lunes, 9 de febrero de 2015

Rendimiento manual

Las manos son muy sensibles a la exposición al frío. Debido a su pequeña masa y a su gran superficie, las manos y los dedos pierden mucho calor a pesar de mantener unas temperaturas tisulares elevadas (entre 30 y 35 ºC). En consecuencia, esas temperaturas elevadas sólo pueden mantenerse con un alto nivel de producción interna de calor que permita un flujo sanguíneo elevado y sostenido a las extremidades.
La pérdida de calor en las manos puede reducirse en ambientes fríos utilizando unos guantes apropiados. Desde luego, unos buenos guantes para proteger del frío tienen necesaria- mente grosor y volumen y, en consecuencia, deterioran la destreza manual. Por consiguiente, el rendimiento manual en ambientes fríos no puede conservarse con medidas pasivas. En el mejor de los casos, la reducción del rendimiento puede limitarse
si se llega a un compromiso equilibrado entre la elección de unos guantes funcionales, la conducta en el trabajo y un régimen adecuado de exposición al frío.
El funcionamiento de las manos y los dedos depende de las temperaturas tisulares locales (Figura 42.16). Los movimientos finos, delicados y rápidos de los dedos se entorpecen cuando la temperatura de los tejidos desciende tan sólo unos grados. Con un enfriamiento más profundo y un descenso de la temperatura, la locomotricidad gruesa también se deteriora. La destreza manual se deteriora considerablemente con unas temperaturas cutáneas de unos6a8 ºC como consecuencia del bloqueo de los receptores sensoriales y térmicos de la piel. Dependiendo de los requisitos del trabajo, es posible que tenga que medirse la temperatura cutánea en varios lugares de las manos y los dedos. La temperatura en la punta de los dedos puede descender más de diez grados comparada con la temperatura del dorso de la mano en ciertas condiciones de exposición. En la Figura 42.17 se indican las temperaturas críticas para diferentes tipos de efectos en la destreza manual.

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