domingo, 8 de febrero de 2009

Trabajo noctur no permanente

El turno de noche es el más perturbador de todos por lo que respecta al ajuste psicológico, al sueño y al bienestar. En efecto, los ritmos psicológicos circadianos de la mayoría de las personas que trabajan por turnos suelen precisar más de una semana para ajustarse plenamente al trabajo nocturno, y todo ajuste parcial se pierde al cabo de algunos días de alejamiento del turno de noche.

Esto hace que los ritmos biológicos de los trabajadores permanentemente empleados en el turno de noche se encuentren en un estado de perturbación permanente. En uno de los estudios (Alfredsson y cols. 1991), el aumento de la fatiga y de las perturbaciones del sueño eran entre dos y tres veces mayores entre los guardias de seguridad que trabajaban permanentemente de noche que en la muestra del conjunto de la población trabaja- dora del país.
Algunos autores han sugerido diversos medios de combinar la tolerancia individual al trabajo por turnos y determinados estí- mulos externos a fin de facilitar la adaptación de los trabaja- dores. Según Hildebrandt y cols. (1987), las personas caracterizadas por una secuencia de fases retrasada en el ritmo circadiano (tipos vespertinos) son capaces de adaptarse al trabajo nocturno. Moog (1988) afirma que estas personas deben trabajar en el turno de noche durante períodos muy prolon- gados, esto es, mucho más de diez noches seguidas. Para aprove- char esta adaptación al trabajo de noche, Folkard (1990) ha llegado a proponer la creación de una “subcultura nocturna” en la que, además de trabajar regularmente de noche, el individuo haga vida nocturna y duerma de día, incluso en los festivos. Aunque este sistema permita, a largo plazo, incrementar el rendimiento en el trabajo nocturno (Wilkinson 1992) provocaría una acumulación del déficit de sueño y un aislamiento social que resultaría inaceptable para la mayoría de personas (Smith y Folkard 1993).

Existe un número cada vez mayor de estudios dedicados a los efectos de la luz artificial sobre la readaptación de los ritmos circadianos (entre ellos merecen citarse los de Wever y cols.
1983; la sesión especial del IX Simposio Internacional sobre el Trabajo Nocturno y por Turnos; Costa y cols. 1990a; Rosa y cols. 1990 y Czeisler y cols. 1990). Sin embargo, en opinión de Eastman (1990), “resulta sumamente laborioso determinar el equilibrio adecuado entre iluminación, trabajo y reposo para quienes trabajan por turnos, tanto por lo que respecta a su capacidad para adaptar los ritmos circadianos, mejorar el sueño o reducir la fatiga como desde la perspectiva de su integración social”.

El turno fijo de noche es el que repercute de forma más nega- tiva sobre los familiares que han de adaptar su estilo de vida a este horario, sobre la vida sexual y sobre la posibilidad de que los trabajadores desempeñen sus funciones familiares (Stein 1963; Mott y cols. 1965; Tasto y cols. 1978; Gadbois 1981). Sin embargo, según algunos estudios del turno nocturno permanente, las enfermeras de noche informaban de menos problemas que las integradas en turnos rotativos o en el turno de día (Verhaegen y cols. 1987; Barton y cols. 1993). Barton y cols. sugieren que una posible explicación de estos hallazgos es que la libre elección del turno de día o de noche puede influir en gran medida en la percepción de los problemas posteriores. Con todo, es discutible que esta elección sea realmente “libre”, dado que muchas enfermeras optan por trabajar de noche porque es la única forma que tienen de compatibilizar satisfactoriamente las responsabilidades domésticas con el trabajo fuera del hogar
(Gadbois 1981).
El trabajo nocturno permanente también tiene alguna ventaja. En efecto, los trabajadores del turno de noche se sienten más independientes y menos vigilados durante el trabajo (Brown 1990; Hoff y Ebbing 1991). Además, como resulta más difícil sustraerse al trabajo durante la noche, parece desarrollarse entre los compañeros un mayor “espíritu de equipo”, sprit de corps). Con todo, se suele optar por el trabajo nocturno principalmente por el incremento de ingresos que suponen los complementos por trabajo nocturno (Hoff y Ebbing 1991).
A pesar de que se tiene poca información acerca de los efectos a largo plazo sobre la salud del trabajo nocturno permanente y del equilibrio óptimo entre trabajo-sueño con luz brillante, se sabe que el turno de noche es el que más perturba el ajuste psicológico, el sueño y el bienestar; por consiguiente, mientras no se conozcan los resultados de futuros estudios, asumiremos la hipótesis de que el trabajo nocturno permanente no es aconsejable para la mayoría de las personas que trabajan por turnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario