La luz ordinaria consiste en radiaciones electromagnéticas de diferentes longitudes de onda que corresponden a cada una de las bandas del espectro visible. Mezclando luz roja, amarilla y azul, podemos obtener la mayoría de los colores visibles, inclu- yendo el blanco. Nuestra percepción del color de un objeto depende del color de la luz con la que se ilumina y de la manera en que el propio objeto refleja la luz.
Las lámparas pueden clasificarse en tres categorías, en función de la coloración de la luz que emiten:
• color cálido: para usos residenciales se recomienda una luz blanca de tono rojizo;
• color intermedio: para ambientes de trabajo se recomienda una luz blanca,
• color frío: para tareas que requieren un alto nivel de iluminación o para climas calientes, se recomienda una luz blanca de tono azulado.
Los colores también pueden clasificarse en calientes o fríos según su tonalidad (véase la Figura 46.15).
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