Los métodos activos son los más utilizados para el análisis de gases, y se llevan a cabo utilizando soluciones absorbentes o sólidos adsorbentes, o tomando directamente una muestra de aire con una bolsa u otro contenedor inerte y hermético. Para prevenir la pérdida de parte de la muestra y aumentar la exactitud de la determinación, el volumen de la muestra debe ser menor y la cantidad de absorbente o adsorbente utilizado debe ser mayor que para otros tipos de contaminación. También debe tenerse cuidado al transportar y almacenar la muestra (conservándola a baja temperatura y reduciendo el tiempo transcurrido hasta su análisis). Los métodos de lectura directa se utilizan con gran frecuencia para medir gases, por la considerable mejora de las prestaciones de los monitores modernos, más sensibles y precisos que antes. Debido a su facilidad de uso y al nivel y el tipo de información que proporcionan, están sustituyendo de forma progresiva a los métodos tradicionales de análisis. En la Tabla 44.13 se muestran los niveles mínimos de detección para los diversos gases estudiados considerando el método de muestreo y el análisis utilizado.
Monóxido y dióxido de carbono, contaminantes habituales del aire interior, se determinan utilizando monitores que los detectan directamente por medios electroquímicos o infrarrojos, aunque los detectores por infrarrojos no son muy sensibles. También pueden determinarse tomando muestras de aire directamente con bolsas inertes y analizando la muestra mediante cromatografía de gases con un detector de ionización de llama, que transforma los gases a metano por medio de una reacción catalítica antes de su detección. Los detectores de conductividad térmica suelen ser suficientemente sensibles para determinar concentraciones habituales de CO2.
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