lunes, 12 de mayo de 2008

Análisis de la información para la protección contra incendios (II)

Los datos pueden utilizarse de dos formas, bien para identificar un problema de incendio, bien como argumento racional necesario para justificar unas determinadas medidas que requieran un gasto público o privado. Para demostrar el efecto de las medidas adoptadas puede utilizarse una base de datos de cierta antigüedad. De las estadísticas NFPA para el período comprendido entre 1980 y 1989 (Cote, 1991) se deducen los diez puntos siguientes:
1. Los detectores de humo para el hogar se utilizan mucho y resultan muy eficaces (aunque quedan importantes problemas por resolver en la estrategia de detección).
2. Los rociadores automáticos reducen considerablemente las pérdidas humanas y materiales. El aumento del uso de aparatos de calefacción portátiles ha disparado el número de incendios en el hogar originados por estos equipos.
3. Los incendios provocados siguen una línea descendente desde la punta del decenio de 1970, pero los daños materiales asociados no han disminuido.
4. Un gran porcentaje de las víctimas del cuerpo de bomberos se produce por ataques al corazón y actividades ajenas al trabajo.
5. Las áreas rurales presentan las tasas de mortalidad por incendio más altas.
6. Los objetos del fumador son causa de la máxima mortalidad en los accidentes en el hogar (incendios en tapicerías, colchones o ropa de cama).
7. Las tasas de mortalidad por incendio en EE.UU. y Canadá se encuentran entre las más altas de los países desarrollados.
8. Los Estados del sur de EE.UU. presentan las tasas de morta- lidad por incendio más altas.
9. El máximo riesgo de fallecimiento en caso de incendio corres- ponde a las personas de mayor edad.

Aunque estas conclusiones son, lógicamente, específicas para Estados Unidos, algunas tendencias son comunes al resto de los países. La correcta utilización de estos datos puede aportar los medios necesarios para formular políticas coherentes de segu- ridad contra incendios. Ahora bien, dichas medidas serán inevi- tablemente más “reactivas” que “proactivas”, pues las últimas sólo pueden implantarse tras un estudio detallado de los riesgos de incendio. Esta metodología se ha ido imponiendo poco a poco, primero en la industria nuclear y después en la química, petroquímica y afines, donde los riesgos son más fácilmente identificables que en las demás industrias. Su aplicación a hoteles y edificios públicos en general suele ser mucho más compleja y requiere la aplicación de técnicas que reproducen en un modelo el incendio para predecir su posible desarrollo y la forma de propagación de los productos de combustión por el edificio, con el consiguiente riesgo para sus ocupantes. Con este tipo de modelos se han realizado grandes progresos, aunque todavía queda un largo camino por recorrer antes de que puedan utilizarse estas técnicas con total fiabilidad. En la inge- niería de seguridad contra incendios es necesario aún ampliar la investigación de base antes de poder comercializar herramientas fiables para el estudio de los peligros de incendio.

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