A pesar de la variedad de catástrofes industriales reseñadas, pueden extraerse algunas lecciones comunes sobre cómo prevenir su aparición y cómo mitigar los efectos de catástrofes químicas importantes sobre la población. En particular:
• Es conveniente que varios expertos trabajen en estrecha coordinación sobre el terreno; en general, deberían abarcar todos los ámbitos relacionados con las consecuencias ambientales del agente, sus propiedades tóxicas para los seres humanos y la flora y fauna, los métodos analíticos, la medicina clínica y patológica, la bioestadística y la epidemiología.
• Tomando como base datos preexistentes o los que puedan obtenerse en las fases iniciales, debe elaborarse lo antes posible un plan global, para determinar objetivos, problemas y recursos necesarios.
• Las actividades de las primeras fases influyen en toda la actuación posterior. Dado que cabe prever efectos a largo plazo en casi todos los tipos de catástrofes industriales, hay que prestar una gran atención a garantizar la disponibilidad de la informa- ción necesaria para estudios posteriores (por ejemplo, identificadores adecuados de las personas expuestas para su seguimiento).
• Al planificar investigaciones a largo plazo, debería concederse una importancia extrema a la viabilidad, para facilitar los logros científicos y de salud pública y la claridad de la comunicación.
Sobre todo, por razones de validez y efectividad/coste, es aconsejable basarse en información “sólida”, siempre que sea posible, a la hora de identificar y enumerar la población en estudio (por ejemplo, los residentes), estimar el grado de exposición (por ejemplo, medidas ambientales y biológicas) y elegir los criterios de valoración (por ejemplo, mortalidad).
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