Además, en muchos países las situaciones industriales se controlan para asegurar el cumplimiento de los valores de referencia establecidos, algo que no se realiza en ambientes no industriales. Por consiguiente, es posible que en este tipo de ambientes, el uso esporádico de algunos productos pueda producir concentraciones elevadas de uno o varios compuestos, sin ningún control ambiental y sin forma de detectar los niveles de exposición que se han producido. Por otro lado, se conocen o deben conocerse los riesgos inherentes a una actividad industrial, por lo que existen medidas para su reducción o control. Los trabajadores afectados están informados y disponen de los medios para reducir el riesgo y protegerse. Además, los trabaja- dores de la industria suelen ser adultos con un buen estado de salud y un estado físico aceptable, mientras que la población de los ambientes de interior presenta, en general, un rango más amplio de estados de salud. El trabajo normal en una oficina, por ejemplo, puede ser realizado por personas con limitaciones físicas o susceptibles a reacciones alergénicas que no podrían trabajar en ciertos ambientes industriales. Un caso extremo de esta línea de razonamiento se aplicaría al uso de un edificio como vivienda. Por último, como se comentó anteriormente, los TLV, al igual que otros patrones profesionales, se basan en expo- siciones de 8 horas al día y 40 horas a la semana, lo cual repre- senta menos de la cuarta parte del tiempo que una persona estaría expuesta si permaneciera continuamente en el mismo medio ambiente o si estuviera expuesta a alguna sustancia durante las 168 horas de una semana. Además, los valores de referencia se basan en estudios que incluyen exposiciones sema- nales y que tienen en cuenta tiempos sin exposición (entre exposiciones) de 16 horas al día y 64 horas a la semana, lo que dificulta enormemente las extrapolaciones basadas en estos datos.
La conclusión a la que llega la mayoría de los autores es que para usar las normas de higiene en el trabajo para el aire interior, los valores de referencia deben incluir un margen de error muy amplio. Por consiguiente, la norma 62-1989 de la ASHRAE sugiere una concentración de una décima parte del valor TLV recomendado por la ACGIH en ambientes industriales para los contaminantes químicos que no tienen sus propios valores de referencia establecidos.
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