No es sorprendente que se observen diferencias en la reacción al calor de hombres y mujeres, así como de personas jóvenes y mayores, ya que difieren en ciertas características que pueden influir en la transferencia del calor, como la superficie, la relación entre peso y altura, el grosor de las capas aislantes de grasa cutánea y la capacidad física de producir trabajo y calor (capa- cidad aeróbica tasa máxima de consumo de oxigeno). Los datos disponibles sugieren que la tolerancia al calor se reduce en las personas de edad avanzada, quienes tardan más en sudar que las personas jóvenes y reaccionan con un mayor flujo sanguíneo periférico durante la exposición al calor.
Al comparar los sexos se ha observado que la mujer tolera mejor la humedad que el hombre. En ambientes húmedos, la evaporación del sudor se reduce, de manera que la proporción superficie/masa ligeramente mayor en la mujer podría actuar en su favor. Con todo, la capacidad aeróbica es un importante factor que debe considerarse al comparar la respuesta de distintas personas expuestas al calor. En condiciones de laboratorio, las respuestas fisiológicas al calor son similares cuando se estudian grupos de personas con la misma capacidad física para el trabajo (“absorción máxima de oxígeno”: VO2max): por ejemplo, hombres jóvenes y de edad avanzada, u hombres frente a mujeres (Pandolf y cols. 1988). En este caso, un cierto tipo de trabajo (pedaleo en una bicicleta con ergómetro) produce la misma carga en el sistema circulatorio (es decir, la misma frecuencia cardíaca y el mismo aumento de la temperatura interna) con independencia de la edad y el sexo.
Las mismas consideraciones son válidas para las comparaciones entre diferentes grupos étnicos. Cuando se tienen en cuenta las diferencias en dimensiones corporales y capacidad aeróbica, no se observan diferencias significativas que puedan atribuirse a la raza. Con todo, en la vida cotidiana en general, las personas de edad avanzada tienen, como promedio, un menor VO2max que las jóvenes, y las mujeres, un menor VO2max que los hombres en su mismo grupo de edad.
Por consiguiente, cuando se realiza una tarea específica con una cierta intensidad de trabajo absoluta (medida, por ejemplo, en vatios), la persona con menor capacidad aeróbica registrará un mayor aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal y su capacidad de soportar un estrés adicional por calor externo será menor que las personas con un mayor VO2max Para fines de salud y seguridad en el trabajo, se han desarro- llado una serie de índices del estrés por calor, que tienen en cuenta la gran variación individual en la respuesta al calor y al trabajo, así como los ambientes calurosos específicos para los que se construye el índice. Los índices se describen con más detalle más adelante en este capítulo.
Las personas expuestas repetidamente al calor lo tolerarán mejor al cabo de tan solo unos días. Se aclimatan. La tasa de sudoración aumenta y el mayor enfriamiento de la piel reduce la temperatura interna y la frecuencia cardiaca durante el trabajo en las mismas condiciones.
Por consiguiente, la aclimatación artificial de los trabajadores cuando se prevé su exposición a elevadas temperaturas (brigadas contra incendios, personal de rescate, personal militar) tendrá probablemente un efecto beneficioso para reducir el estrés.
En resumen, cuanto más calor produce una persona, más calor tiene que disiparse. En un ambiente caluroso, la evaporación del sudor es el factor limitante de la termolisis. Las diferencias individuales en la capacidad de sudoración son considerables. Mientras que algunas personas no poseen glándulas sudoríparas, en la mayoría de los casos el entrenamiento físico y la exposición repetida al calor produce un aumento de la cantidad de sudor excretado durante una prueba normalizada de estrés por calor. El estrés por calor produce un aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura interna del organismo. La frecuencia cardíaca máxima y/o una temperatura interna de unos 40 ºC establecen el límite fisiológico absoluto de la capacidad física para el trabajo en un ambiente caluroso (Nielsen 1994).
Al comparar los sexos se ha observado que la mujer tolera mejor la humedad que el hombre. En ambientes húmedos, la evaporación del sudor se reduce, de manera que la proporción superficie/masa ligeramente mayor en la mujer podría actuar en su favor. Con todo, la capacidad aeróbica es un importante factor que debe considerarse al comparar la respuesta de distintas personas expuestas al calor. En condiciones de laboratorio, las respuestas fisiológicas al calor son similares cuando se estudian grupos de personas con la misma capacidad física para el trabajo (“absorción máxima de oxígeno”: VO2max): por ejemplo, hombres jóvenes y de edad avanzada, u hombres frente a mujeres (Pandolf y cols. 1988). En este caso, un cierto tipo de trabajo (pedaleo en una bicicleta con ergómetro) produce la misma carga en el sistema circulatorio (es decir, la misma frecuencia cardíaca y el mismo aumento de la temperatura interna) con independencia de la edad y el sexo.
Las mismas consideraciones son válidas para las comparaciones entre diferentes grupos étnicos. Cuando se tienen en cuenta las diferencias en dimensiones corporales y capacidad aeróbica, no se observan diferencias significativas que puedan atribuirse a la raza. Con todo, en la vida cotidiana en general, las personas de edad avanzada tienen, como promedio, un menor VO2max que las jóvenes, y las mujeres, un menor VO2max que los hombres en su mismo grupo de edad.
Por consiguiente, cuando se realiza una tarea específica con una cierta intensidad de trabajo absoluta (medida, por ejemplo, en vatios), la persona con menor capacidad aeróbica registrará un mayor aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal y su capacidad de soportar un estrés adicional por calor externo será menor que las personas con un mayor VO2max Para fines de salud y seguridad en el trabajo, se han desarro- llado una serie de índices del estrés por calor, que tienen en cuenta la gran variación individual en la respuesta al calor y al trabajo, así como los ambientes calurosos específicos para los que se construye el índice. Los índices se describen con más detalle más adelante en este capítulo.
Las personas expuestas repetidamente al calor lo tolerarán mejor al cabo de tan solo unos días. Se aclimatan. La tasa de sudoración aumenta y el mayor enfriamiento de la piel reduce la temperatura interna y la frecuencia cardiaca durante el trabajo en las mismas condiciones.
Por consiguiente, la aclimatación artificial de los trabajadores cuando se prevé su exposición a elevadas temperaturas (brigadas contra incendios, personal de rescate, personal militar) tendrá probablemente un efecto beneficioso para reducir el estrés.
En resumen, cuanto más calor produce una persona, más calor tiene que disiparse. En un ambiente caluroso, la evaporación del sudor es el factor limitante de la termolisis. Las diferencias individuales en la capacidad de sudoración son considerables. Mientras que algunas personas no poseen glándulas sudoríparas, en la mayoría de los casos el entrenamiento físico y la exposición repetida al calor produce un aumento de la cantidad de sudor excretado durante una prueba normalizada de estrés por calor. El estrés por calor produce un aumento de la frecuencia cardíaca y la temperatura interna del organismo. La frecuencia cardíaca máxima y/o una temperatura interna de unos 40 ºC establecen el límite fisiológico absoluto de la capacidad física para el trabajo en un ambiente caluroso (Nielsen 1994).
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