Se sabe por estudios realizados con animales que la melatonina, debido a un efecto sobre los niveles de hormonas sexuales en circulación, tiene un efecto oncoestático indirecto. Algunos estudios con animales indican asimismo que los campos magné- ticos suprimen la producción de melatonina pineal, hallazgo que sugiere un mecanismo teórico para el aumento notificado (por ejemplo) del cáncer de mama posiblemente provocado por la exposición a tales campos. Recientemente se ha propuesto una explicación alternativa al aumento del riesgo de cáncer. Se ha descubierto que la melatonina es un eliminador muy potente de radicales hidroxilo y que, por lo tanto, inhibe consi- derablemente el daño que los radicales libres podrían causar al ADN. Si se suprimen los niveles de melatonina, por efecto por ejemplo por campos magnéticos, el ADN es más vulnerable al ataque por oxidación. Esta teoría explica porqué la depresión de la melatonina por campos magnéticos podría provocar una mayor incidencia de cáncer en cualquier tejido.
Ahora bien, ¿disminuyen realmente los niveles de melatonina en la sangre cuando los individuos están expuestos a campos magnéticos débiles? Existen indicios de que puede ser así, pero es necesario seguir investigando. Desde hace algunos años se sabe que la capacidad de las aves para orientarse durante las migraciones estacionales está relacionada con la presencia en las células de cristales de magnetita que responden al campo magnético terrestre. Ahora, como se ha expuesto, se ha demostrado también que en sus células humanas hay cristales de magnetita en una concentración teóricamente lo bastante elevada para responder a campos magnéticos débiles. Así pues, el papel de estos cristales de magnetita debería tenerse en cuenta en cualquier debate sobre los posibles mecanismos que pueden proponerse como relacionados con los efectos potencialmente perjudiciales de los campos eléctricos y magnéticos.
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