En 1985, el inspector general de Sanidad del Public Health Service de Estados Unidos revisó las consecuencias sanitarias del consumo de tabaco en el lugar de trabajo con respecto al cáncer y a las enfermedades pulmonares crónicas. La conclusión a la que llegó fue que para la mayoría de los trabajadores de Estados Unidos, el consumo de cigarrillos representa una causa de muerte y discapacidad mayor que su entorno de trabajo. Con todo, el control del consumo de tabaco y la disminución de la exposición a agentes peligrosos en el lugar de trabajo son esenciales, ya que con frecuencia estos factores actúan de forma sinérgica con el consumo de tabaco en la inducción y en el desarrollo de enferme- dades respiratorias. Se ha demostrado que algunas exposiciones profesionales inducen al desarrollo de bronquitis crónica en los trabajadores. Entre ellas se encuentran las exposiciones al polvo de carbón, cemento y grano, a los aerosoles de sílice, a los vapores producidos durante las soldaduras y al dióxido de azufre. La bronquitis crónica en los trabajadores de estas profesiones a menudo se agrava por el consumo de cigarrillos (inspector general de Sanidad de EE.UU. 1985).
Los datos epidemiológicos han demostrado claramente que los mineros del uranio y los trabajadores del amianto que fuman cigarrillos presentan un riesgo de padecer cáncer del aparato respiratorio significativamente mayor que los trabajadores de estas profesiones que no fuman. El efecto cancerígeno del uranio
y del amianto y del consumo de cigarrillos no sólo es aditivo, sino también sinérgico en la inducción del carcinoma de células escamosas de pulmón (inspector general de Sanidad de EE.UU. 1985; Hoffmann y Wynder 1976; Saccomanno, Huth y Auerbach 1988; Hilt y cols. 1985). Los efectos cancerígenos de la exposición al níquel, al arsénico y sus compuestos, al cromato
y a los éteres de clorometilo, y los del consumo de cigarrillos son aditivos (inspector general de Sanidad de EE.UU. 1985; Hoffmann y Wynder 1976; IARC 1987a; Pershagen y cols. 1981). Se podría aceptar que los trabajadores de los hornos de coque que fuman tienen un riesgo más elevado de padecer cáncer de pulmón y de riñón que los trabajadores de esta profe- sión no fumadores; sin embargo, carecemos de datos epidemio- lógicos que respalden esta hipótesis (IARC 1987c).
El propósito de este artículo es evaluar los efectos tóxicos de la exposición de los varones y las mujeres al humo de tabaco ambiental (TA) y al humo de flujo central (HC), en el lugar de trabajo. Por supuesto, el hecho de restringir el consumo de tabaco en el lugar de trabajo beneficiará a los fumadores activos al disminuir su consumo de cigarrillos durante la jornada laboral, aumentando de ese modo la posibilidad de que se conviertan en exfumadores; pero el cese del consumo de tabaco también será beneficioso para aquellos no fumadores alérgicos al humo de tabaco o que ya tienen enfermedades de pulmón o de corazón.
Los datos epidemiológicos han demostrado claramente que los mineros del uranio y los trabajadores del amianto que fuman cigarrillos presentan un riesgo de padecer cáncer del aparato respiratorio significativamente mayor que los trabajadores de estas profesiones que no fuman. El efecto cancerígeno del uranio
y del amianto y del consumo de cigarrillos no sólo es aditivo, sino también sinérgico en la inducción del carcinoma de células escamosas de pulmón (inspector general de Sanidad de EE.UU. 1985; Hoffmann y Wynder 1976; Saccomanno, Huth y Auerbach 1988; Hilt y cols. 1985). Los efectos cancerígenos de la exposición al níquel, al arsénico y sus compuestos, al cromato
y a los éteres de clorometilo, y los del consumo de cigarrillos son aditivos (inspector general de Sanidad de EE.UU. 1985; Hoffmann y Wynder 1976; IARC 1987a; Pershagen y cols. 1981). Se podría aceptar que los trabajadores de los hornos de coque que fuman tienen un riesgo más elevado de padecer cáncer de pulmón y de riñón que los trabajadores de esta profe- sión no fumadores; sin embargo, carecemos de datos epidemio- lógicos que respalden esta hipótesis (IARC 1987c).
El propósito de este artículo es evaluar los efectos tóxicos de la exposición de los varones y las mujeres al humo de tabaco ambiental (TA) y al humo de flujo central (HC), en el lugar de trabajo. Por supuesto, el hecho de restringir el consumo de tabaco en el lugar de trabajo beneficiará a los fumadores activos al disminuir su consumo de cigarrillos durante la jornada laboral, aumentando de ese modo la posibilidad de que se conviertan en exfumadores; pero el cese del consumo de tabaco también será beneficioso para aquellos no fumadores alérgicos al humo de tabaco o que ya tienen enfermedades de pulmón o de corazón.
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