El abuso de alcohol está estrechamente ligado a los comporta- mientos agresivos y violentos. Si bien la embriaguez por parte de agresores o víctimas, o de ambos, suele desembocar en violencia, no existe acuerdo en cuanto a si el alcohol es la causa de la violencia o sólo uno de los factores que la causan (Pernanen
1993). Fagan (1993) insistía en que, si bien el alcohol afecta a las funciones neurobiológicas, de percepción y cognoscitivas, el entorno inmediato en que tiene lugar el acto de beber es el que canaliza las respuestas desinhibidoras al alcohol. Un estudio reali- zado en el condado de Los Angeles confirmó esta aseveración, ya que reveló que los incidentes violentos se producían con mucha más frecuencia en ciertos bares, mientras que eran relativamente raros en otros en los que se bebía tanto como en los primeros. La conclusión del estudio era que los comportamientos violentos no dependen de la cantidad de alcohol consumida sino, más bien, del tipo de personas atraídas por un determinado bar y de las reglas no escritas que rigen en esos lugares (Scribner, MacKinnon
y Dwyer 1995).
Algo similar puede decirse del abuso de drogas ilegales. Salvo quizás en el caso del crack y las anfetaminas, el consumo de drogas suele asociarse con la sedación y el síndrome de absti- nencia antes que con comportamientos agresivos y violentos. La mayor parte de la violencia relacionada con las drogas ilegales no parece residir en las drogas, sino en los esfuerzos para obtenerlas o para conseguir el dinero necesario para adquirirlas, así como en el tráfico ilegal de drogas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario