Se han desarrollado y probado en todo el mundo diversos métodos de protección contra las avalanchas, desde los servicios transfronterizos de alarma y las barreras hasta la provocación de las mismas mediante explosiones o disparando armas de fuego en la nieve.
La estabilidad de la cubierta de nieve está básicamente determinada por la relación entre tensión mecánica y densidad. Su estabilidad puede variar considerablemente dependiendo del tipo de tensión (por ejemplo presión, tensión, resistencia al corte) en una misma zona geográfica (en qué parte del terreno puede comenzar una avalancha). Los perfiles, el sol, los vientos, la temperatura y las pequeñas anomalías en la estructura de la cubierta de nieve —a causa de rocas, esquiadores, máquinas quitanieves u otros vehículos— pueden también afectar a su estabilidad. Por lo tanto, la estabilidad puede verse reducida por intervenciones locales deliberadas como voladuras o aumentada por la instalación de soportes o barreras adicionales. Estas medidas, que pueden ser de naturaleza permanente o temporal, son los dos principales métodos de protección contra avalanchas. Las medidas permanentes incluyen estructuras eficaces y duraderas, barreras de apoyo en las zonas de inicio de avalan- chas, barreras de desviación o frenado en la trayectoria de las mismas, y barreras de bloqueo en la zona de salida. El objetivo de las medidas temporales de protección es asegurar y estabilizar las áreas en que pueden iniciarse avalanchas, desencadenando deliberadamente avalanchas pequeñas y limitadas para eliminar cantidades peligrosas de nieve en algunas zonas.
Las barreras de apoyo aumentan artificialmente la estabilidad de la cubierta de nieve en zonas de avalancha potencial. Las barreras de arrastre, que impiden que el viento arrastre más nieve a la zona de avalancha, pueden reforzar el efecto de las barreras de apoyo. Las barreras de desviación y frenado en el camino de la avalancha y las de bloqueo en el área de salida pueden desviar o aminorar la velocidad de la masa descendente de nieve y acortar la distancia de derrame frente al área prote- gida. Las barreras de apoyo son estructuras fijadas al suelo, más
o menos perpendiculares a la ladera, que oponen una resistencia suficiente a la masa de nieve descendente. Deben formar soportes que lleguen hasta la superficie de la nieve. Las barreras de apoyo suelen organizarse en varias filas y cubren toda la zona desde la cual, en determinadas condiciones climáticas, podrían formarse avalanchas que amenazasen la localidad protegida. Son necesarios años de observación y medición de la nieve en la zona para determinar correctamente la colocación, estructura y dimensiones de las barreras, que además deben contar con un determinado grado de permeabilidad, para permitir que las avalanchas menores y los corrimientos superficiales de tierras atraviesen varias filas de barreras sin causar daños. Si la permea- bilidad no es suficiente, existe el peligro de que la nieve se apile tras las barreras y que posteriores avalanchas se deslicen sobre ellas sin impedimento alguno, arrastrando a su paso mayores masas de nieve.
La estabilidad de la cubierta de nieve está básicamente determinada por la relación entre tensión mecánica y densidad. Su estabilidad puede variar considerablemente dependiendo del tipo de tensión (por ejemplo presión, tensión, resistencia al corte) en una misma zona geográfica (en qué parte del terreno puede comenzar una avalancha). Los perfiles, el sol, los vientos, la temperatura y las pequeñas anomalías en la estructura de la cubierta de nieve —a causa de rocas, esquiadores, máquinas quitanieves u otros vehículos— pueden también afectar a su estabilidad. Por lo tanto, la estabilidad puede verse reducida por intervenciones locales deliberadas como voladuras o aumentada por la instalación de soportes o barreras adicionales. Estas medidas, que pueden ser de naturaleza permanente o temporal, son los dos principales métodos de protección contra avalanchas. Las medidas permanentes incluyen estructuras eficaces y duraderas, barreras de apoyo en las zonas de inicio de avalan- chas, barreras de desviación o frenado en la trayectoria de las mismas, y barreras de bloqueo en la zona de salida. El objetivo de las medidas temporales de protección es asegurar y estabilizar las áreas en que pueden iniciarse avalanchas, desencadenando deliberadamente avalanchas pequeñas y limitadas para eliminar cantidades peligrosas de nieve en algunas zonas.
Las barreras de apoyo aumentan artificialmente la estabilidad de la cubierta de nieve en zonas de avalancha potencial. Las barreras de arrastre, que impiden que el viento arrastre más nieve a la zona de avalancha, pueden reforzar el efecto de las barreras de apoyo. Las barreras de desviación y frenado en el camino de la avalancha y las de bloqueo en el área de salida pueden desviar o aminorar la velocidad de la masa descendente de nieve y acortar la distancia de derrame frente al área prote- gida. Las barreras de apoyo son estructuras fijadas al suelo, más
o menos perpendiculares a la ladera, que oponen una resistencia suficiente a la masa de nieve descendente. Deben formar soportes que lleguen hasta la superficie de la nieve. Las barreras de apoyo suelen organizarse en varias filas y cubren toda la zona desde la cual, en determinadas condiciones climáticas, podrían formarse avalanchas que amenazasen la localidad protegida. Son necesarios años de observación y medición de la nieve en la zona para determinar correctamente la colocación, estructura y dimensiones de las barreras, que además deben contar con un determinado grado de permeabilidad, para permitir que las avalanchas menores y los corrimientos superficiales de tierras atraviesen varias filas de barreras sin causar daños. Si la permea- bilidad no es suficiente, existe el peligro de que la nieve se apile tras las barreras y que posteriores avalanchas se deslicen sobre ellas sin impedimento alguno, arrastrando a su paso mayores masas de nieve.
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