Los trabajadores de servicios comunitarios en organismos públicos y agencias privadas, los de los bancos y otras entidades que prestan servicios de cara al público, suelen enfrentarse a agresiones por parte de individuos a quienes se ha hecho esperar sin razón, a quienes se ha recibido con desinterés e indiferencia (ya sea real o percibida) o a quienes la complicación de los procedimientos burocráticos y los tecnicismos han hecho fracasar en su intento de obtener información o servicios. Los empleados de establecimientos de venta al por menor que reciben artículos devueltos, los trabajadores que atienden los mostradores de despacho de billetes cuando hay overbooking en los vuelos, retrasos o cancelaciones, los conductores y revisores de autobuses o tran- vías urbanos y otras personas encargadas de la atención a clientes cuyos deseos no pueden satisfacerse de forma inmediata, suelen ser objeto de agresiones verbales y, en ocasiones, incluso físicas. Además, hay que citar a quienes han de enfrentarse a multitudes impacientes y agitadas, como los agentes de policía, los guardias de seguridad, los porteros y acomodadores en acontecimientos deportivos y otros espectáculos.
Los trabajadores del sector público, sobre todo los unifor- mados, y los edificios y las oficinas oficiales donde trabajadores y visitantes pueden resultar heridos o muertos de forma indiscriminada, pueden ser objeto de violentas agresiones causadas por el resentimiento y la rabia contra leyes y políticas oficiales que sus autores no aceptan.
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