sábado, 29 de agosto de 2009

ACCIDENTES POR RADIACION: Descripción, fuentes y mecanismos


Aparte del transporte de materiales radiactivos, existen tres situaciones en las que pueden producirse accidentes por radiación:
• utilización de reacciones nucleares para producir energía o armas, o para la investigación;
• aplicaciones industriales de la radiación (gammagrafía, irradiación),
• medicina de investigación y medicina nuclear (diagnóstico o terapia).

Los accidentes por radiación pueden clasificarse en dos grupos, atendiendo a si se produce o no emisión o dispersión de radionúclidos en el medio ambiente; cada uno de ellos afecta a poblaciones diferentes.
La magnitud y duración del riesgo de exposición para la población en general depende de la cantidad y características
(semivida, propiedades fisicoquímicas) de los radionúclidos liberados al medio ambiente (Tabla 39.18). Este tipo de contamina- ción se produce cuando, en centrales nucleares o industriales o en instalaciones médicas, se rompe alguna de las barreras de contención que separan los materiales radiactivos del medio ambiente. Si no tiene lugar una emisión al entorno, sólo resultarán expuestos a la radiación los trabajadores presentes en la instalación o los que manipulan los equipos o materiales radiactivos.
La exposición a la radiación ionizante puede producirse por tres vías, independientemente de que el grupo diana se componga de trabajadores o de población en general: irradiación externa, irradiación interna y contaminación de piel y heridas.
La irradiación externa tiene lugar cuando las personas se ven expuestas a una fuente de radiación exterior al cuerpo, ya sea concentrada (radioterapia, fuentes de radiación) o difusa (nubes radiactivas y lluvia radiactiva, Figura 39.5). La irradiación puede ser parcial y afectar sólo a una parte del cuerpo, o total y extenderse a todo él.
Se produce irradiación interna cuando se introducen sustan- cias radiactivas en el organismo (Figura 39.5), ya sea por inhala- ción de partículas radiactivas presentes en el aire (por ejemplo cesio 137 o iodo 131, contenidos en la nube de Chernóbil), o por ingestión de materias radiactivas presentes en los alimentos
(como iodo 131 en la leche). La irradiación interna puede afectar a todo el cuerpo o sólo a determinados órganos, dependiendo de la naturaleza de los radionúclidos: el cesio 137 se distribuye de forma homogénea por todo el cuerpo, en tanto que el iodo 131 y el estroncio 90 se concentran respectivamente en la glándula tiroides y en los huesos.
Por último, puede producirse también una exposición por contacto directo de las sustancias radiactivas con la piel y las heridas.

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