Los japoneses han desarrollado un sistema automatizado de cajón de aire comprimido y excavadora, en el cual se utiliza para la extracción una pala excavadora hidráulica, accionada por control remoto, que puede alcanzar todos los extremos del cajón. La pala excavadora, controlada por televisión desde la superficie, vierte la tierra orgánica en los cangilones, que se izan desde fuera de la campana. Con este sistema, el cajón puede descenderse hasta una presión ilimitada. Los trabajadores única- mente necesitan entrar a la cámara de trabajo cuando tienen que reparar la maquinaria excavadora, o bien retirar o destruir los obstáculos grandes que aparecen debajo de los bordes cortantes del cajón y que la pala excavadora controlada desde la superficie no puede retirar. En estos casos, los trabajadores entran por períodos cortos de tiempo, de forma similar a los buzos, y pueden respirar aire o una mezcla de gases a presión elevada para evitar la narcosis por nitrógeno.
Cuando el personal trabaja durante turnos prolongados en aire comprimido, a presiones superiores a 0,8 kg/cm2 (0,8 bars), deben realizar una descompresión por etapas. Para ello se acopla una gran cámara de descompresión, dentro del propio cajón, a la parte superior del cilindro de los trabajadores. Si no hay suficiente espacio, se acoplan al cilindro “cámaras de burbuja”, pequeños recintos que admiten a un número reducido de trabajadores de pie. En ellas se realiza una descompresión preliminar, cuando el tiempo de exposición de los trabajadores ha sido relati- vamente corto. Posteriormente, con un exceso de gas considerable aún en su organismo, los trabajadores realizan una descompresión rápida hasta la superficie. Allí son trasladados inmediatamente a una cámara de descompresión normal, situada en ocasiones en un barco adyacente, donde, tras some- terse de nuevo a la presurización, realizar una descompresión lenta. En el trabajo con aire comprimido, este proceso se denomina “trasiego” y fue bastante común tanto en Inglaterra como en el resto del mundo, pero actualmente está prohibido en Estados Unidos. El objetivo es volver a presurizar a los trabajadores antes de transcurridos cinco minutos, cuando las burbujas pueden aumentar de tamaño y empezar a producir síntomas. Sin embargo, entraña un peligro en sí mismo, debido a la dificultad de trasladar un grupo grande de trabajadores de una cámara a otra. Si un trabajador tiene problemas para destaparse los oídos durante la represurización, puede poner en peligro a todo el grupo. Existe un procedimiento mucho más seguro, la “descopresión de superficie”, utilizada por los buzos, en el que sólo se realiza la descompresión de uno o dos trabajadores al mismo tiempo. A pesar de todas las precauciones adoptadas en el proyecto del Harbour Bridge de Auckland, en ocasiones transcurrieron hasta ocho minutos antes de que pudiera presurizarse nuevamente a los trabajadores.
Cuando el personal trabaja durante turnos prolongados en aire comprimido, a presiones superiores a 0,8 kg/cm2 (0,8 bars), deben realizar una descompresión por etapas. Para ello se acopla una gran cámara de descompresión, dentro del propio cajón, a la parte superior del cilindro de los trabajadores. Si no hay suficiente espacio, se acoplan al cilindro “cámaras de burbuja”, pequeños recintos que admiten a un número reducido de trabajadores de pie. En ellas se realiza una descompresión preliminar, cuando el tiempo de exposición de los trabajadores ha sido relati- vamente corto. Posteriormente, con un exceso de gas considerable aún en su organismo, los trabajadores realizan una descompresión rápida hasta la superficie. Allí son trasladados inmediatamente a una cámara de descompresión normal, situada en ocasiones en un barco adyacente, donde, tras some- terse de nuevo a la presurización, realizar una descompresión lenta. En el trabajo con aire comprimido, este proceso se denomina “trasiego” y fue bastante común tanto en Inglaterra como en el resto del mundo, pero actualmente está prohibido en Estados Unidos. El objetivo es volver a presurizar a los trabajadores antes de transcurridos cinco minutos, cuando las burbujas pueden aumentar de tamaño y empezar a producir síntomas. Sin embargo, entraña un peligro en sí mismo, debido a la dificultad de trasladar un grupo grande de trabajadores de una cámara a otra. Si un trabajador tiene problemas para destaparse los oídos durante la represurización, puede poner en peligro a todo el grupo. Existe un procedimiento mucho más seguro, la “descopresión de superficie”, utilizada por los buzos, en el que sólo se realiza la descompresión de uno o dos trabajadores al mismo tiempo. A pesar de todas las precauciones adoptadas en el proyecto del Harbour Bridge de Auckland, en ocasiones transcurrieron hasta ocho minutos antes de que pudiera presurizarse nuevamente a los trabajadores.
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