martes, 8 de septiembre de 2009

Características del ser humano que influyen en la adaptación: Dimensiones corporales.

Los niños y los adultos de muy pequeño tamaño presentan dos desventajas potenciales para el trabajo en ambientes calurosos. En primer lugar, el trabajo impuesto externamente representa un carga relativa mayor para un organismo con poca masa muscular, ya que provoca un mayor aumento de la temperatura interna del organismo y la aparición más rápida de fatiga. Además, la mayor proporción entre superficie y masa corporal de las personas de talla pequeña puede constituir una desventaja en condiciones de extremo calor. En conjunto, estos factores explican por qué los hombres que pesan menos de 50 kg corren un mayor riesgo de sufrir un trastorno por calor cuando realizan actividades mineras a grandes profundidades.
Sexo. Los primeros estudios de laboratorio realizados en mujeres parecieron demostrar que éstas eran relativamente intolerantes al calor en comparación con los hombres. Por lo demás, ahora sabemos que casi todas las diferencias pueden explicarse por las dimensiones corporales y los niveles adquiridos de capa- cidad física y aclimatación al calor. No obstante, existen algunas ligeras diferencias entre los dos sexos en cuanto a los mecanismos de disipación del calor: las tasas máximas de sudoración son más elevadas en el hombre y pueden aumentar su tolerancia en ambientes extremadamente calurosos y secos, mientras que las mujeres están mejor capacitadas para suprimir una sudoración excesiva y, por tanto, para conservar el agua corporal y el calor, en ambientes calurosos y húmedos. Aunque el ciclo menstrual se asocia a un cambio en la temperatura basal del organismo y altera ligeramente las respuestas termorreguladoras de la mujer, estos ajustes fisiológicos son demasiado pequeños para influir en la tolerancia al calor y en la eficiencia de la regulación térmica en situaciones laborales reales.
Cuando se tiene en cuenta el físico y la preparación física de la persona, hombres y mujeres son esencialmente similares en sus respuestas al estrés por calor y en su capacidad de aclimatación al trabajo en ambientes calurosos. Por este motivo, la selección de trabajadores para puestos de trabajo en ambientes calurosos debe basarse en la salud y la forma física de cada persona, no en el sexo. Las personas de talla muy pequeña y sedentarias, sea cual sea su sexo, tolerarán peor la exposición al calor en el trabajo.
El efecto del embarazo en la tolerancia al calor de la mujer no está claro, pero la alteración de los niveles hormonales y las mayores demandas circulatorias que el feto impone a la madre pueden aumentar su susceptibilidad al desmayo. La hipertermia maternal severa (sobrecalentamiento) causada por una enfermedad parece aumentar la incidencia de malformaciones fetales, pero no existen pruebas de un efecto similar causado por estrés térmico en el trabajo.

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