domingo, 21 de junio de 2009

Diseño arquitectónico: Planificación de espacios interiores

Es importante conocer, durante las fases de planificación, el uso que se dará al edificio o las actividades que en él se desarrollarán. Sobre todo, es importante conocer qué actividades pueden cons- tituir una fuente de contaminación, lo que permitirá posteriormente limitarlas y controlarlas. Algunos ejemplos de dichas actividades dentro de un edificio son la preparación de alimentos, los trabajos de imprenta y artes gráficas, el hábito de fumar y el uso de máquinas fotocopiadoras.
La ubicación de estas actividades en recintos específicos, separados y aislados de otras actividades, debe decidirse de tal manera que los ocupantes del edificio se vean afectados lo menos posible.
Es aconsejable que estos procesos estén provistos de un sistema de extracción localizado y de sistemas de ventilación general con características especiales. La primera de estas medidas tiene por objeto controlar los contaminantes en la fuente de emisión. La segunda, aplicable cuando existen nume- rosas fuentes, cuando éstas están dispersas en un espacio deter- minado o cuando el contaminante no sea excesivamente peligroso, debe cumplir los requisitos siguientes: debe ser capaz de proporcionar volúmenes de aire fresco adecuados en función de los niveles establecidos para la actividad en cuestión, no debe utilizar de nuevo parte alguna del aire del local ni mezclarlo con el flujo general de ventilación del edificio y debe incluir extracción forzada suplementaria si es necesario. En estos casos es preciso planificar cuidadosamente la circulación del aire en los recintos para evitar la transmisión de contaminantes entre espacios contiguos (puede crearse, por ejemplo, una presión negativa en un espacio determinado).

A veces se logra el control mediante la eliminación o la reduc- ción de contaminantes en el aire al filtrar o depurar éste químicamente. Para utilizar estas técnicas de control hay que tener en cuenta las características físicas y químicas de los contaminantes. Por ejemplo, los sistemas de filtración son adecuados para eliminar partículas del aire —en tanto que la eficacia del filtro se corresponda con el tamaño de las partículas filtradas—, pero permiten el paso de gases y vapores.
En espacios interiores, la eliminación de la fuente de contaminación es el método más eficaz de controlar ésta. Un buen ejemplo son las restricciones y prohibiciones del hábito de fumar en el lugar de trabajo. Si se permite fumar, generalmente es en zonas restringidas equipadas con sistemas de ventilación especiales.

sábado, 20 de junio de 2009

Diseño arquitectónico: Protección contra la humedad

El principal medio de control consiste en reducir la humedad de los cimientos del edificio, donde es frecuente que se desarrollen y propaguen microorganismos, especialmente hongos.
La deshumidificación de la zona y la presurización del suelo pueden evitar la aparición de agentes biológicos, así como la penetración de los contaminantes químicos que pueda haber en el suelo.
Otra medida que hay que considerar es el sellado y control de las áreas cerradas del edificio más susceptibles a la humedad del aire, ya que la humedad puede dañar los materiales utilizados en los revestimientos del edificio, con lo que dichos mate- riales pueden convertirse en una fuente de contaminación microbiológica.

viernes, 19 de junio de 2009

Diseño arquitectónico: Ventanas

Durante los últimos años se ha invertido la tendencia observada en los decenios de 1970 y 1980, y actualmente existe propensión a incluir ventanas practicables en los nuevos proyectos arquitectónicos. Lo cual comporta varias ventajas. Una de ellas es la posibilidad de obtener ventilación suplementaria en las zonas que lo necesiten (se supone que son pocas), siempre y cuando el sistema de ventilación disponga de sensores para prevenir desequilibrios en dichas áreas. Hay que tener en cuenta que la posibilidad de abrir una ventana no siempre garantiza la entrada de aire fresco en el edificio; si el sistema de ventilación está presurizado, no se conseguirá más ventilación por abrir una ventana. Otras ventajas son de carácter meramente psicosocial, ya que permiten que los ocupantes tengan un cierto grado de control individual sobre su entorno y acceso visual directo al exterior.

miércoles, 17 de junio de 2009

RADON I

El radón puede penetrar en el agua y en el gas natural del subsuelo. El agua utilizada para abastecer un edificio, sobre todo si procede de pozos profundos, puede contener cantidades importantes de radón. Si esta agua se utiliza para cocinar, la cocción puede liberar gran parte del radón que contiene. Si el agua se consume fría, el cuerpo elimina el gas rápidamente, por lo que su ingestión no suele entrañar un riesgo importante. La combustión del gas natural en estufas sin chimenea, en calen- tadores o en otros aparatos puede causar también un aumento de radón en espacios interiores, especialmente en las viviendas. El problema se agrava a veces en los cuarto de baño, debido a que el radón contenido en el agua y en el gas natural utilizado para el calentador del agua se acumula si la ventilación no es suficiente.
Dado que los posibles efectos del radón sobre la población en general no se han conocido hasta hace pocos años, los datos disponibles sobre las concentraciones existentes en espacios interiores se limitan a los países que, debido a sus características o circunstancias especiales, están más sensibilizados con este problema. Lo que sí se sabe es que en una misma región es posible encontrar concentraciones en espacios interiores muy superiores a las concentraciones del exterior. En Helsinki
(Finlandia), por ejemplo, se han encontrado concentraciones de radón en el aire interior 5.000 veces mayores que las concentra- ciones existentes normalmente en el exterior. En parte puede deberse a medidas de ahorro de energía que contribuyen notablemente a la concentración de radón en espacios interiores, en particular si el edificio está bien aislado. En los edificios estu- diados hasta ahora en diferentes países y regiones se observa que las concentraciones de radón en su interior presentan una distribución que se aproxima a la log-normal. Es de destacar que un pequeño número de edificios de cada región muestran concentraciones diez veces superiores a la media. Los valores de referencia para el radón en espacios interiores y las recomendaciones de corrección de diversas organizaciones se muestran en el apartado “Reglamentos, recomendaciones, normas y patrones” de este capítulo.
Como conclusión, la principal forma de prevenir las exposiciones al radón es evitar la construcción en áreas que, por su naturaleza, emiten una gran cantidad de radón al aire. En los casos en que esto no sea posible, los suelos y las paredes deben aislarse de forma apropiada, y no deben utilizarse materiales de construcción que contengan elementos radiactivos. Los espacios interiores, especialmente los sótanos, deben tener una ventilación suficiente.

martes, 16 de junio de 2009

RADON

La mayor parte de la radiación a la que se expone un ser humano durante su vida procede de fuentes naturales del espacio exterior o de materiales presentes en la corteza de la Tierra. Los materiales radiactivos pueden afectar al organismo desde fuera o, si

son inhalados o ingeridos con alimentos, desde dentro. La dosis recibida es muy variable, porque depende, por un lado, de la cantidad de minerales radiactivos presentes en el área del mundo en la que vive la persona —que está relacionada con la cantidad de radioisótopos presentes en el aire y con la cantidad existente en los alimentos y sobre todo en el agua potable— y, por el otro, del uso de ciertos materiale s de construcción y de la utilización de gas o carbón como combustible, así como del tipo de construc- ción empleado y de los hábitos tradicionales de las personas de la localidad en cuestión.
En la actualidad, el radón se considera la fuente más frecuente de radiación natural. Junto con sus “hijos”, los radioisótopos formados durante su desintegración, el radón constituye aproximadamente tres cuartas partes de la dosis eficaz equivalente a la que los seres humanos están expuestos debido a fuentes terrestres naturales. La presencia de radón se asocia a un aumento de la incidencia de cáncer de pulmón debido al depó- sito de sustancias radiactivas en la región bronquial.
El radón es un gas incoloro, inodoro e insípido con un peso siete veces superior al del aire. Existen normalmente dos isótopos. Uno es el radón 222, un radioisótopo presente en la serie radiactiva relacionada con la desintegración del uranio 238; su fuente más importante en el medio ambiente son las rocas y la tierra, en las que se forma el elemento que le precede, el radio 226. El otro es el radón 220, perteneciente a la serie radiactiva del torio, y cuya incidencia es menor que la del radón 222.

El uranio está muy extendido en la corteza terrestre. La concentración media del radio en el suelo es del orden de 25 Bq/kg. Un becquerel (Bq) es la unidad del sistema internacional y representa una unidad de actividad radioisotópica equivalente a una desintegración por segundo. La concentración media de gas radón en la atmósfera en la superficie terrestre es de 3 Bq/m3, con unos valores que oscilan entre 0,1 (sobre los océanos) y 10 Bq/m3. El nivel depende de la porosidad del suelo, de la concentración local de radio 226 y de la presión atmosférica. Dado que la semivida del radón 222 es de 3.823 días, la mayor parte de la dosis no está causada por el gas, sino por sus “hijas”.
El radón se encuentra en materiales existentes y fluye de la tierra en cualquier lugar. Debido a sus características, se dispersa fácilmente en el exterior, pero tiene tendencia a concentrarse en espacios cerrados, sobre todo en fosos y edificios, y en especial en espacios mas pequeños en los que su eliminación es difícil sin una ventilación adecuada. En regiones cálidas se estima que las concentraciones de radón en interiores son ocho veces mayores que las concentraciones en el exterior.
Así pues, la exposición al radón para la mayor parte de la población tiene lugar principalmente en el interior de los edificios. La media de las concentraciones de radón depende, básica- mente, de las características geológicas del terreno, de los materiales de construcción utilizados y de las características de ventilación del edificio.
La principal fuente de radón en los espacios interiores es el radio presente en el suelo sobre el que descansa el edificio o los materiales utilizados en su construcción. Otras fuentes impor- tantes —aunque su influencia relativa es mucho menor— son el aire exterior, el agua y el gas natural. En la Figura 44.4 se muestra la aportación de cada fuente al total.
Los materiales de construcción más comunes, como la madera, los ladrillos y los bloques de hormigón de escoria, emiten relativamente poco radón, a diferencia del granito y de la piedra pómez. Con todo, los principales problemas están causados por el uso de materiales naturales, como la pizarra de alumbre, en la producción de materiales de construcción. Otra fuente de problemas ha sido el uso de subproductos relacionados con el tratamiento de los minerales de fosfato y con la produc- ción de aluminio, así como con el uso de la escoria resultante del tratamiento del mineral de hierro en altos hornos y de las cenizas originadas en la combustión del carbón. Además, en algunos casos también se utilizaron en la construcción residuos procedentes de la minería del uranio.

lunes, 15 de junio de 2009

Concentraciones típicas en edificios (II)

Muchos COV están presentes en el medio ambiente de inte- rior a concentraciones que varían entre aproximadamente 2 y 20 mg/m3. En la Figura 44.3 se resume una base de datos de Estados Unidos con 52.000 registros sobre 71 productos químicos en viviendas, edificios públicos y oficinas. En los ambientes en los que el consumo de tabaco es intenso o la ventilación deficiente se generan concentraciones de HTA elevadas, que pueden producir concentraciones de COV de entre 50 hasta 200 mg/m3. Los materiales de construcción contribuyen de forma importante a las concentraciones de contaminantes en el interior, y en las casas nuevas probablemente haya mayor número de compuestos que superen los 100 mg/m3. Las reformas y la pintura contribuyen a la producción de niveles significativamente más altos de COV. Las concentraciones de compuestos, como el acetato etílico, el 1,1,1-tricloroetano y el limoneno, pueden superar los 20 mg/m3 en los períodos en que el edificio está ocupado, mientras que en ausencia de los residentes la concentración de diversos COV puede disminuir en cerca del 50 %. Se han descrito casos específicos de concentraciones elevadas de contaminantes debidas a los materiales y al
mobiliario, a partir de las quejas de los ocupantes del edificio. Entre estos contaminantes se encuentran la trementina mineral resultante de la inyección de hiladas hidrófugas para aislamiento de muros, el naftaleno de productos que contienen alquitrán mineral, el etilhexanol procedente de suelos vinílicos y el formal- dehído liberado en productos a base de madera.
El gran número de COV presentes en los edificios dificulta detallar las concentraciones de algunos compuestos seleccionados. El concepto de COVT se ha utilizado como medida de la mezcla de compuestos presentes. No existe ninguna definición de uso generalizado de los compuestos que representan los COVT, pero algunos investigadores han propuesto que la limitación de las concentraciones por debajo de 300 mg/m3 debería reducir las quejas de los ocupantes con respecto a la calidad del aire interior.
Los plaguicidas utilizados en el interior tienen una volatilidad relativamente baja y sus concentraciones se encuentran en un nivel bajo (microgramos por metro cúbico). Los compuestos volatilizados pueden contaminar el polvo y todas las superficies del interior debido a sus bajas presiones de vapor y a la tendencia a ser adsorbidos por los materiales del interior. Las concentraciones de HPA en el aire también dependen en gran medida de su distribución entre las fases de gas y de aerosol. El consuno de tabaco por los ocupantes puede tener un efecto importante sobre las concentraciones en el aire interior. Las concentraciones de HPA varían normalmente entre 0,1 y 99 ng/m3.

sábado, 13 de junio de 2009

Aumento del rendimiento

Las pausas para descansar se han considerado por regla general como interrupciones improductivas del tiempo de trabajo. Sin embargo, Graf (1922, 1927) demostró que los períodos de descanso podían considerarse, por así decirlo, como una “recompensa”. La experiencia del deporte enseña que los velocistas inician la carrera de 100 metros a gran velocidad, mientras que los fondistas inician la carrera de 5.000 metros “al trote”. Graf ha publicado resultados semejantes en relación con el trabajo mental (Figura 43.9). En un experimento, se pidió a tres grupos de personas que realizasen determinados cálculos, y los salarios se vincularon al rendimiento. Desconocedores de esta circunstancia, los miembros del grupo A (que disfrutaron de su primer descanso al cabo de tres horas) empezaron a trabajar a un ritmo más redu- cido que los integrantes del grupo B (que sabían que tendrían la primera pausa para descansar a los 45 minutos de trabajo). Tanto la mayor velocidad inicial como el máximo rendimiento posterior correspondieron al grupo C (con un período de descanso cada 15 minutos de trabajo).

viernes, 12 de junio de 2009

Prevención de la fatiga

Como se ilustra en los estudios clásicos de Karrasch y Müller (1951), cuando se realiza un trabajo físico pesado, un mayor número de pausas para descansar puede servir, no sólo para reducir la fatiga, sino también, en determinadas circunstancias, para prevenirla. En el laboratorio, los sujetos hacían ejercicio en la bicicleta ergométrica (Figura 43.7). Este duro esfuerzo físico (10 mkp/seg) se estructuraba así: al final de cada período de trabajo (100 %) se concedía un período más prolongado de descanso (150 %). Cada uno de los tres experimentos se caracteri- zaba por una duración distinta de los períodos de trabajo y de descanso. Así, en el primer experimento, el sujeto trabajaba 5 minutos, descansaba 7 minutos, volvía a trabajar 5 minutos y ponía fin a la experiencia cuando estaba agotado. La frecuencia cardíaca alcanzaba unas 140 pulsaciones por minuto durante el primer período de trabajo y más de 160 durante el segundo período. Transcurrida una hora desde el final del experimento, la frecuencia cardíaca no había alcanzado el valor que tenía antes de iniciarse la experiencia. El segundo experimento descrito en la figura citada constaba de períodos de trabajo (2 minutos) y de descanso (3 minutos) más breves. Aunque la carga de trabajo era idéntica a la del primer experimento, el sujeto podía trabajar más tiempo antes de quedar totalmente agotado. En el tercer experimento se fijaron unos valores extremos de 0,5 minutos de trabajo y 0,75 minutos de descanso. El corazón latía a un ritmo regular y el experimento finalizaba, no por el agotamiento del sujeto, sino por razones técnicas. Aunque, evidentemente, esta alternancia extrema del trabajo y el descanso no es aplicable en la industria, la experiencia ilustra cómo puede prevenirse la fatiga extrema si se fraccionan las pausas.
Este fenómeno se ha contrastado igualmente en otros estudios realizados con diferentes indicadores, como el ácido láctico (Åstrand y Rodahl 1970).
En un estudio realizado en una muestra de trabajadores del metal, la comparación de un sistema de 20 minutos de trabajo seguidos invariablemente de una pausa de 10 minutos con un sistema de 10 minutos de trabajo y una pausa 5 minutos permitió establecer la superioridad del segundo esquema (Scholz 1963), debido a que, en él, la frecuencia cardíaca media a lo largo de 8 horas era más baja.
La prevención de la fatiga se ha evidenciado igualmente realizando determinaciones de la frecuencia cardíaca en experimentos de aprendizaje de los rendimientos sensoriomotores (Rutenfranz y cols. 1971). Además, el aprendizaje era claramente más rápido en los experimentos que comprendían períodos regulares de descanso que en aquellos otros en los que ese descanso estaba ausente, como se ilustra en la Figura 43.8.

jueves, 11 de junio de 2009

Recuperación

Los trabajadores que realizan labores con elevada carga física tienden a fatigarse y se ven en la necesidad de interrumpir esporádicamente el trabajo para descansar. Estas pausas permiten la desaparición de los síntomas de cambios funcionales reversibles. Por ejemplo, si el esfuerzo físico provoca un aumento de la frecuencia cardíaca, ésta vuelve al valor anterior al inicio del trabajo al cabo de una pausa suficiente para descansar. La eficacia de la pausa se reduce en proporción exponencial inversa a la duración de la misma. La mayor eficacia de una pausa breve ha permitido fijar el principio de que muchas interrupciones cortas son preferibles a unas pocas pausas muy prolongadas.

martes, 9 de junio de 2009

Alteraciones cutáneas: Astenia anhidrótica tropical

Es un término que se puso de moda durante la segunda Guerra Mundial cuando las tropas desple- gadas en zonas tropicales sufrieron erupciones por calor e intolerancia al calor. Es una modalidad del síndrome de retención del sudor que se encuentra en ambientes tropicales calurosos y húmedos. Se caracteriza por anhidrosis y erupciones tipo miliaria, acompañadas de síntomas de congestión por calor, como palpitaciones, pulso acelerado, hipertermia, cefalea y debi- lidad. Produce rápida y gradualmente intolerancia a la actividad física en ambientes calurosos. Suele ir precedida de una miliaria rubra generalizada.

lunes, 8 de junio de 2009

Alteraciones cutáneas

La erupción por calor o miliaria es la alteración cutánea más común asociada a la exposición al calor. Se produce cuando la obstrucción de los conductos sudoríparos impide que el sudor alcance la superficie cutánea y se evapore. El síndrome de retención del sudor aparece cuando la anhidrosis (imposibilidad de liberar sudor) afecta a toda la superficie corporal y predispone al paciente a un golpe de calor.
La miliaria suele estar provocada por un esfuerzo físico en un ambiente caluroso y húmedo, enfermedades febriles, aplicación de compresas húmedas, vendajes, escayolas o cintas adhesivas, o la utilización de prendas poco permeables. La miliaria se clasifica en tres tipos según el grado de retención de sudor: miliaria cristalina, miliaria rubra y miliaria profunda.
La miliaria cristalina está causada por una retención del sudor en o justo por debajo del estrato córneo de la piel, en donde se forman ampollas pequeñas, transparentes, sin inflamación. Suele aparecer en “grupos” tras sufrir quemaduras solares severas o durante una enfermedad febril. Por lo demás, este tipo de miliaria es asintomática y remite espontáneamente en unos días, cuando las ampollas se rompen y forman escamas.
La miliaria rubra aparece cuando la exposición intensa al calor produce una sudoración prolongada y profusa. Es el tipo más frecuente de miliaria, caracterizado por la acumulación de sudor en la epidermis. Se forman pápulas, vesículas o pústulas rojas, acompañadas por sensación de quemazón y picor (sarpu- llido). El conducto sudoríparo está obstruido en su parte terminal, lo que se atribuye a la acción de bacterias aeróbicas residentes, principalmente cocos, cuya población aumenta considerablemente en el estrato córneo cuando éste se hidrata con el sudor. Las bacterias secretan una toxina que daña las células epiteliales córneas del conducto sudoríparo y provoca una reacción inflamatoria que precipita la obstrucción de la luz del conducto. La infiltración de leucocitos provoca la completa obstrucción del conducto e imposibilita el flujo del sudor durante varias semanas.
En la miliaria profunda, el sudor queda retenido en la dermis y produce unas pápulas planas e inflamadas, nódulos y abcesos, con menos sensación de picor que en la miliaria rubra. Es un tipo de miliaria que se encuentra normalmente sólo en las zonas tropicales. Puede evolucionar en una secuencia progresiva a partir de una miliaria rubra tras episodios repetidos de sudora- ción intensa, cuando la reacción inflamatoria se extiende hacia abajo desde las capas superiores de la piel.

domingo, 7 de junio de 2009

Prevención del golpe de calor

Para prevenir un golpe de calor, deben tenerse en cuenta numerosos factores humanos, como la aclimatación, la edad, la anatomía, el estado de salud en general, la ingesta de agua y sales, la vestimenta, las peculiaridades de los cultos religiosos y la ignorancia o la propensión a ignorar las normas que tienen como finalidad promover la salud pública.
Antes de realizar un esfuerzo físico en un ambiente caluroso, los trabajadores, los atletas o los peregrinos deben ser informados de la carga de trabajo y el nivel de estrés por calor que tendrán que soportar, así como los riesgos de un golpe de calor. Antes de arriesgarse a realizar una actividad física intensa y/o a exponerse
a altas temperaturas, se recomienda un período de aclimatación. El nivel de actividad debe corresponderse con la temperatura ambiente y el esfuerzo físico debe evitarse o al menos reducirse al mínimo durante las horas más calurosas del día. Cuando se realiza un esfuerzo físico, es esencial tener libre acceso a agua. Puesto que con el sudor se pierden electrolitos y la posibilidad de ingesta voluntaria de agua puede estar limitada, retrasando así la reposición de líquidos para evitar la deshidratación térmica, tras una intensa sudoración deben también reponerse los electrolitos. La utilización de un ropa adecuada es otra medida importante. Las prendas fabricadas con tejidos que absorben el agua y son permeables al aire y al vapor de agua facilitan la disipación del calor.

viernes, 5 de junio de 2009

Equipos de procesos químicos: Localización y protección de las instalaciones

Una vez identificados los peligros y las consecuencias en caso de incendio, explosión o liberación de productos tóxicos, puede estudiarse la localización de la planta química.
Lees (1980) y Bradford (1991) han elaborado unas directrices relativas a la localización de las plantas, que deben estar suficientemente alejadas de las comunidades vecinas para garan- tizar que no se vean afectadas en caso de accidente industrial. Una técnica ampliamente utilizada para determinar la distancia de separación de las plantas químicas es la QRA, o valoración del riesgo cuantitativo.
En el desastre ocurrido en Bhopal, India, en 1984 se vieron las consecuencias de ubicar una planta química demasiado cerca de una comunidad: más de 1.000 personas resultaron muertas por productos químicos tóxicos en un accidente industrial.
El dejar una zona libre alrededor de la planta química permite un acceso rápido a la misma del equipo de bomberos desde cualquier punto, sea cual sea la dirección del viento.
Las plantas químicas deben disponer de cámaras de control antiexplosión, refugios para los trabajadores y equipos de extin- ción de incendios que garanticen la seguridad de los trabaja- dores y permitan una intervención efectiva del equipo de bomberos en caso de accidente.

jueves, 4 de junio de 2009

Equipos de procesos químicos: Operaciones y equipos de procesamiento

La primera fase del diseño es analizar los procesos químicos implicados y su potencial de liberación de energía. Lees (1980), en su obra Loss Prevention in the Process Industries, considera las fases siguientes:
• diseño adecuado de los procesos;
• estudio de los mecanismos de fallo y análisis de fiabilidad;
• identificación de los peligros y auditorías de seguridad,
• evaluación de riesgos—causas/consecuencias.

Al estudiar los niveles de peligrosidad debe evaluarse:

• la emisión y dispersión potencial de productos químicos, especialmente de sustancias tóxicas y contaminantes;
• los efectos de la radiación en un incendio y la dispersión de productos combustibles,
• los productos de explosión, especialmente ondas de choque con capacidad para destruir fábricas y edificios.

Puede encontrarse más información sobre los riesgos y su control en Plant guidelines for technical management of chemical process safety (AIChE, 1993); Sax’s Dangerous Properties of Industrial Materials (Lewis, 1979) e Industrial Fire Hazards Handbook del NFPA
(Linville, 1990).

miércoles, 3 de junio de 2009

Equipos de procesos químicos

Las operaciones que se realizan para modificar la naturaleza química de los materiales han sido causa frecuente de importantes catástrofes, ocasionando grandes daños y muertos y heridos entre los trabajadores y las comunidades vecinas. Los peligros que presentan las plantas químicas son los incendios, las explosiones y la liberación de materiales tóxicos. Esta energía destructiva procede a menudo de una reacción química incontrolada en los materiales en proceso o de la combustión de materiales que producen ondas expansivas, altos niveles de radiación y proyectiles, que pueden causar víctimas a gran distancia.

lunes, 1 de junio de 2009

Trabajo con tensión: Formación y calificación

Deberán aplicarse programas específicos de formación para desarrollar y mantener la capacidad de los trabajadores calificados o formados para desempeñar trabajo relacionados con la tensión. Una vez impartido el programa, los trabajadores recibirán una nota de calificación y autorización para realizar trabajos específicos con tensiones específicas.