El sentido común está presente en numerosos tipos de riegos. Por ejemplo, si uno trabaja en un sitio alto, puede caerse; si el suelo está resbaladizo, puede patinar; si hay cerca objetos punzantes, puede cortarse. No obstante, a otros muchos tipos de riesgo no puede aplicárseles el sentido común, pues pasan inad- vertidos. El trabajador debe ser informado de tales riesgos (p. ej., de los daños que origina el ruido en el oído; de cómo afectan al cerebro determinados disolventes; del envenena- miento agudo que causa la inhalación de algunas sustancias químicas).
En todo caso, nuestro conocimiento sobre los tipos de riesgos, sean o no evidentes, adquiridos gracias a la experiencia diaria o
a trabajos de investigación, se basan en acontecimientos pasados. Con todo, una cosa es saber qué ha ocurrido y otra predecir lo que ocurrirá en el futuro. Debe señalarse que la base para el reconocimiento del riesgo viene dada tanto por el cono- cimiento de las fuentes de exposición y otros factores potencial- mente nocivos que pueden causar daños o lesiones cuando se unen a determinadas tareas, como por el de los factores capaces de aumentar o reducir los factores de riesgo que influyen en la medición de éste.
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