martes, 14 de octubre de 2008

Sudoración

En el ser humano, el sudor contribuye a la regulación térmica y es secretado por entre 2 y 4 millones de glándulas sudoríparas ecrinas repartidas de manera no uniforme por la superficie del cuerpo. Al contrario que las glándulas sudoríparas apocrinas, que tienden a aparecer agrupadas (en el rostro, las manos y las regiones axilar y genital) y que secretan sudor a los folículos pilosos, las glándulas ecrinas secretan sudor directamente a la superficie de la piel. Es un sudor inodoro, incoloro y relativa- mente diluido, puesto que se trata de un ultrafiltrado de plasma, motivo por el cual posee un elevado calor latente de evaporación y es ideal para los fines de la termolisis.
Como ejemplo de la eficacia de este sistema termolítico, un hombre que trabaje con un consumo de oxígeno de 2,3 l/min producirá un calor metabólico neto (M– W) de aproximada- mente 640 W. Sin sudoración, la temperatura corporal aumen-taría a un ritmo aproximado de 1 °C cada 6 o 7 min. Con una evaporación eficiente de unos 16 g de sudor por minuto (una tasa razonable), la velocidad de la pérdida de calor puede igualar a la velocidad de acumulación de calor, de manera que la tempera- tura interna del organismo se mantiene estable; es decir,

M–W  R  C–E =0

Las glándulas ecrinas tienen una estructura sencilla consti- tuida por una parte secretora en forma de espiral, un conducto y un poro cutáneo. El volumen de sudor producido por cada glán- dula depende tanto de la estructura como de la función de la glándula y la tasa total de sudoración depende a su vez del número de glándulas (densidad de glándulas sudoríparas activas)
y de la producción de cada una de esas glándulas. El hecho de que algunas personas suden más que otras puede atribuirse prin- cipalmente a las diferencias en el tamaño de las glándulas sudorí- paras (Sato y Sato 1983). La aclimatación al calor es otro factor importante que determina la producción de sudor. Con la edad, la disminución de la tasa de sudoración se debe no tanto a un menor número de glándulas ecrinas activas como a una menor producción de sudor por glándula (Kenney y Fowler 1988), probablemente como resultado de la combinación de altera- ciones estructurales y funcionales que acompañan al proceso de envejecimiento.
Al igual que las señales vasomotoras, los impulsos nerviosos que reciben las glándulas sudoríparas se originan en los centros supra y preópticos de hipotálamo anterior y descienden a lo largo del tallo encefálico. Las glándulas están enervadas por fibras colinérgicas simpáticas, una rara combinación en el orga- nismo humano. Aunque la acetilcolina es el principal neurotransmisor, los transmisores adrenérgicos (catecolaminas) también estimulan las glándulas ecrinas.
En muchos aspectos, el control de la sudoración es similar al control del flujo sanguíneo periférico. Ambos tienen caracterís- ticas similares de activación (umbral) y una relación lineal con el aumento de Tc. La sudoración suele iniciarse antes en la espalda y el pecho, y las curvas de la relación entre la tasa local de sudoración y Tc tienen una mayor pendiente en estos lugares. Al igual que el FSP, la sudoración se ve modificada por factores no térmicos, como una hidratación insuficiente o la hiperosmola- lidad. Conviene también recordar que existe un fenómeno llamado “hidromeiosis”, que ocurre en ambientes muy húmedos
o zonas de la piel cubiertas constantemente por prendas húmedas. En esas zonas siempre húmedas se reduce el flujo de

sudor, lo que sirve como mecanismo de protección contra la deshidratación continua, puesto que el sudor que permanece en la piel en lugar de evaporarse no sirve para fines termolíticos.
Con una tasa de sudoración adecuada, la pérdida de calor por evaporación depende en definitiva del gradiente de la presión del vapor de agua entre la piel húmeda y el aire que la rodea. Así, una elevada humedad ambiental y el uso de prendas gruesas o impermeables limitan la pérdida de calor por evaporación, mientras que el aire seco, las corrientes de aire sobre el cuerpo y una prendas de vestir finas y porosas facilitan la evaporación. Por otra parte, cuando se realiza un trabajo intenso y se produce una sudoración abundante, la pérdida de calor por evaporación puede también verse limitada por la capacidad del organismo para producir sudor (como máximo entre1y2 l/h).

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