martes, 20 de enero de 2015

Vínculos con el desarrollo sostenible (III)

El desarrollo sostenible supone que estos costes ambientales y sociales, que en el pasado han sido “externalizados” por la indus- tria y la sociedad en general, se “internalicen” en lo sucesivo y se reflejen en los costes de mercado de los bienes y servicios. Este proceso de internalización está siendo impulsado por los agentes del mercado y los grupos de consumidores, por la nueva regula- ción legal —incluidos los denominados instrumentos econó- micos— y por las propias empresas. Sin embargo, las posibilidades de éxito de este proceso de integración de los costes sociales y ambientales reales de la producción y el consumo estarán en función de la aplicación de nuevos esquemas de colaboración, comunicación y participación en el proceso de toma de decisiones. Las organizaciones sindicales y empresariales tienen una función vital que desempeñar en este proceso, concretamente, en las fases de diseño, aplicación y supervisión.
En este contexto, puede ser de utilidad llamar la atención del lector hacia las ingentes gestiones diplomáticas que se realizan en el marco del seguimiento de la CNUMAD con objeto de hacer posible el examen de los actuales desequilibrios en los esquemas mundiales de producción y consumo. En el capítulo 4 de la Agenda XXI, titulada “Esquemas de consumo cambiantes” se propugna la adopción de medidas tendentes al logro de los objetivos siguientes:
(a) Promover unos esquemas de producción y consumo que tiendan a reducir la presión sobre el medio ambiente y satisfaga las necesidades básicas de la humanidad.
(b) Mejorar el conocimiento de la función del consumo y del modo de crear unos hábitos de consumo sostenibles.
En el capítulo se reconoce asimismo abiertamente la nece- sidad de incrementar sustancialmente el consumo de productos básicos de millones de personas que viven en muchas regiones del mundo actualmente sumidas en la pobreza y estrechez más absolutas. Es previsible que los contactos y negociaciones que actualmente tienen lugar en el marco de la Comisión para el Desarrollo Sostenible sean lentos y laboriosos; sin embargo, podrían producir algunos cambios significativos en los actuales esquemas de producción y consumo, sobre todo en algunos de los sectores más críticos de la economía, como la química, la energía y el transporte. Estos contactos y negociaciones también repercutirán significativamente en los intercambios internacio- nales. Sin duda, todos estos cambios influirán de forma sustan- cial en la política ambiental y de salud y seguridad en el trabajo aplicada en los países industrializados y en las naciones en desa- rrollo, así como en otras áreas del mundo del trabajo, sobre todo en materia de empleo, ingresos y formación.
Aunque todas estas cuestiones se examinan actualmente en el ámbito mundial, es evidente que habrán de aplicarse en cada lugar de trabajo. Es, por lo tanto, imprescindible que este proceso de negociación a escala mundial sea un reflejo de la realidad, esto es, de las posibilidades y limitaciones existentes en el ámbito del lugar de trabajo en todo el mundo. En vista de la globalización de la economía y de la rápida transformación que experimentan la organización y las estructuras de nuestros lugares de trabajo (por ejemplo, la subcontratación, el trabajo a tiempo parcial y a domicilio y el teletrabajo), y de los cambios

que previsiblemente traerá el siglo XXI a nuestra percepción del trabajo, nuestro estilo de vida y el empleo mismo, la tarea no será fácil. Sin embargo, las perspectivas de éxito de este proceso dependerán del apoyo, en todas sus etapas, de un esquema de colaboración tripartita entre los gobiernos y las organizaciones sindicales y empresariales.

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