Hay que subrayar que cuando se inyecta aire en un espacio determinado (especialmente si se hace a alta velocidad), la corriente de aire así creada ejerce una fuerza considerable sobre el aire circundante. A continuación, el aire se mezcla con la corriente y reduce su velocidad, creando además una turbu- lencia cuantificable. En consecuencia, este proceso hace que el aire ya presente en el recinto se mezcle impetuosamente con el aire fresco inyectado, generando corrientes de aire internas. Predecir estas corrientes, incluso en términos generales, requiere una gran dosis de experiencia (véase la Figura 45.5).
A fin de evitar los problemas que provocaría que los trabaja-
dores se vieran sometidos a corrientes de aire a velocidades rela- tivamente altas, el aire suele inyectarse por medio de rejillas difusoras diseñadas para facilitar la rápida mezcla del aire fresco con el aire ya presente en el recinto. Así se consigue que las zonas en las que el aire se mueve a alta velocidad tengan la menor extensión posible.
Tales corrientes no se producen en las proximidades de los puntos de evacuación o extracción del aire a través de puertas, ventanas, extractores u otras aberturas. El aire llega a las rejillas de extracción desde todas las direcciones, de modo que, incluso
a una distancia relativamente corta de las mismas, el movi- miento del aire no se percibe fácilmente como corriente de aire. En cualquier caso, cuando de lo que se trata es de la distribu- ción del aire, es importante situar los puestos de trabajo, en la medida de lo posible, de manera que el aire fresco llegue a los trabajadores antes que a las fuentes de contaminación.
Si existen fuentes importantes de calor en el recinto, el movimiento de aire vendrá condicionado en gran medida por las corrientes de convección provocadas por las diferencias de densidad entre el aire frío, más denso, y el aire caliente, más ligero. En espacios de este tipo, el diseñador de la distribución del aire ha de tener presente la existencia de tales fuentes de calor, o el movimiento de aire podría ser muy diferente del previsto.
Por otra parte, la presencia de contaminación química no altera la densidad del aire de manera cuantificable. Aunque los contaminantes en su estado puro pueden tener una densidad muy diferente de la del aire (normalmente mucho mayor), dadas las concentraciones reales en el lugar de trabajo, la mezcla de aire y contaminante no tiene una densidad significativamente diferente a la del aire puro.
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domingo, 30 de septiembre de 2012
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