viernes, 30 de abril de 2010

Prendas protectoras

Algunos trabajos en condiciones térmicas extremas exigen la protección térmica de los trabajadores con prendas especializadas. La protección pasiva se consigue con prendas aislantes y reflectoras; el aislamiento por sí sólo protege a la piel de las variaciones térmicas. Asimismo, pueden utilizarse delantales reflectores para proteger al personal que trabaja delante de una fuente radiante. Las brigadas contra incendios que tienen que enfren- tarse a llamas con una temperatura extremadamente elevada utilizan trajes llamados “bunkers”, que combinan un gran aisla- miento contra el aire caliente y una superficie aluminizada que refleja el calor radiante.
Otra forma de protección pasiva es el traje de hielo, en cuyos bolsillos se introduce aguanieve o hielo (o hielo seco) y que se pone por encima de la ropa interior para evitar un enfriamiento molesto de la piel. El cambio de fase del hielo fundido absorbe parte de la carga de calor metabólico y ambiental de la superficie cubierta, pero el hielo debe sustituirse cada cierto tiempo; cuanto mayor sea la exposición al calor, mayor será la frecuencia con que tenga que cambiarse el hielo. Son trajes que resultan útiles para el trabajo en minas profundas, salas de calderas de los barcos y otros ambientes muy calurosos y húmedos con acceso a un congelador.
La protección térmica activa se consigue mediante trajes refri- gerados con aire o líquido que cubren todo el cuerpo o una parte del mismo, normalmente el torso y en ocasiones la cabeza. Refrigeración con aire. Los sistemas más sencillos se ventilan con el aire del ambiente circundante o con aire comprimido enfriado por expansión o durante su paso por un tubo vorticial. Tal refrigeración precisa unos grandes volúmenes de aire; la velocidad mínima de ventilación para un traje sellado es de unos
450 l/min. El enfriamiento del aire puede teóricamente producirse por convección (cambio de temperatura) o evaporación del sudor (cambio de fase). Con todo, la eficacia de la convección se ve limitada por el escaso calor específico del aire y la dificultad de suministrarlo a bajas temperaturas en un ambiente caluroso. La mayoría de los trajes refrigerados con aire actúan, por consi- guiente, por enfriamiento evaporativo. El trabajador experimenta un estrés térmico moderado y deshidratación, pero es capaz de regular su temperatura mediante el control natural del nivel de sudoración. El aire refrigerado aumenta también la sensación de bienestar por su tendencia a secar la ropa interior. Entre sus desventajas figuran: a) la necesidad de conectar a la persona a la fuente de aire, b) su excesivo volumen, y c) la difi cultad de que el aire llegue a las extremidades.

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