lunes, 28 de julio de 2014

Efectos biológicos (I)

Los riesgos profesionales que entrañan las formas de radiación visible e infrarroja para los ojos y la piel están limitados por la aversión de los ojos a la luz brillante y la sensación de dolor en la piel producida por un calentamiento radiante intenso. El ojo está bien adaptado para autoprotegerse contra lesiones por radiación óptica intensa (debidas a energía radiante ultravioleta, visible o infrarroja) procedente de la luz solar ambiental. Está protegido por una respuesta de aversión natural a la observación de fuentes de luz brillante que normalmente lo protege de lesiones por exposición a fuentes tales como el sol, las lámparas de arco y los arcos de soldadura, dado que esa aversión limita la duración de la exposición a una fracción de segundo (dos décimas aproximada- mente). No obstante, las fuentes con fuerte emisión IR sin un estí- mulo visual intenso pueden ser peligrosas para el cristalino en caso de exposición crónica. Uno también puede obligarse a mirar al sol, a un arco de soldadura o a un campo nevado y sufrir por ello una pérdida temporal (y a veces permanente) de visión. En una instalación industrial en la que hay luces brillantes a baja altura en el campo de visión, los mecanismos protectores del ojo son menos eficaces, por lo que es especialmente importante adoptar precauciones contra el riesgo.
Existen al menos cinco tipos distintos de riesgos para el ojo y la piel debidos a fuentes de luz intensa y radiación IR, y es preciso comprender cada uno de ellos para elegir las medidas protectoras. Además de los riesgos potenciales que presenta la radiación ultravioleta (RUV) de algunas fuentes de luz intensa, hay que tener en cuenta los siguientes: (Sliney y Wolbarsht 1980; OMS 1982):


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