La cantidad de aire exterior que debe utilizarse para diluir y eliminar contaminantes es objeto de debate y de él se han ocupado muchos estudios. En los últimos años han cambiado las recomendaciones relativas a los niveles de aire exterior y se han publicado nuevas normas de ventilación, en la mayoría de los casos para aumentar los volúmenes de aire exterior utilizados. Aun así, estas recomendaciones son insuficientes para controlar eficazmente todas las fuentes de contaminación, y la razón está en que las normas establecidas se basan en la ocupación y no tienen en cuenta otras fuentes de contaminación importantes, como los materiales empleados en la construcción, el mobiliario y la calidad del aire procedente del exterior.
Así pues, la cantidad de ventilación necesaria debe basarse en tres aspectos fundamentales: la calidad del aire que se desee obtener, la calidad del aire exterior disponible y la carga total de contaminación del espacio que se intenta ventilar. De aquí parten los estudios realizados por el profesor P. O. Fanger y su equipo (Fanger 1988, 1989). Su objeto es establecer nuevas normas de ventilación que satisfagan las necesidades de calidad del aire y que proporcionen un nivel de confort aceptable desde el punto de vista de sus ocupantes.
Uno de los factores que afectan a la calidad del aire en espacios interiores es la calidad del aire exterior. Las características de las fuentes de contaminación exteriores, como el tráfico rodado y las actividades industriales o agrícolas, las hacen incontrolables para los diseñadores, los propietarios y los ocupantes de los edificios. Es en casos de este tipo cuando las autoridades responsables en materia de medio ambiente deben asumir la responsabilidad de elaborar directrices de protección medioam- biental y de asegurar su cumplimiento. Sin embargo, existen muchas medidas de control aplicables y útiles para reducir y eliminar la contaminación ambiental.
Como ya se ha mencionado, es preciso prestar especial aten- ción a la ubicación y orientación de las conducciones de entrada y salida de aire, para evitar la reabsorción de la contaminación del propio edificio o de sus instalaciones (torres de refrigeración, respiraderos de cocinas y baños, etc.), así como de los edificios de las proximidades.
Así pues, la cantidad de ventilación necesaria debe basarse en tres aspectos fundamentales: la calidad del aire que se desee obtener, la calidad del aire exterior disponible y la carga total de contaminación del espacio que se intenta ventilar. De aquí parten los estudios realizados por el profesor P. O. Fanger y su equipo (Fanger 1988, 1989). Su objeto es establecer nuevas normas de ventilación que satisfagan las necesidades de calidad del aire y que proporcionen un nivel de confort aceptable desde el punto de vista de sus ocupantes.
Uno de los factores que afectan a la calidad del aire en espacios interiores es la calidad del aire exterior. Las características de las fuentes de contaminación exteriores, como el tráfico rodado y las actividades industriales o agrícolas, las hacen incontrolables para los diseñadores, los propietarios y los ocupantes de los edificios. Es en casos de este tipo cuando las autoridades responsables en materia de medio ambiente deben asumir la responsabilidad de elaborar directrices de protección medioam- biental y de asegurar su cumplimiento. Sin embargo, existen muchas medidas de control aplicables y útiles para reducir y eliminar la contaminación ambiental.
Como ya se ha mencionado, es preciso prestar especial aten- ción a la ubicación y orientación de las conducciones de entrada y salida de aire, para evitar la reabsorción de la contaminación del propio edificio o de sus instalaciones (torres de refrigeración, respiraderos de cocinas y baños, etc.), así como de los edificios de las proximidades.
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