Como se ilustra en los estudios clásicos de Karrasch y Müller (1951), cuando se realiza un trabajo físico pesado, un mayor número de pausas para descansar puede servir, no sólo para reducir la fatiga, sino también, en determinadas circunstancias, para prevenirla. En el laboratorio, los sujetos hacían ejercicio en la bicicleta ergométrica (Figura 43.7). Este duro esfuerzo físico (10 mkp/seg) se estructuraba así: al final de cada período de trabajo (100 %) se concedía un período más prolongado de descanso (150 %). Cada uno de los tres experimentos se caracteri- zaba por una duración distinta de los períodos de trabajo y de descanso. Así, en el primer experimento, el sujeto trabajaba 5 minutos, descansaba 7 minutos, volvía a trabajar 5 minutos y ponía fin a la experiencia cuando estaba agotado. La frecuencia cardíaca alcanzaba unas 140 pulsaciones por minuto durante el primer período de trabajo y más de 160 durante el segundo período. Transcurrida una hora desde el final del experimento, la frecuencia cardíaca no había alcanzado el valor que tenía antes de iniciarse la experiencia. El segundo experimento descrito en la figura citada constaba de períodos de trabajo (2 minutos) y de descanso (3 minutos) más breves. Aunque la carga de trabajo era idéntica a la del primer experimento, el sujeto podía trabajar más tiempo antes de quedar totalmente agotado. En el tercer experimento se fijaron unos valores extremos de 0,5 minutos de trabajo y 0,75 minutos de descanso. El corazón latía a un ritmo regular y el experimento finalizaba, no por el agotamiento del sujeto, sino por razones técnicas. Aunque, evidentemente, esta alternancia extrema del trabajo y el descanso no es aplicable en la industria, la experiencia ilustra cómo puede prevenirse la fatiga extrema si se fraccionan las pausas.
Este fenómeno se ha contrastado igualmente en otros estudios realizados con diferentes indicadores, como el ácido láctico (Åstrand y Rodahl 1970).
En un estudio realizado en una muestra de trabajadores del metal, la comparación de un sistema de 20 minutos de trabajo seguidos invariablemente de una pausa de 10 minutos con un sistema de 10 minutos de trabajo y una pausa 5 minutos permitió establecer la superioridad del segundo esquema (Scholz 1963), debido a que, en él, la frecuencia cardíaca media a lo largo de 8 horas era más baja.
La prevención de la fatiga se ha evidenciado igualmente realizando determinaciones de la frecuencia cardíaca en experimentos de aprendizaje de los rendimientos sensoriomotores (Rutenfranz y cols. 1971). Además, el aprendizaje era claramente más rápido en los experimentos que comprendían períodos regulares de descanso que en aquellos otros en los que ese descanso estaba ausente, como se ilustra en la Figura 43.8.
Este fenómeno se ha contrastado igualmente en otros estudios realizados con diferentes indicadores, como el ácido láctico (Åstrand y Rodahl 1970).
En un estudio realizado en una muestra de trabajadores del metal, la comparación de un sistema de 20 minutos de trabajo seguidos invariablemente de una pausa de 10 minutos con un sistema de 10 minutos de trabajo y una pausa 5 minutos permitió establecer la superioridad del segundo esquema (Scholz 1963), debido a que, en él, la frecuencia cardíaca media a lo largo de 8 horas era más baja.
La prevención de la fatiga se ha evidenciado igualmente realizando determinaciones de la frecuencia cardíaca en experimentos de aprendizaje de los rendimientos sensoriomotores (Rutenfranz y cols. 1971). Además, el aprendizaje era claramente más rápido en los experimentos que comprendían períodos regulares de descanso que en aquellos otros en los que ese descanso estaba ausente, como se ilustra en la Figura 43.8.
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