La integridad del edificio ha sido, durante siglos, un requisito fundamental a la hora de planificar y diseñar un nuevo edificio. A estos efectos, tanto en la actualidad como en el pasado se han tenido en cuenta la capacidad de los materiales para resistir la degradación producida por la humedad, los cambios de temperatura, la circulación del aire, la radiación, el ataque de agentes químicos y biológicos o los desastres naturales.
Ello no supone un problema en el contexto actual; es más, en el proyecto deben tomarse las decisiones adecuadas en relación con la integridad y el bienestar de los ocupantes. Durante esta fase del proyecto es preciso tomar decisiones acerca de cuestiones como el diseño de interiores, la elección de los materiales, la ubicación de las actividades que con posibilidad de convertirse en fuentes de contaminación, las aberturas del edificio al exterior, las ventanas y el sistema de ventilación.
Ello no supone un problema en el contexto actual; es más, en el proyecto deben tomarse las decisiones adecuadas en relación con la integridad y el bienestar de los ocupantes. Durante esta fase del proyecto es preciso tomar decisiones acerca de cuestiones como el diseño de interiores, la elección de los materiales, la ubicación de las actividades que con posibilidad de convertirse en fuentes de contaminación, las aberturas del edificio al exterior, las ventanas y el sistema de ventilación.
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