sábado, 7 de abril de 2012

Aceptación cultural de la violencia

En muchas sociedades existe una tolerancia generalizada de la violencia entre o contra ciertos grupos (Rosenberg y Mercy 1991). Aunque muchas personas la desaprueben, se suele justificar y tolerar como respuesta “normal” ante una situación de rivalidad. La violencia entre minorías y grupos étnicos se suele consentir, al considerarla una reacción justa ante la discriminación, la pobreza y la imposibilidad de lograr una mayor justicia social o económica, lo que redunda en una escasa autoestima y en el bajo valor que se atribuye a la vida humana. Por consiguiente, la agresión se considera una consecuencia de vivir en una sociedad violenta, más que de trabajar en un lugar inseguro. Por último, existe también el “síndrome del puesto de trabajo”, en virtud del cual se presupone que los trabajadores de determinados puestos deben soportar ofensas verbales, amenazas e, incluso, agresiones físicas (SEIU 1995; Unison 1992).

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