La forma más conocida de energía electromagnética es la luz del sol. La frecuencia de la luz solar (luz visible) es la línea divisoria entre la radiación ionizante (rayos x, rayos cósmicos), más potente y  de  frecuencias  más  altas,  y  la  radiación  no  ionizante,  más benigna y de frecuencias más bajas. Hay un espectro de radiación no ionizante. A los efectos de este capítulo, en el extremo superior, justo por debajo de la luz visible, está la radiación infrarroja. Más abajo se encuentra la amplia gama de radiofrecuencias, que incluye (en orden descendente) las microondas, la radio celular, la televisión, la radio FM y AM, las ondas cortas utilizadas en calen- tadores dieléctricos y de inducción y, en el extremo inferior, los campos con frecuencia de red eléctrica. El espectro electromag- nético se representa en la Figura 49.1.
Del  mismo  modo  que  la  luz  visible  o  el  sonido  impregnan nuestro  entorno,  el  espacio  en  que  vivimos  y  trabajamos, también  lo  hace  la  energía  de  los  campos  electromagnéticos. Análogamente, igual que la mayor parte de la energía acústica a la que estamos expuestos la crea la actividad humana, lo mismo ocurre con la energía electromagnética: desde los débiles niveles emitidos por los electrodomésticos que usamos a diario (los que permiten que funcionen nuestros aparatos de radio y televisión) hasta  los  elevados  niveles  que  aplican  los  médicos  con  fines beneficiosos:  por  ejemplo,  en  la  diatermia  (tratamientos  por calor). En general, la intensidad de tal energía disminuye rápida- mente con la distancia a la fuente. Los niveles naturales de estos campos en el entorno son bajos.
La radiación no ionizante (RNI) engloba toda la radiación y los  campos  del  espectro  electromagnético  que  no  tienen  sufi- ciente  energía  para  ionizar  la  materia.  Es  decir,  la  RNI  es incapaz  de  impartir  suficiente  energía  a  una  molécula  o  un átomo  para  alterar  su  estructura  quitándole  uno  o  más  electrones. La división entre la RNI y la radiación ionizante suele establecerse  en  una  longitud  de  onda  de  100  nanómetros aproximadamente.
Al igual que cualquier forma de energía, la energía RNI tiene el  potencial  necesario  para  interactuar  con  los  sistemas  biológicos, y las consecuencias pueden ser irrelevantes, perjudiciales en  diferentes  grados  o  beneficiosas.  En  el  caso  de  la  radiofrecuencia (RF) y la radiación de microondas, el principal mecanismo de interacción es el calentamiento, pero en la región de baja  frecuencia  del  espectro,  los  campos  de  alta  intensidad pueden inducir corrientes en el cuerpo y por ello resultar peligrosos. No obstante, se desconocen los mecanismos de interacción de las intensidades de los campos de bajo nivel.
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