La calidad del aire dentro de un edificio depende de una serie de factores  entre  los  que  cabe  citar  la  calidad  del  aire  exterior,  el diseño  del  sistema  de  ventilación  y  de  aire  acondicionado,  el funcionamiento  y  mantenimiento  del  sistema  y  las  fuentes  de contaminación   interior.   En   términos   generales,   el   nivel   de concentración de un contaminante en un espacio interior vendrá determinado  por  el  equilibrio  existente  entre  la  generación  del contaminante y su velocidad de eliminación.
En cuanto a la generación de contaminantes, las fuentes de contaminación  también  pueden  ser  internas  o  externas.  Entre las  fuentes  externas  cabe  citar  la  contaminación  atmosférica producida  por  procesos  industriales  de  combustión,  el  tráfico rodado,  las  centrales  eléctricas  y  demás;  la  contaminación emitida cerca de las galerías de entrada de aire al edificio, como la procedente de torres de refrigeración o salidas de escape de otros edificios; y las emanaciones de suelos contaminados, como el gas radón, las fugas de depósitos de gasolina o los pesticidas. Entre las fuentes de contaminación interna, merece la pena mencionar las asociadas con los propios sistemas de ventilación y aire acondicionado (principalmente la contaminación microbio- lógica de cualquier parte de dichos sistemas), los materiales utili- zados  en  la  construcción  y  la  decoración  del  edificio  y  los ocupantes  del  edificio.  Fuentes  específicas  de  contaminación interior son el humo del tabaco, las fotocopiadoras, los laborato- rios  en  general,  los  fotográficos  en  particular,  las  prensas  de imprenta, los gimnasios, los salones de belleza, las cocinas y cafe- terías,  los  cuartos  de  baño,  los  aparcamientos  y  las  salas  de calderas. Todas deben tener un sistema de ventilación general y el aire extraído de estas zonas no debe volver a utilizarse en el edificio. Cuando la situación lo exija, también deberán tener un sistema de extracción localizada.
La  evaluación  de  la  calidad  del  aire  interior  supone,  entre otras tareas, la medición y evaluación de los contaminantes que pueda haber en el edificio. Se utilizan varios indicadores para averiguar la calidad del aire en el interior. Entre ellos cabe citar las  concentraciones  de  monóxido  de  carbono  y  dióxido  de carbono,  la  cantidad  total  de  compuestos  orgánicos  volátiles
(TCOV), la cantidad total de partículas en suspensión (TSP) y la velocidad de ventilación. Existen varios criterios o valores diana recomendados  para  la  evaluación  de  algunas  de  las  sustancias presentes en los espacios interiores, que vienen enumerados en diferentes  normas  o  directrices,  como  las  directrices  para  la calidad  del  aire  en  interiores  adoptadas  por  la  Organización Mundial de la Salud (OMS), o las normas de la Sociedad Ameri- cana de Ingenieros de Calefacción, Refrigeración y Acondicio- namiento del Aire (American Society of  Heating, Refrigerating and Air Conditioning Engineers, ASHRAE).
Ahora bien, no hay normas definidas para muchas de estas sustancias. Por ahora, la línea de acción recomendada es aplicar los valores y normas para ambientes industriales indicados por la   Conferencia   Americana   de   Higienistas   Industriales   del Gobierno  (American  Conference  of  Governmental  Industrial Hygienists,   ACGIH),   (ACGIH   1992).   Después   se   aplican factores de seguridad o de corrección del orden de la mitad, la décima o la centésima parte de los valores especificados.
Los métodos de control del aire interior pueden dividirse en dos grupos principales: el control de la fuente de contaminación y el control del ambiente mediante estrategias de ventilación y depuración del aire.
 
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