La prohibición de fumar en los lugares públicos constituye uno de los  instrumentos  reguladores  más  eficaces.  Las  prohibiciones disminuyen   de   forma   significativa   el   número   de   personas expuestas al humo pasivo y, además, pueden reducir el consumo diario de cigarrillos en los fumadores. Las quejas habituales de los propietarios de locales públicos, como hoteles, restaurantes, insta- laciones  recreativas,  salones  de  baile  y  teatros,  entre  otros,  se basan  en  el  argumento  de  que  estas  medidas  ocasionarán  una pérdida  de  clientes.  Ahora  bien,  si  los  gobiernos  aplican  estas medidas de forma global, el impacto negativo de la pérdida de clientes  aparecerá  sólo  en  la  primera  fase,  ya  que  al  final  las personas se adaptarán a la nueva situación.
La creación de espacios para fumadores es otra posibilidad. La separación de los fumadores de los no fumadores debería ser eficaz para conseguir los efectos beneficiosos deseados, al crear barreras que evitan que los no fumadores inhalen el humo del tabaco. Por tanto, la separación debe ser física y, si el sistema de aire acondicionado utiliza aire reciclado, el aire procedente de las zonas de fumadores no deberá mezclarse con el de las zonas de no fumadores. Por consiguiente, la creación de espacios para fumadores implica gastos de construcción y división en compartimentos, pero podría ser una solución para aquellos que desean ofrecer sus servicios al público fumador.
Aparte de los lugares en los que es obvio que el consumo de tabaco esté prohibido por razones de seguridad, debido a la posibilidad de que se produzca una explosión o un incendio, también deberían existir zonas en las que no se permita el consumo de tabaco aunque no exista esa clase de riesgos para la seguridad, como los centros de asistencia sanitaria, las instala- ciones deportivas, los colegios y las guarderías.
La creación de espacios para fumadores es otra posibilidad. La separación de los fumadores de los no fumadores debería ser eficaz para conseguir los efectos beneficiosos deseados, al crear barreras que evitan que los no fumadores inhalen el humo del tabaco. Por tanto, la separación debe ser física y, si el sistema de aire acondicionado utiliza aire reciclado, el aire procedente de las zonas de fumadores no deberá mezclarse con el de las zonas de no fumadores. Por consiguiente, la creación de espacios para fumadores implica gastos de construcción y división en compartimentos, pero podría ser una solución para aquellos que desean ofrecer sus servicios al público fumador.
Aparte de los lugares en los que es obvio que el consumo de tabaco esté prohibido por razones de seguridad, debido a la posibilidad de que se produzca una explosión o un incendio, también deberían existir zonas en las que no se permita el consumo de tabaco aunque no exista esa clase de riesgos para la seguridad, como los centros de asistencia sanitaria, las instala- ciones deportivas, los colegios y las guarderías.
 
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