Desde principios de siglo se han desarrollado numerosas normas e índices para clasificar las prendas de vestir y los climas. Casi todos ellos se referían a estados estables, condiciones en las que el clima y el trabajo se mantienen el tiempo suficiente como para que la persona conserve una temperatura corporal constante.
Hoy en día es raro que se produzca, como consecuencia de la mejora de las condiciones de trabajo y la medicina del trabajo. La atención se centra ahora en las exposiciones cortas a circunstan- cias extremas, casi siempre como consecuencia de una política calamitosa en materia de prendas protectoras.
Por ello son necesarias las simulaciones dinámicas de la trans- ferencia de calor a través de la ropa y el estrés térmico del portador (Gagge, Fobelets y Berglund 1986). Pueden realizarse con modelos informáticos dinámicos en un escenario concreto. Entre los modelos más sofisticados que existen en la actualidad destaca el THDYN (Lotens 1993), que permite una gran diver- sidad de especificaciones de prendas de vestir y que ha sido actualizado para considerar las características individuales de la persona simulada (Figura 42.13). En el futuro tendrán que proponerse nuevos modelos, pero lo que realmente se necesita es una evaluación experimental más amplia y la aplicación de esos modelos por parte de los expertos. Los modelos dinámicos basados en la termofísica y la transferencia de masas incorporan todos los mecanismos de transferencia de calor y sus interac- ciones (absorción de vapor, calor de fuentes radiantes, condensa- ción, ventilación, acumulación de humedad, etc.) para una gran variedad de prendas de vestir, incluidas las de diario, de trabajo
o protectoras.
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