lunes, 14 de julio de 2008

Clasificación de los accidentes atendiendo a sus consecuencias para la salud

Los accidentes ambientales engloban una amplia gama de sucesos que se producen en las más variadas circunstancias. Se percibe o se sospecha su existencia en primer lugar por cambios ambientales o por la aparición de una enfermedad. En ambos casos, la evidencia (o sospecha) de que “algo puede haber salido mal” puede surgir repentinamente [como el incendio en el almacén de Sandoz en Schweizerhalle, Suiza, en 1986 o la epidemia de lo que luego se denominó “síndrome del aceite tóxico” (SAT) en España en 1981] o de forma soterrada (excesos de mesotelioma tras exposición ambiental —no en el trabajo— a amianto en Wittenoom, Australia). En todos los casos, hay algún momento en que no se halla respuesta a los dos interrogantes fundamentales: ¿Qué consecuencias para la salud se han produ- cido hasta ahora? y ¿qué es previsible que ocurra?
Al evaluar la repercusión de un accidente sobre la salud humana, pueden interactuar tres tipos de factores:

1. el agente o agentes liberados, sus propiedades peligrosas y el riesgo creado por su escape;
2. la experiencia personal de la catástrofe,
3. las medidas de respuesta (Bertazzi 1991).



Puede ser difícil determinar la naturaleza y magnitud del escape, así como la capacidad del material para entrar en los distintos componentes del entorno humano, como la cadena alimentaria o el suministro de agua. Veinte años después del accidente, la cantidad de 2,3,7,8-TCDD liberado en Seveso el 10 de julio de 1976 sigue siendo objeto de controversia. Además, dados los escasos conocimientos sobre la toxicidad de este compuesto, cualquier predicción de riesgo en los días que siguieron el accidente era necesariamente discutible.
La experiencia personal de la catástrofe consiste en el miedo, la ansiedad y el sufrimiento (Ursano, McCaughey y Fullerton 1994) provocados por el accidente, independientemente de la naturaleza del peligro y del riesgo real. Se incluyen tanto cambios conscientes del comportamiento, no necesariamente justificados (como la disminución de la tasa de nacimientos en muchos países europeos occidentales en 1987, tras el accidente de Chernóbil), como condiciones psicogénicas (como síntomas de inquietud en los escolares y soldados israelíes tras el escape de sulfuro de hidrógeno de una letrina defectuosa en un colegio de la orilla occidental del Jordán en 1981). En la actitud ante el accidente influyen también factores subjetivos: en Love Canal, por ejemplo, los padres jóvenes, con poca experiencia de contacto con sustancias químicas en el lugar de trabajo, eran más favorables a evacuar la zona que los padres mayores con hijos ya crecidos.
Por último, un accidente puede tener una repercusión indirecta sobre la salud de las personas expuestas, bien sea por crear peligros adicionales (la inquietud asociada a la evacuación) o, paradójicamente, por generar efectos potencialmente beneficiosos (como el abandono del hábito del tabaco a consecuencia del contacto con los profesionales de la salud).

No hay comentarios:

Publicar un comentario