La filtración es un método útil para eliminar líquidos o sólidos en suspensión, pero hay que tener en cuenta que no elimina gases ni vapores. Los filtros pueden capturar partículas por obstrucción, impacto, intercepción, difusión y atracción electrostática. La filtración en un sistema de aire acondicionado es necesaria por muchas razones. Una de ellas es evitar la acumulación de suciedad que pueda reducir la eficacia del intercambio de calor. El sistema también puede sufrir corrosión a causa de ciertas partí- culas (ácido sulfúrico y cloruros). También se necesita filtración para evitar desequilibrios en el sistema de ventilación debidos a la formación de depósitos en las palas de los ventiladores y al envío de información falsa a los controles por obstrucción de los sensores.
Los sistemas de filtración de aire interior se sirven de al menos dos filtros colocados en serie. El primero, un prefiltro o filtro primario, retiene sólo las partículas más grandes. Debe cambiarse a menudo para que el filtro siguiente dure más tiempo. El filtro secundario es más eficaz que el primero y puede filtrar esporas fúngicas, fibras sintéticas y, en general, polvo más fino que el recogido por el filtro primario. Los filtros deben ser suficientemente eficaces para eliminar partículas irritantes y tóxicas.
La elección de un filtro se basa en su eficacia, en su capacidad para acumular polvo, en su pérdida de carga y en el nivel exigido de pureza del aire. La eficacia de un filtro se mide por las normas ASHRAE 52-76 y Eurovent 4/5 (ASHRAE 1992; CEN 1979). Su capacidad de retención se define como la masa del polvo que retiene por el volumen del aire filtrado y se utiliza para filtros que sólo retienen partículas grandes (filtros de eficacia media y baja). Para medir su capacidad de retención, se hace pasar a través del filtro polvo aerosol sintético, de concen- tración y granulometría conocidas. La parte retenida en el filtro se calcula por gravimetría.
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