Los turnos de rotación más rápida son más ventajosos que los de rotación semanal. En efecto, una rotación rápida mantiene la orientación diurna del ritmo circadiano, y así evita un estado de perturbación permanente impuesto por el ajuste parcial a unas orientaciones diurnas y nocturnas alternantes. Una sucesión de jornadas de trabajo en el turno de noche puede producir una acumulación de falta de sueño, esto es, una falta de sueño crónica(Tebas y Mahan 1989; Folkard y cols. 1990). A largo plazo, esta situación podría tener un “coste” biológico o, incluso, provocar problemas de salud. No obstante, no existe un estudio epidemio- lógico riguroso en el que se comparen los efectos respectivos del trabajo por turnos regulares de rotación rápida y lenta. Los grupos analizados en la mayoría de los estudios publicados no son comparables por lo que respecta a la pirámide de edades, el contenido del puesto de trabajo, el nivel de autoselección, etc.
(por ejemplo, Tasto y cols. 1978; Costa y cols. 1981) y, en otros casos, los trabajadores adscritos a turnos fijos de mañana, tarde o noche aparecen agrupados en una sola categoría (Jamal y Jamal 1982). En algunos estudios de campo longitudinales (Williamson y Sanderson 1986; Knauth y Kiesswetter 1987; Knauth y Schönfelder 1990; Hornberger 1995; Knauth 1996) se han analizado los efectos del paso de un turno semanal a un turno de rotación más rápida. En los 27 grupos de trabajadores por turnos estu- diados, la mayoría de los encuestados se manifestaron a favor de los grupos de rotación más rápida al cabo de un período de prueba. En resumen, los turnos de rotación rápida son preferibles a los de rotación más lenta. En cambio, Åkerstedt (1988) discrepa de esta aserción, dado que la mayor somnolencia suele producirse durante la primera jornada de trabajo nocturno, por causa del intenso ajetreo anterior. El autor recomienda la rotación lenta.
Otro argumento a favor del sistema de turnos de rotación rápida es que los trabajadores tienen tardes libres todas las semanas y, por tanto, contactos más regulares con amigos y compañeros que en los turnos semanales. Sobre la base de un análisis de los elementos periódicos del tiempo de trabajo y de ocio, Hedden y cols. (1990) postulan que los sistemas de rotación que facilitan una sincronización más breve y más frecuente de la vida laboral con la actividad social producen menos perturbación que los esquemas de rotación que inducen una sincronización más prolongada, pero menos frecuente.
(por ejemplo, Tasto y cols. 1978; Costa y cols. 1981) y, en otros casos, los trabajadores adscritos a turnos fijos de mañana, tarde o noche aparecen agrupados en una sola categoría (Jamal y Jamal 1982). En algunos estudios de campo longitudinales (Williamson y Sanderson 1986; Knauth y Kiesswetter 1987; Knauth y Schönfelder 1990; Hornberger 1995; Knauth 1996) se han analizado los efectos del paso de un turno semanal a un turno de rotación más rápida. En los 27 grupos de trabajadores por turnos estu- diados, la mayoría de los encuestados se manifestaron a favor de los grupos de rotación más rápida al cabo de un período de prueba. En resumen, los turnos de rotación rápida son preferibles a los de rotación más lenta. En cambio, Åkerstedt (1988) discrepa de esta aserción, dado que la mayor somnolencia suele producirse durante la primera jornada de trabajo nocturno, por causa del intenso ajetreo anterior. El autor recomienda la rotación lenta.
Otro argumento a favor del sistema de turnos de rotación rápida es que los trabajadores tienen tardes libres todas las semanas y, por tanto, contactos más regulares con amigos y compañeros que en los turnos semanales. Sobre la base de un análisis de los elementos periódicos del tiempo de trabajo y de ocio, Hedden y cols. (1990) postulan que los sistemas de rotación que facilitan una sincronización más breve y más frecuente de la vida laboral con la actividad social producen menos perturbación que los esquemas de rotación que inducen una sincronización más prolongada, pero menos frecuente.
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