Las exigencias fisiológicas se deben tomar en consideración. Según Bonjer (1971), la tasa aceptable de consumo de oxígeno durante una jornada de 8 horas se sitúa alrededor o por debajo del 30 % del consumo máximo de oxígeno, y durante una jornada de 12 horas debe situarse aproximadamente en el 23 % o menos del consumo máximo. Como el consumo de oxígeno se incrementa con las exigencias físicas del puesto de trabajo, parece inferirse de ello que la jornada de 12 horas sólo es acep- table para los trabajos que exijan esfuerzo físico ligero. Sin embargo, incluso en este supuesto, si el estrés psíquico o mental generado por el trabajo es demasiado intenso, las jornadas prolongadas no resultan aconsejables. El estrés y la tensión espeíficos de un determinado lugar de trabajo debe ser objeto de una evaluación precisa por personal experto antes de implantar una jornada de trabajo prolongada.
Uno de los posibles inconvenientes de los turnos de doce horas, especialmente si se trata de trabajar de noche, es el aumento de la fatiga. Por lo tanto, el sistema de turnos se debe diseñar de modo que se prevenga la acumulación de fatiga; esto es, hay que evitar toda sucesión prolongada de jornadas de 12 horas, y procurar que el turno de día no comience demasiado pronto. Koller y cols. (1991) recomiendan limitar a uno o dos el número de jornadas consecutivas de trabajo nocturno. Esta recomendación se apoya en los resultados positivos obtenidos en los estudios de los sistemas de turnos basados en jornadas discontinuas de 12 horas de trabajo nocturno (Nachreiner y cols.
1975; Nedeltcheva y cols. 1990). En la muestra de un estudio belga, la duración de la jornada se había aumentado a nueve horas comenzando el trabajo una hora antes por la mañana (Moors 1990). El turno de día se iniciaba a las 06:30 horas en lugar de una hora después y, en un sistema de dos turnos, el de mañana se adelantó una hora para comenzar a las 05:00 horas En una semana laboral de 5 días, estos regímenes llevan a una acumulación del déficit de sueño y a quejas de cansancio. El autor recomienda que los turnos empiecen como en los regímenes antiguos y que el turno correspondiente se alargue una hora por la tarde.
Nuestros conocimientos son muy limitados en lo que atañe al problema de la exposición y eliminación de las sustancias tóxicas durante el tiempo libre, y su relación con jornadas de trabajo prolongadas (Bolt y Rutenfranz 1988). Los límites a la exposi- ción se suelen basar en una exposición de 8 horas y no se pueden extrapolar de forma lineal a una jornada de 12 horas. Aunque algunos autores (como Hickey y Reist 1997; OSHA 1978; Brief y Scala 1986; Koller y cols. 1991) han propuesto fórmulas matemáticas para adaptar estas exposiciones a los horarios de trabajo que se desvían de la jornada usual de
8 horas, ninguno de estos métodos ha sido aceptado generalmente.
Al diseñar los sistemas de turnos se deben tomar en considera- ción la carga de trabajo, el medio ambiente de trabajo y las condiciones imperantes fuera del lugar de trabajo. Ong y Kogi
(1990) informan de que “el caluroso clima tropical y los ruidosos bloques de vivienda de Singapur no facilitaban el descanso de los trabajadores que tenían que dormir de día”. Estas condiciones contribuían a incrementar la fatiga y a mermar la productividad durante la jornada de 12 horas del día siguiente. Otra fuente de preocupación por el bienestar de los trabajadores se refiere al empleo que hacen los que trabajan por turnos de sus largos períodos de tiempo libre. En algunos estudios se subraya la tendencia a ocupar este tiempo con el pluriempleo lo que aumenta su carga total de trabajo (Angersbach y cols. 1980; Wallace 1989; Ong y Kogi 1990). Al diseñar los sistemas de turnos de 12 horas es igualmente preciso tomar en considera- ción otros factores sociales, como el desplazamiento al lugar de trabajo, las circunstancias personales, el apoyo social y los acon- tecimientos cotidianos (Tsaneva y cols. 1990).
Uno de los posibles inconvenientes de los turnos de doce horas, especialmente si se trata de trabajar de noche, es el aumento de la fatiga. Por lo tanto, el sistema de turnos se debe diseñar de modo que se prevenga la acumulación de fatiga; esto es, hay que evitar toda sucesión prolongada de jornadas de 12 horas, y procurar que el turno de día no comience demasiado pronto. Koller y cols. (1991) recomiendan limitar a uno o dos el número de jornadas consecutivas de trabajo nocturno. Esta recomendación se apoya en los resultados positivos obtenidos en los estudios de los sistemas de turnos basados en jornadas discontinuas de 12 horas de trabajo nocturno (Nachreiner y cols.
1975; Nedeltcheva y cols. 1990). En la muestra de un estudio belga, la duración de la jornada se había aumentado a nueve horas comenzando el trabajo una hora antes por la mañana (Moors 1990). El turno de día se iniciaba a las 06:30 horas en lugar de una hora después y, en un sistema de dos turnos, el de mañana se adelantó una hora para comenzar a las 05:00 horas En una semana laboral de 5 días, estos regímenes llevan a una acumulación del déficit de sueño y a quejas de cansancio. El autor recomienda que los turnos empiecen como en los regímenes antiguos y que el turno correspondiente se alargue una hora por la tarde.
Nuestros conocimientos son muy limitados en lo que atañe al problema de la exposición y eliminación de las sustancias tóxicas durante el tiempo libre, y su relación con jornadas de trabajo prolongadas (Bolt y Rutenfranz 1988). Los límites a la exposi- ción se suelen basar en una exposición de 8 horas y no se pueden extrapolar de forma lineal a una jornada de 12 horas. Aunque algunos autores (como Hickey y Reist 1997; OSHA 1978; Brief y Scala 1986; Koller y cols. 1991) han propuesto fórmulas matemáticas para adaptar estas exposiciones a los horarios de trabajo que se desvían de la jornada usual de
8 horas, ninguno de estos métodos ha sido aceptado generalmente.
Al diseñar los sistemas de turnos se deben tomar en considera- ción la carga de trabajo, el medio ambiente de trabajo y las condiciones imperantes fuera del lugar de trabajo. Ong y Kogi
(1990) informan de que “el caluroso clima tropical y los ruidosos bloques de vivienda de Singapur no facilitaban el descanso de los trabajadores que tenían que dormir de día”. Estas condiciones contribuían a incrementar la fatiga y a mermar la productividad durante la jornada de 12 horas del día siguiente. Otra fuente de preocupación por el bienestar de los trabajadores se refiere al empleo que hacen los que trabajan por turnos de sus largos períodos de tiempo libre. En algunos estudios se subraya la tendencia a ocupar este tiempo con el pluriempleo lo que aumenta su carga total de trabajo (Angersbach y cols. 1980; Wallace 1989; Ong y Kogi 1990). Al diseñar los sistemas de turnos de 12 horas es igualmente preciso tomar en considera- ción otros factores sociales, como el desplazamiento al lugar de trabajo, las circunstancias personales, el apoyo social y los acon- tecimientos cotidianos (Tsaneva y cols. 1990).
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