miércoles, 22 de abril de 2009

Diseño arquitectónico: Aberturas del edificio


La planificación del lugar que van a ocupar esas aberturas y su orientación son medidas de control eficaces durante el diseño del edificio, a fin de minimizar la cantidad de contaminación que penetre en él procedente de fuentes de contaminación previamente detectadas. Es conveniente tener en cuenta lo siguiente:

• Las aberturas deben quedar alejadas de las fuentes de contaminación y no encontrarse en la dirección predominante del viento. Si las aberturas están próximas a salidas de humos o escapes, será preciso planificar el sistema de ventilación de modo que se produzca una presión de aire positiva en esa zona, a fin de evitar el retorno del aire evacuado, tal como puede verse en la Figura 45.2.
• Es preciso tener especial cuidado de asegurar el drenaje y evitar las filtraciones en los puntos de contacto del edificio con el suelo, en los cimientos, en las superficies embaldosadas, en los lugares donde estén ubicados los conductos y el sistema de desagüe y en otros puntos.


• Los accesos a muelles de carga y garajes deben construirse lejos de los puntos normales de entrada de aire al edificio así como de las entradas principales.

martes, 21 de abril de 2009

Diseño arquitectónico

La integridad del edificio ha sido, durante siglos, un requisito fundamental a la hora de planificar y diseñar un nuevo edificio. A estos efectos, tanto en la actualidad como en el pasado se han tenido en cuenta la capacidad de los materiales para resistir la degradación producida por la humedad, los cambios de temperatura, la circulación del aire, la radiación, el ataque de agentes químicos y biológicos o los desastres naturales.
Ello no supone un problema en el contexto actual; es más, en el proyecto deben tomarse las decisiones adecuadas en relación con la integridad y el bienestar de los ocupantes. Durante esta fase del proyecto es preciso tomar decisiones acerca de cuestiones como el diseño de interiores, la elección de los materiales, la ubicación de las actividades que con posibilidad de convertirse en fuentes de contaminación, las aberturas del edificio al exterior, las ventanas y el sistema de ventilación.

lunes, 20 de abril de 2009

Elección del solar de construcción

La contaminación del aire puede proceder de fuentes que se encuentren cerca o lejos del solar elegido. Es un tipo de contaminación que incluye, principalmente, gases orgánicos e inorgánicos derivados de la combustión —ya sea de automóviles, fábricas o centrales eléctricas próximas al solar— y partículas suspendidas en el aire de origen diverso.
La contaminación del suelo incluye compuestos gaseosos procedentes de materias orgánicas enterradas y de las emanaciones de radón. Tales contaminantes pueden penetrar en el edificio a través de grietas de los materiales de construcción que estén en contacto con el suelo o por migración a través de materiales semipermeables.
La evaluación de los diferentes solares posibles deberá realizarse durante las fases de planificación de la construcción del edificio. Para que la elección del solar sea la más acertada deberán tenerse en cuenta los datos y circunstancias siguientes:
1. Datos que demuestren los niveles de contaminación ambiental en la zona, para evitar fuentes de contaminación alejadas.
2. Análisis de fuentes de contaminación adyacentes o próximas, teniendo en cuenta factores como la cantidad de tráfico rodado y las posibles fuentes de contaminación industrial, comercial o agrícola.
3. Niveles de contaminación en el suelo y en el agua, entre ellos los compuestos orgánicos volátiles o semivolátiles, el gas radón y otros compuestos radiactivos derivados de la desinte-ración del radón. Es una información de gran utilidad si hay que decidir sobre un cambio de solar o si hay que tomar medidas para mitigar la presencia de estos contaminantes en el futuro edificio.
Entre las medidas que pueden tomarse cabe citar el sellado eficaz de los canales de penetración o el diseño de sistemas de ventilación general que aseguren la creación de presión positiva en el futuro edificio.
4. Información sobre el clima y la dirección predominante del viento en la zona, así como sobre las variaciones diarias y estacionales. Son aspectos importantes para decidir la orientación más adecuada del edificio.
Por otra parte, es preciso controlar las fuentes locales de contaminación utilizando diversas técnicas específicas, como el drenaje o limpieza del suelo, su despresurización o la utilización de pantallas arquitectónicas o paisajísticas.

sábado, 18 de abril de 2009

Concentraciones típicas en edificios (I)

Las concentraciones de monóxido de carbono en interiores suelen variar entre 1 y 5 ppm. En la Tabla 44.6 se resumen los resultados de 25 estudios. Las concentraciones aumentan con el humo de tabaco ambiental, aunque es excepcional que superen las 15 ppm.
Las concentraciones de dióxido de nitrógeno en el interior suelen ser de 29 a 46 ppb. Si hay fuentes específicas, como estufas de gas, las concentraciones pueden aumentar significativamente, y el consumo de tabaco puede tener un efecto cuantifi- cable (véase la Tabla 44.6).

viernes, 17 de abril de 2009

Fuentes dentro del edificio: Inter vención del medio ambiente exterior (II)

Los óxidos de nitrógeno proceden de la combustión, y entre sus fuentes más importantes se encuentran los gases de escape de los automóviles, los generadores eléctricos calentados con combustibles fósiles y los calentadores domésticos. El óxido nítrico (NO) es poco tóxico, pero puede oxidarse y producir dióxido de nitrógeno (NO2), en particular en casos de contaminación fotoquímica. Las concentraciones de fondo de dióxido de nitrógeno son de aproximadamente 1 ppb, pero pueden alcanzar las 0,5 ppm en áreas urbanas. El exterior es la principal fuente de dióxido de nitrógeno en los edificios sin aparatos de combustible no ventilados. Como en el caso del dióxido de azufre, la adsorción por las superficies internas reduce la concentración en el interior con respecto a la existente en el exterior.
El ozono se produce en la troposfera por reacciones fotoquí- micas en atmósferas contaminadas y su formación depende de la intensidad de la luz del sol y de la concentración de óxidos de nitrógeno, hidrocarburos reactivos y monóxido de carbono. En lugares remotos, las concentraciones de fondo de ozono son de 10 a 20 ppb y pueden superar las 120 ppb en áreas urbanas durante los meses de verano. Las concentraciones en el interior son significativamente más bajas debido a la reacción con las superficies del interiorya la falta de fuentes potentes.
Se estima que la liberación de monóxido de carbono como resultado de actividades antropogénicas origina el 30 % de la concentración presente en la atmósfera del hemisferio norte. Los niveles de fondo son de aproximadamente 0,19 ppm, y en las áreas urbanas existe un nivel diurno de concentraciones relacio- nado con el uso de vehículos de motor, con niveles máximos por hora que oscilan entre 3 ppm y 50 a 60 ppm. Es una sustancia relativamente no reactiva, por lo que no su concentración no disminuye por reacción o adsorción en las superficies de interiores. Por tanto, al nivel de fondo originado por el aire del exterior hay que añadir las fuentes de interior, como los aparatos de combustible no ventilados.
La relación entre interior y exterior en los compuestos inorgánicos depende del compuesto en cuestión y puede variar con el tiempo. Para los compuestos con fuentes importantes en el interior, como el formaldehído, suelen ser mayores las concentraciones en el interior. En el caso del formaldehído, las concentraciones en el exterior suelen ser inferiores a los
0,005 mg/m3 y las concentraciones en el interior son diez veces mayores que las del exterior. Otros compuestos como el benceno tienen fuentes importantes en el exterior, particularmente los vehículos de motor de gasolina. Entre las fuentes de benceno en el interior está el HTA, que da lugar a concentraciones medias en los edificios del Reino Unido 1,3 veces mayores que las presentes en el exterior. El medio ambiente de interiores no parece ser un medio de eliminación importante de este compuesto, por lo que no protege frente al benceno procedente del exterior.



jueves, 16 de abril de 2009

Fuentes dentro del edificio: Inter vención del medio ambiente exterior

En la Tabla 44.5 se muestran las relaciones interior-exterior típicas para los principales tipos de contaminantes presentes en el aire interior y las concentraciones medias observadas en el aire exterior de áreas urbanas en el Reino Unido. El dióxido de azufre presente en el aire interior procede normalmente del exterior, tanto de fuentes naturales como antropogénicas. La combustión de combustibles fósiles que contienen azufre y la fundición de minerales de azufre son fuentes importantes de dióxido de azufre en la troposfera. Los niveles de fondo son muy bajos (1 ppb), pero en áreas urbanas las concentraciones máximas por hora pueden ser de 0,1 a 0,5 ppm. El dióxido de azufre puede penetrar en un edificio a través del aire utilizado para la ventilación o infiltrarse a través de pequeñas grietas en la estructura del edificio, en función de la hermeticidad del edificio, de las condiciones meteorológicas y de las temperaturas internas. Una vez en el interior, se mezcla y se diluye con el aire interior. El dióxido de azufre que entra en contacto con los materiales del edificio y los muebles es adsorbido, lo cual puede reducir de forma importante la concentración en el interior con respecto a la existente en el exterior, en particular cuando los niveles de dióxido de azufre en el exterior son elevados.

martes, 14 de abril de 2009

Períodos de descanso


En el contexto de la ordenación de la jornada de trabajo, la concesión de unos períodos de descanso suficientes —como las pausas durante la jornada laboral y para las comidas, el descanso diurno o nocturno y el descanso semanales igualmente importante para el bienestar y para la salud y seguridad de los trabajadores.
La aplicación de períodos de descanso está justificada por diversas causas.

domingo, 12 de abril de 2009

Optimización del sistema de turnos (II)

En las Figuras 43.3 y 43.4 se ilustran algunos sistemas de turnos continuos y discontinuos en los que se aplican estas reglas. En la Figura 43.5 se ilustra un sistema de turnos aplicable en un lugar de trabajo con menor flexibilidad. El esquema comprende un total de 128 horas semanales de actividad y una jornada de trabajo media de 37 horas. El sistema consta de un máximo de tres turnos de noche y dos fines de semana largos(la tercera semana, de jueves a domingo; y la quinta y sexta semanas, de sábado a lunes). Se trata de un esquema irregular en el que el sentido de la rotación no es hacia adelante, por lo que resulta menos óptimo. En los sistemas de turnos basados en un total de 120 horas semanales de actividad no se pueden utilizar sistemas de turnos de rotación gradual, como sería el de trabajar desde las 06:00 horas del lunes hasta la misma hora del sábado, con una jornada semanal media de 40 horas.
El sistema de turnos que se ilustra en la Figura 43.6 resulta factible si el personal nocturno se puede reducir. De lunes a viernes trabajan dos equipos en el turno de mañana, dos en el de tarde y únicamente uno en el turno de noche. Esto permite reducir el número de jornadas nocturnas por trabajador en comparación con el sistema tradicional de tres turnos.

sábado, 11 de abril de 2009

Optimización del sistema de turnos (I)


No existe un sistema de turnos “óptimo” y los directivos y trabajadores de cada empresa deben buscar el mejor equilibrio posible entre las exigencias de la empresa y las necesidades de los traba- jadores en la toma de una decisión que, además, debe fundarse en los principios científicos que informan el diseño de los sistemas de turnos. La estrategia de aplicación influye sensiblemente en la aceptación de un nuevo sistema de turnos. Se ha publicado un gran número de manuales y directrices para la implantación de nuevos horarios de trabajo (OIT 1990). Ocurre con demasiada frecuencia que los trabajadores integrados en los turnos no participan suficientemente en las fases de análisis, planificación y diseño de sus turnos.

La solución que se perfila como la más recomendable consiste en un sistema de turnos continuos con una rotación rápida hacia adelante, ocho horas de jornada laboral, algunos fines de semana libres, un mínimo de dos días consecutivos de descanso y evitando toda modificación brusca. Este esquema básico de turnos de trabajo tiene una duración media de 33,6 horas semanales, que quizás no pueda aceptarse universalmente. Si hay que hacer turnos complementarios, el grado de aceptación aumenta si se establece un calendario con una cierta antelación, por ejemplo, a comienzos de año, con objeto de que los trabajadores puedan planificar sus vacaciones. En algunas empresas no se obliga a los trabajadores de mayor edad a hacer turnos complementarios.

jueves, 9 de abril de 2009

Distribución del tiempo libre en el sistema de tur nos

La distribución del tiempo libre entre turnos consecutivos repercute considerablemente en aspectos como el sueño, la fatiga y el bienestar, así como en la vida familiar y social y la satisfacción general del trabajador con el sistema de turnos. Si median únicamente ocho horas entre el final de una jornada y el comienzo de la siguiente, se reducen las horas de sueño y la fatiga se incrementa en el turno siguiente (Knauth y Rutenfranz 1972; Saito y Kogi 1978; Knauth y cols. 1983; Totterdell y Folkard 1990).

Demasiadas jornadas laborales sucesivas pueden provocar una acumulación de fatiga y, en su caso, una sobreexposición a los efectos de sustancias tóxicas (Bolt y Rutenfranz 1988). No es fácil fijar un límite máximo al número de jornadas de trabajo consecutivas, debido a la variabilidad de la carga de trabajo, la planificación de las pausas y la exposición a condiciones ambientales desfavorables. Con todo, Koller y cols. (1991) recomiendan fijar el límite de jornadas de trabajo consecutivas entre 5 y 7.
El descanso de fin de semana reviste particular importancia. Pátkei y Dahlgren (1981) han estudiado el grado de satisfacción con diferentes sistemas de turnos de rotación rápida. Se halló que el nivel de satisfacción con un sistema de turnos de siete días con tres a cinco días de semana libres era sensiblemente mayor que con un sistema con sólo dos días libres. Los autores postulan que “la duración del tiempo libre puede constituir un factor determinante del atractivo de los turnos de rotación rápida”. Por otra parte, los días de descanso del primer sistema de turnos se compensaban con períodos adicionales de vacaciones durante el año.
Sentido de la rotación. Otra cuestión importante es la relativa al sentido de la rotación (Tsaneva y cols. 1987; Totterdell y Folkard 1990). El sistema de turnos en el que se pasa del turno de mañana al turno de tarde y, a continuación, al turno de noche, rota hacia adelante (demora de fase, rotación en el sentido de las agujas del reloj). La rotación en sentido contrario a las agujas del reloj —o hacia atrás— se caracteriza por un adelanto de fase que se desplaza del turno de noche al de tarde y de éste al de mañana. La rotación hacia adelante parece corresponderse más con el ritmo circadiano endógeno, que tiene un período superior a 24 horas; sin embargo, sólo existen dos estudios de campo longitudinales de los efectos de los distintos sentidos de la rotación (Landen y cols. 1981; Czeisler y cols. 1982). La mayoría de los trabajadores por turnos estudiados en estos trabajos parecen preferir la rotación hacia adelante; no obstante, los resultados no son definitivos. Barton y Folkard (1993) hallaron que el sistema de rotación en sentido contrario a las agujas del reloj produce mayores niveles de fatiga y de perturbación del sueño entre turnos. Los sistemas “híbridos” no se mostraban más eficaces. Los sistemas de rotación en el sentido de las agujas del reloj estaban asociados a un menor número de problemas. En todo caso, Turck (1986) asegura que el nivel de perturbación del sueño de ambos sistemas es similar.
Se ha podido determinar que una muestra de personas que trabajaban en un sistema de turnos discontinuos con rotación hacia atrás se mostraban satisfechas con un período prolongado de descanso entre el final del último turno de mañana y el comienzo del primer turno de noche, en especial si en dicho período se incluye un fin de semana.
Aunque existen escasos elementos de juicio y se precisan más investigaciones, la rotación hacia adelante parece ser la más recomendable, al menos por lo que respecta a los sistemas de turnos continuos.

miércoles, 8 de abril de 2009

Horarios de los turnos

Aunque no existe una solución óptima al problema del horario de los turnos de trabajo, los estudios publicados avalan la recomen- dación de no iniciar la jornada de mañana demasiado temprano. Un comienzo excesivamente adelantado tiende a reducir el tiempo total de descanso, dado que la mayoría de las personas que trabajan por turnos se acuestan a la hora habitual (Knauth y cols. 1980; Åkerstedt y cols. 1990; Costa y cols. 1990b; Moors 1990; Folkard y Barton 1993). También se ha observado un aumento de la fatiga durante el turno de mañana (Reinberg y cols. 1975; Hak y Kampman 1981; Moors 1990), así como un mayor riesgo de errores y de accidentes durante él (Wild y Theis 1967; Hildebrandt y cols. 1974; Pokorny y cols. 1981; Folkard y Totterdell 1991).
Partiendo de la base que los turnos de trabajo tienen una duración invariable de ocho horas, todo retraso del inicio del turno de mañana impone un retraso correlativo del turno de noche (esto es, en lugar de fijarse los cambios de turno a las 07:00, 15:00 y 23:00, se establecen a las 08:00, 16:00 y 24:00). Todo retraso en el inicio del turno de noche lleva, asimismo, aparejada una posposición equivalente del final del turno de tarde. En ambos casos, se pueden producir problemas con el transporte, al disminuir la frecuencia de los servicios de auto- buses, trenes y tranvías.
La decisión de fijar el cambio de turnos para una hora deter- minada puede estar igualmente en función del contenido del puesto de trabajo. Así, en los hospitales, la tarea de despertar, lavar y preparar a los pacientes recae por lo general en el turno de noche (Gadbois 1991).
También se han expuesto diversas razones para iniciar antes la jornada laboral. En algunos estudios se ha subrayado que, cuanto más tarde se concilie el sueño de día al cabo de una jornada de trabajo nocturno, más breve será el reposo (Foret y Lantin 1972; Åkerstedt y Gillberg 1981; Knauth y Rutenfranz
1981). En efecto, el sueño diurno está expuesto a diversas perturbaciones y, cuanto antes se concilia el sueño tras un turno de noche, más fácil es evitarlas. Debry y cols. (1967) recomiendan que los turnos finalicen a las 04:00, 12:00 y 20:00 horas, para que los trabajadores hagan tantas comidas con la familia como puedan. Para Gadbois (1991), un comienzo adelantado del turno de noche facilita el contacto del personal con los pacientes hospitalizados.
Incluso en los sistemas de tres turnos se pueden implantar horarios de trabajo flexibles en que los trabajadores puedan elegir libremente su horario laboral (McEwan 1978; Knauth y cols. 1981b, 1984; Knauth y Schönfelder 1988). No obstante, a diferencia de lo que ocurre con los trabajadores de día, los que trabajan por turnos se ven en la necesidad de concertar el horario previamente con sus compañeros.

lunes, 6 de abril de 2009

Tratamiento del golpe de calor

El golpe de calor es una urgencia médica que requiere un rápido diagnóstico y un tratamiento agresivo para salvar la vida del paciente. La medición correcta de la temperatura interna del organismo es fundamental: la temperatura rectal o esofágica debe medirse utilizando un termómetro que pueda leer hasta 45 ºC. La temperatura no debe nunca medirse en la boca o la axila, ya que puede variar significativamente con respecto a la temperatura interna real.
El objetivo del tratamiento es reducir la temperatura corporal disminuyendo la exposición al calor y facilitando la disipación de calor desde la piel. El tratamiento consiste en trasladar al paciente a un lugar seguro, fresco, a la sombra y bien ventilado, despojarle de las prendas innecesarias y airearle. El enfriamiento del rostro y la cabeza puede ayudar a reducir la temperatura del cerebro.
Se ha puesto en duda la eficiencia de algunas técnicas de enfriamiento. Se aduce que la aplicación de compresas frías en los principales vasos sanguíneos del cuello, las ingles y las axilas, la inmersión del cuerpo en agua fría o la utilización de sábanas frías para envolver al paciente pueden desencadenar tiritonas y vasoconstricción periférica, impidiendo así un enfriamiento eficiente. El tratamiento de elección recomendado tradicional- mente cuando el paciente llegaba al centro médico era su inmersión en un baño de agua fría, seguido por un masaje vigoroso de la piel para reducir al mínimo la vasoconstricción periférica. Es un método de enfriamiento que presenta varias desventajas: plantea dificultades al personal de enfermería por la necesidad de administrar al paciente oxígeno y líquidos y controlar continuamente la presión arterial y el electrocardiograma, así como problemas higiénicos del baño por los vómitos y diarreas que sufren los pacientes comatosos. Un método alternativo consiste en pulverizar un líquido frío sobre el cuerpo del paciente al mismo tiempo que se aplica una corriente de aire para promover la evaporación del líquido en la piel. Es un método de enfriamiento que puede reducir la temperatura corporal entre 0,03 y 0,06 ºC/min.
En cuanto el paciente llega al centro médico, deben adoptarse medidas para prevenir las convulsiones, temblores y tiritonas. La monitorización cardíaca continua, la determinación de las concentraciones plasmáticas de electrolitos y los análisis de gases sanguíneos venosos son esenciales. Debe iniciarse sin demora la infusión intravenosa de soluciones electrolíticas a una temperatura relativamente baja de unos 10 ºC, junto con oxigenoterapia controlada. La entubación de la tráquea para proteger las vías aéreas, la inserción de un catéter cardíaco para estimar la presión venosa central, la colocación de un tubo gástrico y la inserción de un catéter urinario son otras de las medidas recomendadas.

domingo, 5 de abril de 2009

Características clínicas del golpe de calor

El golpe de calor se define por tres criterios:

1. hipertermia severa con una temperatura interna (corporal profunda) normalmente superior a 42 ºC;
2. alteraciones del sistema nervioso central,
3. piel caliente y seca con cese de la sudoración.


El diagnóstico de golpe de calor se establece fácilmente cuando se cumplen estos tres criterios. Desde luego, puede pasarse por alto cuando uno de esos criterios no se cumple, no está claro o se ignora. Por ejemplo, a no ser que la temperatura interna se mida correctamente y sin demora, es posible que no se detecte una hipertermia profunda; o en los estadios iniciales de un golpe de calor inducido por el esfuerzo puede persistir la sudoración o incluso ésta ser profusa, manteniendo la piel húmeda.
El golpe de calor suele aparecer de manera brusca y sin síntomas precursores, aunque algunos pacientes con riesgo inminente de golpe de calor pueden presentar síntomas de alteraciones del sistema nervioso central, como cefalea, náuseas, atontamiento, debilidad, somnolencia, confusión, ansiedad, desorientación, apatía, conducta irracional, temblores, espasmos
y convulsiones. Una vez que se produce el golpe de calor, las alte- raciones del sistema nervioso central están presentes en todos los casos. El nivel de consciencia suele estar deprimido, siendo frecuente el coma profundo. Los temblores aparecen en la mayoría de los casos, especialmente en personas con buena preparación física. Los signos de disfunción del cerebelo son evidentes y pueden persistir como secuela. Las pupilas dilatadas constituyen otra observación frecuente en estos pacientes. En las personas que sobreviven a un golpe de calor pueden quedar secuelas como ataxia cerebelosa (ausencia de coordinación muscular), hemiplejía (parálisis en un lado del cuerpo), afasia e inestabilidad emocional.
También son frecuentes los vómitos y la diarrea. La taquipnea (respiración acelerada) suele presentarse en los primeros estadios y el pulso puede ser débil y rápido. La hipoten- sión, una de las complicaciones más comunes, se produce como resultado de una marcada deshidratación, una vasodilata- ción periférica intensa y la depresión transitoria del músculo cardíaco. En algunos casos se observa insuficiencia renal aguda, especialmente cuando el golpe de calor está provocado por un esfuerzo.
En los casos graves se producen hemorragias en todos los órganos parenquimáticos, en la piel (petequia) y en el tracto gastrointestinal. Las manifestaciones hemorrágicas clínicas son melanorragia (heces de color oscuro), hematemesis (vómitos con sangre), hematuria (sangre en la orina), hemoptisis (sangre en los esputos), epistaxis (hemorragia nasal), púrpura (manchas moradas), equimosis (marcas negras y azules) y hemorragia conjuntival. Con frecuencia se produce coagulación intravascular. La diatesis hemorrágica (tendencia a sangrar) suele asociarse a coagulación intravascular diseminada (CID). La CID ocurre principalmente en las personas que sufren un golpe de calor inducido por el esfuerzo y en las que aumenta la actividad fibrinolítica (disolvente de coágulos) del plasma. Por otra parte, la hipertermia de todo el organismo reduce el recuento de plaquetas, prolonga el tiempo de protrombina, disminuye los factores de la coagulación y eleva la concentración de los productos de degradación de la fibrina (PDF). Los pacientes con signos de CID y hemorragia presentan una mayor temperatura interna, una menor presión arterial, un menor pH, una menor pO2, en la sangre arterial y una mayor incidencia de oliguria, anuria y shock, así como una mayor tasa de mortalidad.
El shock es también una complicación frecuente. Se atribuye a una insuficiencia circulatoria periférica que se agrava con la CID, causando la diseminación de coágulos en el sistema microcirculatorio.

sábado, 4 de abril de 2009

Trastornos sistémicos: Golpe de calor

El golpe de calor es una urgencia médica grave que puede provocar la muerte. Es un cuadro clínico complejo caracterizado por una hipertemia incontrolada que causa lesiones en los tejidos. Semejante elevación de la temperatura corporal se produce inicialmente por una intensa congestión por calor debida a una carga térmica excesiva. La hipertermia resultante provoca una disfunción del sistema nervioso central y, entre otras cosas, un fallo en el mecanismo normal de regulación térmica, acelerando así el aumento de la temperatura corporal. Existen dos tipos principales de golpe de calor: golpe de calor clásico y golpe de calor inducido por el esfuerzo. El primero suele afectar a personas muy jóvenes, personas de edad avanzada, personas obesas o personas con escasa preparación física cuando realizan actividades normales con exposición prolongada a elevadas temperaturas, mientras que el segundo se produce en adultos jóvenes cuando realizan esfuerzos físicos. Además, existe una modalidad mixta de golpe de calor que combina los rasgos de las dos formas anteriores.
Las personas de edad avanzada, sobre todo las que padecen un trastorno crónico, como enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus o alcoholismo, o las que tienen que recibir ciertos medi- camentos, especialmente fármacos psicotrópicos, presentan un elevado riesgo de sufrir un golpe de calor clásico. Por ejemplo, durante olas prolongadas de calor se ha observado que la tasa de mortalidad de la población mayor de 60 años es diez veces mayor que la de la población con 60 o menos años. También se ha observado un aumento similar de la mortalidad de la población musulmana mayor de 60 años durante el peregrinaje a la Meca, predominando en este caso el tipo mixto de golpe de calor. Los factores que predisponen a las personas de edad avanzada a un golpe de calor, excluidas las enfermedades crónicas mencio- nadas antes, son: percepción térmica reducida, inhibición de las respuestas vasomotoras y sudomotoras (reflejo de sudoración)a cambios en la carga térmica y menor capacidad de aclimatación al calor.
Las personas que trabajan o realizan esfuerzos físicos intensos en ambientes calurosos y húmedos corren un alto riesgo de sufrir un trastorno por calor inducido por el esfuerzo, ya sea agotamiento por calor o golpe de calor. Los atletas que se someten a un intenso esfuerzo físico pueden desarrollar hipertermia si producen calor metabólico a una gran velocidad, incluso aunque el ambiente no sea muy caluroso y, como resultado, desarrollan con frecuencia una patología asociada al estrés por calor. Las personas con peor preparación física corren menos riesgo en este sentido, ya que con más conscientes de su propia capacidad y no realizan esfuerzos tan grandes. Claro está que las personas que practican deportes por diversión y que se sienten altamente moti- vadas y eufóricas, intentan con frecuencia esforzarse más allá de su capacidad física y pueden sucumbir a un trastorno por calor (normalmente agotamiento por calor). Una mala aclimatación, una hidratación inadecuada, un atuendo poco apropiado, el consumo de alcohol y las enfermedades cutáneas que causan anhidrosis (reducción o ausencia de sudoración), principalmente sarpullidos (véase más adelante), agravan los síntomas.
Los niños son más propensos a sufrir agotamiento por calor o golpe de calor que los adultos. Producen más calor metabólico por unidad de masa y su capacidad de disipación del calor es menor por su capacidad relativamente pequeña de producir sudor.

jueves, 2 de abril de 2009

Equipos de calefacción: Tanques de enfriamiento

Los principios generales de la seguridad contra incendios en los tanques de enfriamiento han sido estudiados por Ostrowski (1991) y Watts (1990).
El proceso de enfriamiento controlado consiste en la introducción de un metal caliente en un tanque de aceite. La finalidad es endurecer o templar el material mediante un cambio metalúrgico.
La mayoría de los aceites de enfriamiento son minerales y combustibles y deben elegirse con cuidado para cada aplicación de forma que la temperatura de ignición del aceite sea superior a la temperatura de funcionamiento del tanque de inmersión.
Es fundamental que el aceite no rebose de la boca del tanque y se derrame por los laterales. Para ello se realizarán controles del nivel de líquido y drenajes adecuados.
La inmersión parcial de materiales calientes es la causa más común de incendio en los tanques de enfriamiento y puede evitarse controlando que la transferencia y el transporte del material sean los adecuados.
También deben realizarse controles para impedir que se alcancen temperaturas excesivas en el aceite y en la entrada de agua al tanque, que podrían provocar incendios graves por ebullición y derrames de líquido alrededor del tanque.
A menudo se utilizan sistemas de extinción con dióxido de carbono o productos químicos secos para proteger la superficie del tanque. Se recomienda asimismo proteger el edificio con rociadores automáticos de techo. En algunos casos puede ser necesario también disponer una protección especial para los técnicos que trabajen en las proximidades del tanque. A menudo se instalan sistemas de pulverización de agua para proteger a los trabajadores.
Pero, por encima de todo, es fundamental formar adecuadamente a los trabajadores para los casos de emergencia, incluyendo formación sobre el uso de los extintores portátiles.

miércoles, 1 de abril de 2009

Equipos de calefacción: Deshidratadores y secadores

Se utilizan para reducir el contenido de humedad de los productos agrícolas, como leche, huevos, granos, semillas y heno. Los secadores pueden ser de caldeo directo, en cuyo caso el mate- rial a secar entra en contacto con los mismos, o por caldeo indirecto. En ambos casos, es necesario efectuar controles para cerrar el suministro de calor en caso de que se alcancen temperaturas excesivas, incendio en el secador, en el sistema de escape o en el de transporte, o fallo en la ventilación. También es necesario realizar una limpieza adecuada para impedir la formación de productos que puedan provocar la ignición.