Las reacciones químicas que generan calor de forma espontánea, al ser “fuentes internas de ignición”, conllevan un riesgo de igni- ción y combustión. Materiales propensos al calentamiento y la ignición espontáneos pueden convertirse en fuentes de ignición secundarias y provocar la ignición de materiales combustibles próximos.
Aunque algunos gases (p. ej., fosfuro de hidrógeno, hidruro de boro, hidruro de silicio) y líquidos (p. ej., carbonilos metálicos, composiciones organometálicas) son propensos a la ignición espontánea, en la mayoría de los casos ésta tiene lugar como reacción superficial en los materiales sólidos. La ignición espon- tánea, como todas las igniciones, depende de la estructura química del material, pero su aparición está determinada por el grado de dispersión. La extensa superficie específica permite la acumulación local de calor de reacción y contribuye a aumentar la temperatura del material por encima de la temperatura de ignición espontánea.
La ignición espontánea de líquidos también se ve favorecida cuando entran en contacto con aire o materiales sólidos de gran superficie específica. En condiciones atmosféricas normales, las grasas y los aceites especialmente insaturados con enlaces dobles, al ser absorbidos por materiales fibrosos o sus productos
o al impregnarse en textiles de origen vegetal o animal, son propensos a la ignición espontánea en condiciones atmosféricas normales. La ignición espontánea de productos de lana de vidrio y de lana mineral fabricados con fibras no combustibles o materiales inorgánicos con una gran superficie específica y contaminados con grasa han dado origen a gran número de incendios graves.
La ignición espontánea se observa principalmente en polvo de materiales sólidos. En metales con una buena conductividad calorífica, para acumular el calor local necesario para la ignición es necesario que estén muy finamente fragmentados. A medida que disminuye el tamaño de partícula, aumenta la probabilidad de una ignición espontánea y en algunos polvos metálicos
(p. ej., hierro) se produce piroforicidad. Cuando se almacena y maneja polvo de carbón, hollín fino o polvo de lacas y resinas sintéticas, así como durante su procesamiento, debe prestarse especial atención a las medidas preventivas contra incendios para reducir el peligro de una ignición espontánea.
Los materiales propensos a la descomposición espontánea presentan una especial capacidad para entrar en ignición de forma espontánea. Cuando se coloca hidracina sobre cualquier material de gran área superficial, inmediatamente arde con llama. Los peróxidos, muy utilizados en la industria plástica, se descomponen espontáneamente con gran facilidad, convirtién- dose en peligrosas fuentes de ignición y llegando a iniciar en algunos casos una combustión explosiva.
Un caso especial de ignición espontánea es la violenta reac- ción exotérmica que se produce cuando determinados productos químicos entran en contacto entre sí, como el ácido sulfúrico concentrado con todos los materiales combustibles orgánicos, los cloratos con sales sulfúricas o amónicas, los compuestos orgá- nicos halogenados con metales alcalinos, etc. La incompatibi- lidad de estos materiales (materiales incompatibles) exige una especial atención para su almacenamiento, especialmente cuando se hace conjunto, así como a la hora de elaborar la normativa de seguridad contra incendios.
Vale la pena mencionar que esta peligrosa forma de calenta- miento altamente espontánea puede verse favorecida, en algunos casos, por unas condiciones técnicas incorrectas (ventilación insuficiente, baja capacidad de enfriamiento, fallos de manteni- miento y limpieza, sobrecalentamiento de la reacción, etc.) o incluso estar causada por ellas.
Algunos productos agrícolas, como piensos de fibra, semillas oleaginosas, cereales germinados, productos finales de la industria de transformación (tiras secas de remolacha, fertilizantes, etc.) son propensos a la ignición espontánea. El calentamiento espontáneo de estos materiales presenta una característica especial: las peligrosas condiciones de temperatura de los sistemas se ven favorecidas por algunos procesos biológicos exotérmicos de difícil control.
Aunque algunos gases (p. ej., fosfuro de hidrógeno, hidruro de boro, hidruro de silicio) y líquidos (p. ej., carbonilos metálicos, composiciones organometálicas) son propensos a la ignición espontánea, en la mayoría de los casos ésta tiene lugar como reacción superficial en los materiales sólidos. La ignición espon- tánea, como todas las igniciones, depende de la estructura química del material, pero su aparición está determinada por el grado de dispersión. La extensa superficie específica permite la acumulación local de calor de reacción y contribuye a aumentar la temperatura del material por encima de la temperatura de ignición espontánea.
La ignición espontánea de líquidos también se ve favorecida cuando entran en contacto con aire o materiales sólidos de gran superficie específica. En condiciones atmosféricas normales, las grasas y los aceites especialmente insaturados con enlaces dobles, al ser absorbidos por materiales fibrosos o sus productos
o al impregnarse en textiles de origen vegetal o animal, son propensos a la ignición espontánea en condiciones atmosféricas normales. La ignición espontánea de productos de lana de vidrio y de lana mineral fabricados con fibras no combustibles o materiales inorgánicos con una gran superficie específica y contaminados con grasa han dado origen a gran número de incendios graves.
La ignición espontánea se observa principalmente en polvo de materiales sólidos. En metales con una buena conductividad calorífica, para acumular el calor local necesario para la ignición es necesario que estén muy finamente fragmentados. A medida que disminuye el tamaño de partícula, aumenta la probabilidad de una ignición espontánea y en algunos polvos metálicos
(p. ej., hierro) se produce piroforicidad. Cuando se almacena y maneja polvo de carbón, hollín fino o polvo de lacas y resinas sintéticas, así como durante su procesamiento, debe prestarse especial atención a las medidas preventivas contra incendios para reducir el peligro de una ignición espontánea.
Los materiales propensos a la descomposición espontánea presentan una especial capacidad para entrar en ignición de forma espontánea. Cuando se coloca hidracina sobre cualquier material de gran área superficial, inmediatamente arde con llama. Los peróxidos, muy utilizados en la industria plástica, se descomponen espontáneamente con gran facilidad, convirtién- dose en peligrosas fuentes de ignición y llegando a iniciar en algunos casos una combustión explosiva.
Un caso especial de ignición espontánea es la violenta reac- ción exotérmica que se produce cuando determinados productos químicos entran en contacto entre sí, como el ácido sulfúrico concentrado con todos los materiales combustibles orgánicos, los cloratos con sales sulfúricas o amónicas, los compuestos orgá- nicos halogenados con metales alcalinos, etc. La incompatibi- lidad de estos materiales (materiales incompatibles) exige una especial atención para su almacenamiento, especialmente cuando se hace conjunto, así como a la hora de elaborar la normativa de seguridad contra incendios.
Vale la pena mencionar que esta peligrosa forma de calenta- miento altamente espontánea puede verse favorecida, en algunos casos, por unas condiciones técnicas incorrectas (ventilación insuficiente, baja capacidad de enfriamiento, fallos de manteni- miento y limpieza, sobrecalentamiento de la reacción, etc.) o incluso estar causada por ellas.
Algunos productos agrícolas, como piensos de fibra, semillas oleaginosas, cereales germinados, productos finales de la industria de transformación (tiras secas de remolacha, fertilizantes, etc.) son propensos a la ignición espontánea. El calentamiento espontáneo de estos materiales presenta una característica especial: las peligrosas condiciones de temperatura de los sistemas se ven favorecidas por algunos procesos biológicos exotérmicos de difícil control.
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