudo, además de uno o más expertos en calefac- ción, ventilación y acondicionamiento del aire e higiene indus- trial, de especialistas en el control de la calidad del aire interior, en química analítica, en toxicología, en medicina ambiental, en microbiología, en epidemiología y en psicología.
Cuando se realiza un estudio sobre la calidad del aire interior, los objetivos establecidos influirán profundamente en su diseño y en las actividades dirigidas a la toma de muestras y la evalua- ción, ya que en algunos casos se primarán los procedimientos que proporcionen una respuesta rápida, mientras que en otros serán los valores globales. La duración del programa estará dictada por el tiempo necesario para obtener muestras represen- tativas, y dependerá también de la estación y de las condiciones meteorológicas. Si el objetivo es realizar un estudio de exposi- ción y efecto, además de muestras a largo y corto plazo para evaluar picos, será necesario tomar muestras personales para confirmar la exposición directa de las personas.
Para algunos contaminantes existen métodos validados y muy utilizados, pero sólo son unos pocos. Las técnicas para medir los niveles de muchos de los contaminantes presentes en interiores normalmente están basadas en aplicaciones de higiene indus- trial; pero dado que las concentraciones que nos interesan en el aire interior suelen ser mucho menores que las presentes en ambientes industriales, esos métodos suelen ser inadecuados. En los métodos de medición de la contaminación atmosférica se utilizan márgenes de concentraciones similares, pero son pocos los contaminantes a los que pueden aplicarse; además, el uso de estos métodos en el aire interior presenta dificultades: por ejemplo, un instrumento de muestreo de gran volumen para determinar partículas no sólo sería demasiado ruidosos, sino que podría modificar la propia calidad del aire interior.
En la determinación de contaminantes en el aire interior se utilizan diferentes procedimientos: monitores continuos e instru- mentos de muestreo (activos de tiempo completo, pasivos de tiempo completo, directos y personales). Actualmente existen procedimientos adecuados para medir los niveles de formalde- hído, de óxidos de carbono y nitrógeno, de compuestos orgá- nicos volátiles y de radón, entre otros. Los contaminantes biológicos se determinan mediante técnicas de sedimentación en placas de cultivo abiertas; actualmente se utilizan cada vez más los sistemas activos que hacen que el aire choque contra una placas con nutrientes que se cultivan posteriormente. La cantidad de microorganismos presentes se expresa en unidades de formación de colonias por metro cúbico.
Al investigar un problema de calidad del aire interior de un edificio suele elaborarse previamente una estrategia práctica que consiste en una aproximación en fases. La primera, la investiga- ción inicial, puede realizarse utilizando técnicas de higiene industrial y debe estructurarse de forma que el investigador no necesite ser un especialista en el campo de la calidad del aire interior. Se lleva a cabo una inspección general del edificio y se comprueban sus instalaciones, en particular las que afectan a la regulación y al funcionamiento correcto del sistema de calefac- ción, ventilación y acondicionamiento del aire, de acuerdo con las normas establecidas en el momento de su instalación. Es importante a este respecto considerar si las personas afectadas son capaces de modificar las condiciones de su entorno. Si el edificio no tiene sistemas de ventilación forzada, debe estudiarse el grado de eficacia de la ventilación natural de la que dispone. Si después de su revisión (y ajuste en caso necesario), las condi- ciones de funcionamiento de los sistemas de ventilación cumplen las normas, y aun así continúan las quejas, deberá llevarse a cabo una investigación técnica de tipo general para determinar el grado y la naturaleza del problema. La investigación inicial también debe permitir una valoración de si los problemas han de considerarse únicamente desde el punto de vista del edificio,
o si será necesaria la intervención de especialistas en higiene, psicología y otras disciplinas.
Si el problema no se identifica y resuelve en esta primera fase, hay otras posteriores en las que se realizan investigaciones más especializadas que se ocupan de los problemas potenciales identificados en la primera fase. Tales investigaciones pueden incluir un análisis más detallado del sistema de calefacción, ventilación y acondicionamiento del aire del edificio, una evaluación más amplia de los materiales de los que se sospecha que emiten gases
y partículas, un análisis químico detallado del aire ambiente en el edificio y evaluaciones médicas o epidemiológicas para detectar síntomas de enfermedad.
En lo que respecta al sistema de calefacción, ventilación y acondicionamiento del aire, debe revisarse el equipo de refrigeración para comprobar la ausencia de crecimiento microbiano y de acumulación de agua en sus bandejas de goteo, deben comprobarse las unidades de ventilación para verificar que funcionan correctamente, deben examinarse los sistemas de entrada y retorno del aire en varios puntos para comprobar su hermeticidad, y debe comprobarse el interior de los conductos suficientemente como para confirmar que no hay microorga- nismos. La última consideración es fundamental cuando se utilizan humidificadores, aparatos que requieren programas de mantenimiento, funcionamiento e inspección especialmente meticulosos con el fin de prevenir el crecimiento de microorganismos, los cuales pueden propagarse a través del sistema de aire acondicionado.
Las medidas que suelen adoptarse por lo común para mejorar la calidad del aire interior de un edificio son: la eliminación de la fuente, su aislamiento o ventilación independiente, la separación entre la fuente y las personas a las que afecta, la limpieza general del edificio y un mayor nivel de comprobación y mejora del sistema de calefacción, ventilación y acondicionamiento del aire. Lo cual puede implicar desde modificaciones en puntos concretos hasta un nuevo diseño. El proceso suele ser repetitivo, por lo que el estudio debe reiniciarse varias veces, utilizando técnicas más avanzadas en cada ocasión. En el capítulo 45 de esta Enciclopedia se ofrece una descripción más detallada de las técnicas de control.
Por último, es de destacar que ni aun con las investigaciones más completas sobre la calidad del aire interior es posible establecer una relación clara entre las características y la composición del aire interior y la salud y el bienestar de sus ocupantes. Sólo la experiencia, por un lado, y el diseño racional de la ventilación, de la ocupación y de la división en compartimentos de los edificios, por el otro, son posibles garantías desde un principio de que la calidad del aire interior será adecuada para la mayoría de sus ocupantes.

sábado, 10 de enero de 2009

Origen de los contaminantes

La contaminación en el interior tiene diferentes orígenes: los propios ocupantes, los materiales inadecuados o con defectos técnicos utilizados en la construcción del edificio; el trabajo reali- zado en el interior; el uso excesivo o inadecuado de productos normales (plaguicidas, desinfectantes, productos de limpieza y encerado); los gases de combustión (procedentes del tabaco, de las cocinas, de las cafeterías y de los laboratorios); y la conjunción de contaminantes procedentes de otras zonas mal ventiladas que se difunde hacia áreas vecinas, afectándolas. Téngase en cuenta que las sustancias emitidas en el aire interior tienen muchas menos oportunidades de diluirse que las emitidas en el aire exterior debido a las diferencias de volumen de aire disponible. En lo que respecta a la contaminación biológica, su origen se debe funda- mentalmente a la presencia de agua estancada, de materiales impregnados con agua, gases, etc., y a un mantenimiento incorrecto de los humidificadores y las torres de refrigeración.
Por último, debe considerarse también la contaminación procedente del exterior. Con respecto a la actividad humana, hay tres fuentes principales: la combustión en fuentes estacionarias (centrales energéticas), la combustión en fuentes móviles (vehículos) y los procesos industriales. Los cinco contaminantes más importantes emitidos por estas fuentes son: el monóxido de carbono, los óxidos de azufre, de nitrógeno, los compuestos orgánicos volátiles (incluidos los hidrocarburos), los hidrocar- buros aromáticos policíclicos y las partículas. La combustión interna de los vehículos es la principal fuente de monóxido de carbono e hidrocarburos y una fuente importante de óxidos de nitrógeno. La combustión en fuentes estacionarias es el principal origen de los óxidos de azufre. Los procesos industriales y las fuentes estacionarias de combustión generan más de la mitad de las partículas emitidas al aire por la actividad humana, y los procesos industriales pueden ser fuente de compuestos orgánicos volátiles. También hay contaminantes generados de forma natural propulsados a través del aire, como las partículas de polvo volcánico, la sal de suelo y de mar, las esporas y los micro- organismos. La composición del aire exterior varía de un lugar a otro, en función de la presencia y la naturaleza de las fuentes de contaminación circundantes y de la dirección del viento predo- minante. En el aire exterior “limpio” (sin fuentes de contamina- ción) suele hallarse la siguiente concentración de contaminantes: dióxido de carbono, 320 ppm; ozono, 0,02 ppm; monóxido de carbono, 0,12 ppm; óxido nítrico, 0,003 ppm; y dióxido de nitrógeno, 0,001 ppm. Ahora bien, estos valores aumentan notablemente en el aire urbano.
Al margen de los contaminantes generados en el exterior, en ocasiones ocurre que el aire contaminado procedente del edificio sale al exterior y penetra de nuevo a través de las entradas del sistema de aire acondicionado. O bien se infiltra a través de los cimientos del edificio (p. ej., el radón, los gases de combustibles, los efluvios de las alcantarillas, los fertilizantes, los insecticidas y desinfectantes). Se ha observado que cuando aumenta la concentración de un contaminante en el aire exte- rior, lo hace también en el interior, aunque de forma más lenta
(la relación es similar cuando la concentración disminuye); por consiguiente, puede afirmarse que los edificios ejercen un efecto de escudo frente a los contaminantes externos. Con todo, el medio ambiente del interior de un edificio no es, naturalmente, un reflejo exacto de las condiciones del exterior.
Los contaminantes presentes en el aire interior se diluyen en el aire exterior que entra en el edificio y lo acompañan al salir. Cuando la concentración de un contaminante es menor en el aire del exterior que en el del interior, el intercambio de ambos causará la reducción de la concentración del contaminante en el aire interior del edificio. Si un contaminante se origina en el exterior y no en el interior, ese intercambio producirá un aumento de su concentración en el interior, como se comentó anteriormente.
Los modelos para el equilibrio de las cantidades de contaminantes en el aire interior se basan en el cálculo de su acumula- ción, en unidades de masa con respecto al tiempo, a partir de la diferencia entre la cantidad que entra más la que se genera en el interior, y la que sale con el aire más la que se elimina por otros medios. Si se dispone de valores apropiados para cada uno de los factores de la ecuación, podrá estimarse la concentración en el interior para varias condiciones. El uso de esta técnica permite comparar las diferentes alternativas de control de la contaminación en interiores.
Los edificios con bajas tasas de intercambio con el aire exterior se clasifican como estancos o energéticamente eficaces. Y este último calificativo se debe a que en invierno entra en ellos menos aire frío, reduciendo la energía necesaria para calentar el aire hasta la temperatura ambiente, recortando así los costes de calefacción. A la par, cuando hace calor, también se utiliza menos energía para enfriar el aire. Los edificios que no tienen estas características se ventilan abriendo puertas y ventanas por un proceso natural. Ahora bien, aun estando cerradas, las dife- rencias de presión debidas al viento y al gradiente térmico exis- tente entre el interior y el exterior, fuerzan la entrada del aire a través de las grietas y hendiduras, de las juntas de ventanas y puertas, de la chimeneas y de otras aberturas, lo que origina la denominada ventilación por infiltración.
La ventilación de un edificio se mide en renovaciones por hora. Una renovación por hora significa que cada hora entra desde el exterior un volumen de aire igual al volumen del edificio; de la misma forma, cada hora se expulsa al exterior un volumen similar de aire interior. Si no hay ventilación forzada

(con un ventilador), este valor es difícil de determinar, aunque se considera que varía entre 0,2 y 2,0 renovaciones por hora. Si los otros parámetros no varían, la concentración de contaminantes generados en el interior será menor en edificios con valores elevados de renovación, aunque estos valores no son una garantía de calidad del aire interior. Salvo en áreas con una contaminación atmosférica considerable, los edificios más abiertos tienen una concentración de contaminantes menor en el aire interior que los construidos más herméticamente. Con todo, los edificios más abiertos tienen menor eficacia energética. El dilema entre la eficacia energética y la calidad del aire tiene gran importancia.
Muchas de las medidas para reducir los costes de energía afectan a la calidad del aire interior en mayor o menor grado. Además de reducir la velocidad con la que el aire circula dentro del edificio, los esfuerzos para aumentar el aislamiento y la impermeabilidad de éste requieren la instalación de materiales que pueden ser fuentes de contaminación en el interior. Otra medida, como añadir a los viejos sistemas de calefacción central, a menudo ineficaces, fuentes secundarias que calientan o consumen el aire interior pueden elevar también los niveles de contaminación en el interior.
Entre los contaminantes más habituales en el aire interior se encuentran, aparte de los procedentes del exterior, los metales, el amianto y otros materiales fibrosos, el formaldehído, el ozono, los plaguicidas y los compuestos orgánicos en general, el radón, el polvo doméstico y los aerosoles biológicos. A ellos se añade una amplia variedad de microorganismos, como los hongos, las bacterias, los virus y los protozoos, de los cuales los hongos y las bacterias saprófitos son los que mejor se conocen, probablemente debido a que se dispone de la tecnología necesaria para medirlos en el aire. No puede decirse lo mismo de los virus, las rickettsias, las clamidias, los protozoos y muchos hongos y bacterias patógenos, para cuyo muestreo y recuento no se dispone todavía de la metodología apropiada. Entre los agentes infecciosos merecen especial mención los siguientes: Legionella pneumophila, Mycobacterium avium, virus, Coxiella burnetii e Histoplasma capsulatum; y entre los alergenos: Cladosporium, Penicillium y Cytophaga.



jueves, 8 de enero de 2009

Aspectos del sistema de ventilación

La calidad del aire interior en un edificio depende de una serie de variables, como la calidad del aire del exterior, el diseño del sistema de ventilación y acondicionamiento del aire, las condiciones en que opera y se mantiene este sistema, la división en compartimentos del edificio y las fuentes interiores de contami- nantes y su magnitud (véase la Figura 44.2). En suma, puede afirmarse que los defectos más frecuentes son consecuencia de una ventilación inadecuada, de la contaminación generada en el interior y de la procedente del exterior.
Con respecto al primero de estos problemas, las causas de ventilación inadecuada pueden ser: una entrada insuficiente de aire fresco debido a un nivel alto de recirculación del aire o a un bajo volumen de entrada; la colocación y orientación incorrectas en el edificio de los puntos de entrada del aire exterior; una distribución deficiente y, en consecuencia, una mezcla incompleta con el aire del edificio, lo que puede originar estratificación, zonas no ventiladas, diferencias de presión no previstas que originan corrientes de aire y cambios continuos en las características termohigrométricas (que advierte el ocupante al moverse por el edificio) y filtración incorrecta del aire debida a la falta de mantenimiento o a un diseño inadecuado del sistema de filtrado
(una deficiencia particularmente grave cuando el aire exterior es de mala calidad o cuando el nivel de recirculación es elevado).

miércoles, 7 de enero de 2009

Problemas sociales de las personas que trabajan por turnos

El trabajo por turnos puede repercutir negativamente en la vida familiar, la participación en la actividad institucional y las relaciones sociales. La magnitud de los problemas que pueden produ- cirse está en función de diversos factores, como la naturaleza del sistema de turnos, el sexo, edad, estado civil y estructura de la familia del trabajador, así como de la extensión del trabajo por turnos en la región.
Durante una semana de trabajo en el turno de tarde, el contacto regular del trabajador con sus hijos de edad escolar o con su cónyuge que trabaja de mañana o en turnos de día se reduce considerablemente. Este problema es serio sobre todo para las personas adscritas a los denominados turnos permanentes de tarde (Mott y cols. 1965). En el sistema tradicional de dos turnos discontinuos, se alternan una semana de trabajo en el turno de mañana y una semana en el turno de tarde, con lo que el contacto familiar se trastorna cada dos semanas. En el sistema tradicional de tres turnos rotativos se trabaja de tarde cada tres semanas. En los sistemas de turnos de rotación rápida, el contacto familiar nunca se quiebra durante una semana completa. Las investigaciones han dado resultados contradicto-rios. Así, mientras que Mott y cols. (1965) indican que el trabajo prolongado en el turno de tarde o de noche puede perjudicar la vida conyugal, Maasen (1981) no llega a la misma conclusión. El trabajo por turnos, sobre todo si ambos progenitores trabajan en este sistema, también puede afectar negativamente el rendi- miento escolar de los hijos (Maasen 1981; Dickmann y cols. 1981).
En los estudios realizados sobre el valor percibido del tiempo libre disfrutado durante diferentes días y horas de la semana se ha puesto de relieve que el fin de semana se valoraba más que los días de semana, y que el tiempo libre en horas vespertinas y nocturnas era más apreciado que el disponible durante el día
(Wedderburn 1981; Hornberger y Knauth 1993). El contacto con los familiares, amigos, clubes, partidos políticos, iglesias, etc. se resiente principalmente del trabajo en fin de semana y en los turnos de tarde y nocturnos (Mott y cols. 1965), como demues- tran Bunnage (1981), Walker (1985) y Colligan y Rosa (1990).
Los trabajadores por turnos sólo disfrutan de ventaja sobre las personas que trabajan de día en relación con las actividades más o menos solitarias, dado que actividades como la jardinería, el paseo, la pesca o el bricolaje son relativamente flexibles y se pueden realizar en cualquier momento distinto de los fines de semana y las horas vespertinas.
En algunos estudios (Banks 1956; Ulich 1957; Downie 1963; Sergean 1971) se han abordado los problemas del cónyuge del trabajador empleado por turnos, que se ve obligado a modificar su estilo de vida para adaptarlo al horario variable de éste. Por ejemplo, puede verse obligado a demorar la realización de los trabajos domésticos más ruidosos y a mantener a los niños callados mientras aquél descansa después de trabajar durante el turno de noche. Además, se queda solo durante los turnos de tarde, nocturnos y de fin de semana, aparte de soportar la irrita- bilidad del compañero. El 87 % de los cónyuges de una muestra de trabajadores que habían abandonado el sistema de turnos semanales por un régimen de turnos de rotación rápida se mani- festaron a favor de este último. Aducían que, en el sistema ante- rior, el cónyuge se encontraba muy fatigado al final de un período de trabajo en el turno de noche y precisaba varios días para recuperarse, por lo que no se encontraba de humor para compartir los momentos de ocio. En cambio, en el nuevo sistema de turnos de rotación rápida, en el que sólo se trabajan dos o tres noches seguidas, el cónyuge se mostraba menos fatigado y se mostraba más dispuesto a participar en distracciones. Las mujeres que trabajan por turnos suelen tener más problemas con el sueño y las obligaciones domésticas, debido a que las responsabilidades familiares no se reparten equitativa- mente entre los cónyuges. No obstante, algunas enfermeras que trabajan permanentemente de noche han optado voluntaria- mente por ese horario por causas familiares (Barton y cols.
1993). En todo caso, como asegura Walker (1985) al resumir su análisis, “afirmar que el trabajo nocturno permanente para una madre es compatible con la educación de los hijos es hacer caso omiso de los ‘costes’ que implica”. La fatiga permanente causada por la reducción del tiempo de sueño puede ser uno de estos “costes”.

martes, 6 de enero de 2009

Efectos del trabajo por turnos sobre la salud: Mortalidad.

Mortalidad. Sólo existe un estudio epidemiológico concienzudo de la mortalidad de los trabajadores del sistema de turnos. Empleando una muestra de 8.000 personas, Taylor y Pocock (1972) compararon las tasas de mortalidad de las personas que trabajaban por turnos con las correspondientes a los que realizan trabajo diurno durante trece años. No se observaron variaciones entre las tasas respectivas correspondientes a los trabajadores diurnos y por turnos y en el momento del estudio. Sin embargo, la tasa de mortalidad normalizada correspondiente a las personas que anteriormente habían trabajado por turnos era de 118,9, en contraste con una tasa de 101,5 para los trabajadores que en aquel momento trabajaban en el sistema de turnos, lo que “puede ser un simple reflejo de la práctica de autoexclusión de los trabajadores menos aptos”
(Harrington 1978).

lunes, 5 de enero de 2009

Efectos del trabajo por turnos sobre la salud: Trastornos neurológicos

Trastornos neurológicos. Aunque los estudios de los trastornos neurológicos que afectan a quienes trabajan por turnos adolecen de falta de normalización de los síntomas y trastornos
(Waterhouse y cols. 1991; Costa 1996), según Waterhouse (1992), “se evidencia actualmente una mayor tendencia al malestar general —incluidas la ansiedad y elementos depresivos— entre los trabajadores por turnos que entre sus compañeros que trabajan de día”. Costa (1996) formula una conclusión similar, aunque más cauta: “Las pruebas disponibles permiten afirmar que el trabajo por turnos puede influir en la morbilidad de los trastornos psiconeuróticos en mayor o menor medida, en relación a otros factores individuales o sociales”.

domingo, 4 de enero de 2009

Diferencias individuales y étnicas

No es sorprendente que se observen diferencias en la reacción al calor de hombres y mujeres, así como de personas jóvenes y mayores, ya que difieren en ciertas características que pueden influir en la transferencia del calor, como la superficie, la relación entre peso y altura, el grosor de las capas aislantes de grasa cutánea y la capacidad física de producir trabajo y calor (capa- cidad aeróbica  tasa máxima de consumo de oxigeno). Los datos disponibles sugieren que la tolerancia al calor se reduce en las personas de edad avanzada, quienes tardan más en sudar que las personas jóvenes y reaccionan con un mayor flujo sanguíneo periférico durante la exposición al calor.
Al comparar los sexos se ha observado que la mujer tolera mejor la humedad que el hombre. En ambientes húmedos, la evaporación del sudor se reduce, de manera que la proporción superficie/masa ligeramente mayor en la mujer podría actuar en su favor. Con todo, la capacidad aeróbica es un importante factor que debe considerarse al comparar la respuesta de distintas personas expuestas al calor. En condiciones de laboratorio, las respuestas fisiológicas al calor son similares cuando se estudian grupos de personas con la misma capacidad física para el trabajo (“absorción máxima de oxígeno”: VO2max): por ejemplo, hombres jóvenes y de edad avanzada, u hombres frente a mujeres (Pandolf y cols. 1988). En este caso, un cierto tipo de trabajo (pedaleo en una bicicleta con ergómetro) produce la misma carga en el sistema circulatorio (es decir, la misma frecuencia cardíaca y el mismo aumento de la temperatura interna) con independencia de la edad y el sexo.
Las mismas consideraciones son válidas para las comparaciones entre diferentes grupos étnicos. Cuando se tienen en cuenta las diferencias en dimensiones corporales y capacidad aeróbica, no se observan diferencias significativas que puedan atribuirse a la raza. Con todo, en la vida cotidiana en general, las personas de edad avanzada tienen, como promedio, un menor VO2max que las jóvenes, y las mujeres, un menor VO2max que los hombres en su mismo grupo de edad.
Por consiguiente, cuando se realiza una tarea específica con una cierta intensidad de trabajo absoluta (medida, por ejemplo, en vatios), la persona con menor capacidad aeróbica registrará un mayor aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal y su capacidad de soportar un estrés adicional por calor externo será menor que las personas con un mayor VO2max Para fines de salud y seguridad en el trabajo, se han desarro- llado una serie de índices del estrés por calor, que tienen en cuenta la gran variación individual en la respuesta al calor y al trabajo, así como los ambientes calurosos específicos para los que se construye el índice. Los índices se describen con más detalle más adelante en este capítulo.
Las personas expuestas repetidamente al calor lo tolerarán mejor al cabo de tan solo unos días. Se aclimatan. La tasa de sudoración aumenta y el mayor enfriamiento de la piel reduce la temperatura interna y la frecuencia cardiaca durante el trabajo en las mismas condiciones.
Por consiguiente, la aclimatación artificial de los trabajadores cuando se prevé su exposición a elevadas temperaturas (brigadas contra incendios, personal de rescate, personal militar) tendrá probablemente un efecto beneficioso para reducir el estrés.
En resumen, cuanto más calor produce una persona, más calor tiene que disiparse. En un ambiente caluroso, la evaporación del sudor es el factor limitante de la termolisis. Las diferencias individuales en la capacidad de sudoración son considerables. Mientras que algunas personas no poseen glándulas sudoríparas, en la mayoría de los casos el entrenamiento físico y la exposición repetida al calor produce un aumento de la cantidad de sudor excretado durante una prueba normalizada de estrés por calor. El estrés por calor produce un aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura interna del organismo. La frecuencia cardíaca máxima y/o una temperatura interna de unos 40 ºC establecen el límite fisiológico absoluto de la capacidad física para el trabajo en un ambiente caluroso (Nielsen 1994).

sábado, 3 de enero de 2009

Control hídrico y electrolítico

El volumen de los compartimientos de agua corporal (es decir, los volúmenes de líquidos extracelular e intracelular) y sus concentraciones de electrolitos se mantienen muy constantes gracias a un equilibrio regulado entre la absorción y la pérdida de líquidos y sustancias.
El agua se obtiene con la ingestión de alimentos y líquidos. Los procesos metabólicos, como la combustión de las grasas y los hidratos de carbono contenidos en los alimentos, liberan también una cierta cantidad de agua. La pérdida de agua se produce en los pulmones durante la respiración, cuando el aire inspirado absorbe el agua presente en las superficies húmedas de las vías respiratorias antes de ser exhalado. En ambientes térmicamente neutros y en reposo, se difundan pequeñas cantidades de agua a través de la piel. Ahora bien, con la sudoración la pérdida de agua puede llegar a más de 1 o 2 litros por hora durante varias horas. El contenido hídrico del organismo está controlado. El aumento de la pérdida de agua a través de la sudoración se compensa con la bebida y una menor excreción de orina, mientras que el exceso de agua se pierde mediante una mayor produc- ción de orina.
Tal control de la absorción y la excreción de agua se ejerce a través del sistema nervioso autónomo y las hormonas. La sensación de sed aumenta la ingestión de agua y la excreción renal de agua está regulada. También el volumen y la composi- ción de electrolitos de la orina están sujetos a control. Los sensores que participan en este mecanismo de control se encuen- tran en el corazón y se activan con la “saturación” del sistema vascular. Cuando el llenado del corazón se reduce (por ejemplo, tras la pérdida de sudor), los receptores envían un mensaje a los centros del cerebro responsables de la sed y a las áreas que inducen la liberación de hormona antidiurética (HAD) en la pituitaria posterior que actúa reduciendo el volumen de orina. Existen también mecanismos fisiológicos que controlan la composición electrolítica de los líquidos corporales a través de procesos que tienen lugar en los riñones. Los alimentos contienen nutrientes, minerales, vitaminas y electrolitos. En el presente contexto, lo más importante es la ingesta de cloruro sódico con la dieta, que varía según los hábitos alimenticios entre 10 y 20-30 g al día. Es una cantidad normalmente mucho mayor de la necesaria, de manera que el exceso se excreta a través de los riñones, un proceso controlado por múltiples mecanismos hormonales (angiotensina, aldosterona, ANF, etc.), a su vez controlados por los estímulos procedentes de los osmorreceptores del cerebro y los riñones en respuesta sobre todo a la osmolalidad del Na+ y el Cl– en la sangre y en el líquido renal, respectivamente.

viernes, 2 de enero de 2009

Rehidratación

Los efectos de la deshidratación por la pérdida de sudor pueden remediarse bebiendo la cantidad suficiente de líquidos para reponer el sudor. La rehidratación suele tener lugar durante la recuperación después del trabajo y el ejercicio. Con todo, cuando se realizan trabajos prolongados en ambientes calurosos, el rendimiento laboral mejora si el trabajador ingiere líquidos al mismo tiempo que realiza la actividad. El consejo habitual es, por tanto, beber cuando se tenga sed.
No obstante, existen algunos problemas importantes. Uno de ellos es que la sensación de sed no es lo suficientemente intensa para compensar la pérdida hídrica que se produce al mismo tiempo; en segundo lugar, el tiempo necesario para reponer un gran déficit hídrico es muy largo, más de 12 horas. Por último, existe un límite en la velocidad a la que el agua puede pasar del estómago (donde se almacena) al intestino, donde tiene lugar la absorción. La velocidad es menor que las tasas de sudoración observadas cuando se realizan esfuerzos en condiciones de calor.
Se han efectuado numerosos estudios sobre distintas bebidas para reponer el agua, los electrolitos y los depósitos de hidratos de carbono que pierden los atletas cuando realizan esfuerzos prolongados. Los principales hallazgos han sido los siguientes:

• La cantidad de líquido que puede utilizarse (es decir, que puede transportarse del estómago al intestino) está limitada por la “velocidad de vaciado gástrico”, cuyo máximo es de unos
1.000 ml/h.
• Si el líquido es “hiperosmótico” (contiene iones/moléculas en mayor concentración que la sangre), esta velocidad se reduce. Por el contrario, los “líquidos isoosmóticos” (que contienen agua e iones/moléculas en la misma concentración y osmola- lidad que la sangre) pasan a la misma velocidad que el agua pura.
• La adición de pequeñas cantidades de sal y azúcar aumenta la velocidad de absorción de agua en el intestino
(Maughan 1991).

Teniendo lo anterior en cuenta, se pueden preparar “líquido de rehidratación” o elegir alguno de los muchos productos que se venden en el mercado. Normalmente el equilibrio hídrico y elec- trolítico se restablece al beber durante las comidas. Los trabaja- dores o atletas que pierden grandes cantidades de sudor tienen que esforzarse en beber más de lo que les apetece. El sudor contiene entre1y3g de NaCl por litro, por lo que la pérdida de más de unos5l al día puede causar una depleción salina a no ser que se añadan suplementos a la dieta.
A los trabajadores y atletas se les recomienda también que controlen su equilibrio hídrico pesándose con frecuencia
—por ejemplo, por las mañanas (a la misma hora y en las mismas condiciones)— y que intenten mantener un peso constante. En cualquier casos, una variación del peso corporal no refleja necesariamente un cierto grado de deshidratación. El agua forma enlaces químicos con el glucógeno, un hidrato de carbono almacenado en los músculos, y se libera cuando el glucógeno se utiliza durante el ejercicio. Dependiendo del contenido de glucó- geno en el organismo, pueden producirse cambios de peso de hasta 1 kg. El peso corporal medido todas las mañanas refleja también los cambios producidos por las “variaciones biológicas” en el contenido de agua: por ejemplo, en relación con el ciclo menstrual, la mujer puede retener hasta1o2 kg de agua durante la fase premenstrual (“tensión premenstrual”).

jueves, 1 de enero de 2009

FELIZ 2009: MEDIDAS DE PREVENCION CONTRA • INCENDIOS

La Historia habla del uso del fuego para calentar y cocinar, pero también de los importantes daños causados por el mismo en muchas ciudades. Casas, edificios y hasta ciudades enteras han quedado destruidas por incendios.
Una de las primeras medidas preventivas que se instauraron fue el decreto que obligaba a apagar todos los fuegos domésticos antes de la caída de la noche. Así, en 872 en Oxford, Inglaterra, las autoridades ordenaron que se tocase una campana de toque de queda a la caída del día para recordar a los ciudadanos que apagasen todos los fuegos (Bugbee, 1978). Realmente, la palabra inglesa curfew (toque de queda) se deriva de la francesa couvre feu , que significa literalmente “cubre fuego”.
La causa de los incendios suele ser un error humano al poner en contacto un combustible con una fuente de ignición (p. ej., papel de desecho almacenado cerca de un calentador o líquidos inflamables que se utilizan cerca de una llama abierta). Para que se produzca un incendio es necesario un combustible, una fuente de ignición y algún mecanismo que ponga en contacto el combustible con la fuente de ignición en presencia de aire o de otro oxidante. Desarrollando estrategias para reducir los riesgos del combustible, eliminar las fuentes de ignición o impedir la interacción entre combustible e ignición, se pueden reducir las pérdidas personales y materiales causadas por los incendios.
En los últimos años, cada vez es mayor la preocupación por la prevención de los incendios como una de las maneras más efectivas desde el punto de vista económico de tratar este tema. Suele resultar más fácil (y más económico) evitar que se produzca un incendio que controlarlo o extinguirlo una vez iniciado.
Así lo ilustra el Fire Safety Concepts Tree (NFPA 1991;
1995a) desarrollado por el NFPA en Estados Unidos. Este enfoque sistemático de la seguridad contra incendios demuestra que es posible reducir las víctimas mortales por incendio en el lugar de trabajo evitando la ignición de los mismos o contro- lando su repercusión.
La prevención de incendios exige modificar el comporta- miento humano, y para ello es necesario impartir una formación de seguridad frente a incendios a cargo de la dirección, utilizando los últimos avances en materia de formación y normativa, así como otros materiales pedagógicos. En muchos países, estas estrategias son de obligado cumplimiento por ley y las empresas están obligadas a cumplir la normativa legal de prevención de incendios como parte de su compromiso de seguridad frente a los trabajadores.
La formación en prevención de incendios se analiza en la sección siguiente. Actualmente, en los sectores comercial e industrial se reconoce la importancia de la prevención de incendios. A escala internacional se están utilizando mucho las siguientes pu- blicaciones: Lees, Loss Prevention in the Process Industries, volúmenes 1 y 2 (1980); NFPA 1—Fire Prevention Code (1992); The Management of Health and Safety at Work Regulations (ECD, 1992) y Fire Protection Handbook del NFPA (Cote, 1991), a las que hay que añadir gran número de reglamentos y normativas, así como el material de formación desarrollado por gobiernos, empresas y compañías de seguros de distintos países con el fin de minimizar las pérdidas personales y materiales.