El cable transportador es el método con más garantías de éxito, y al mismo tiempo el más seguro. Con la ayuda de un pequeño funicular especial, el cable transportador de dinamita, la carga explosiva se transporta en una cuerda enrollada hasta el punto de voladura en la zona cubierta de nieve donde quiere provocarse la avalancha. Con un adecuado control de la cuerda
y con la ayuda de señales e indicadores, es posible conducir la carga con exactitud hasta los puntos que la experiencia señala como más eficaces y hacer que explote directamente sobre ellos. Los mejores resultados se consiguen cuando la carga se detona a la altura adecuada por encima de la cubierta de nieve. Dado que el cable transportador discurre a mayor altura sobre el nivel del suelo, es necesario utilizar mecanismos de descenso. La carga explosiva cuelga de una cuerda enrollada alrededor del meca- nismo de descenso. La carga se baja hasta la altura adecuada sobre el punto elegido accionando un motor que desenrolla la cuerda. La utilización del cable transportador de dinamita permite llevar a cabo la voladura desde una posición segura, incluso con escasa visibilidad, de día o de noche.
Por los buenos resultados obtenidos y su coste relativamente bajo, este método de desencadenar avalanchas se utiliza mucho en toda la zona alpina; en la mayor parte de los países alpinos se requiere un permiso para el funcionamiento de los cables trans- portadores de dinamita. En 1988, tuvo lugar un intercambio intensivo de experiencias en este ámbito entre fabricantes, usua- rios y representantes de la administración de las zonas alpinas de Austria, Baviera y Suiza. La información reunida se ha recogido, de forma abreviada, en publicaciones informativas y normativas vinculantes. Básicamente, se trata de normas técnicas de segu- ridad para equipos e instalaciones, e instrucciones para realizar con seguridad estas operaciones. Al preparar la carga explosiva y poner en funcionamiento el equipo, los trabajadores encar- gados de la voladura deben contar con la mayor libertad de movimientos posible en torno a los diversos controles y aparatos del cable transportador. Debe haber vías de acceso a pie seguras
y fácilmente accesibles, para que los trabajadores puedan abandonar el lugar con rapidez en caso de emergencia. También deben existir vías de acceso seguras hasta los soportes y estaciones del cable transportador. Para asegurar las explosiones, deben utilizarse dos mechas y dos detonadores por carga.
Un segundo método para la producción de avalanchas artifi- ciales, utilizado con frecuencia en el pasado, es la voladura manual. En este caso, el técnico en explosivos tiene que trepar hasta la zona de la cubierta de nieve en que se va a desenca- denar la avalancha. La carga explosiva puede colocarse en estacas clavadas en la nieve, pero por lo general se lanza ladera abajo hacia un punto señalado por experiencia como especial- mente efectivo. Normalmente, es imperativo que los ayudantes aseguren al técnico mediante una cuerda durante toda la opera- ción. Claro está que, por muy cuidadosamente que se proceda, no puede eliminarse del todo el peligro de caídas o de encontrar avalanchas en el camino al punto de voladura, dado que estas actividades suelen requerir largos ascensos, a veces en condiciones climáticas desfavorables. Debido a estos peligros, este método, que también debe cumplir unas normas de seguridad, raras veces se utiliza en nuestros días.
Durante muchos años, en los Alpes y otras zonas se ha practi- cado un tercer método, el uso de helicópteros para desencadenar avalanchas. Por el peligro que corren los que van a bordo, en la mayoría de los países alpinos y otros países montañosos sólo se recurre a este procedimiento cuando es urgente para eliminar un peligro grave, cuando no pueden utilizarse otros procedi- mientos o cuando utilizarlos representaría un riesgo aún mayor. Debido a la particular situación legal que crea el uso de vehí- culos aéreos para tales propósitos y a los riesgos que ello implica, en los países alpinos se han elaborado directrices concretas sobre el desencadenamiento de avalanchas desde helicópteros con la colaboración de las autoridades de aviación, de las instituciones
y autoridades responsables de la salud en el trabajo y de especialistas en este terreno. Dichas directrices contemplan no sólo las leyes y normativas sobre explosivos y las disposiciones de segu- ridad, sino también las cualificaciones físicas y técnicas de las personas encargadas de tales operaciones.
Las avalanchas se desencadenan desde helicópteros ya sea bajando la carga con una cuerda y detonándola sobre la cubierta de nieve o dejándola caer con la mecha ya encendida. Deben emplearse helicópteros especialmente adaptados y provistos de una autorización para realizar tales operaciones. Para proceder con seguridad, debe haber una estricta división de responsabilidades entre el piloto y el técnico de explosivos. La carga debe prepararse correctamente y la longitud de la mecha se seleccionará dependiendo de que ésta vaya a ser bajada o lanzada. Por seguridad, deben utilizarse dos detonadores y dos mechas, como en los otros métodos. Por regla general, cada carga contiene de 5 a 10 kg de explosivo. Pueden bajarse varias cargas o dejarse caer una tras otra en un solo vuelo. Las detona- ciones deben observarse visualmente, para comprobar que ninguna de ellas ha fallado.
Todos estos procesos de voladura requieren el uso de explo- sivos especiales, eficaces en condiciones de frío e insensibles a influencias mecánicas. Las personas encargadas de llevar a cabo estas operaciones deben estar especialmente cualificadas para ello y contar con la experiencia necesaria.
Las medidas de protección temporales y permanentes contra avalanchas se diseñaron originalmente para zonas de aplicación claramente diferentes. Las costosas barreras permanentes se destinaban sobre todo a proteger pueblos y construcciones, en especial contra avalanchas graves. En un principio, las medidas de protección temporales se limitaban casi exclusivamente a proteger carreteras, estaciones de esquí e instalaciones que podían cerrarse con facilidad. En la actualidad, se tiende a aplicar una combinación de los dos métodos. Para elaborar un programa de seguridad eficaz para una zona determinada, es necesario analizar la situación en detalle y determinar qué método ofrece la mayor protección posible.
y con la ayuda de señales e indicadores, es posible conducir la carga con exactitud hasta los puntos que la experiencia señala como más eficaces y hacer que explote directamente sobre ellos. Los mejores resultados se consiguen cuando la carga se detona a la altura adecuada por encima de la cubierta de nieve. Dado que el cable transportador discurre a mayor altura sobre el nivel del suelo, es necesario utilizar mecanismos de descenso. La carga explosiva cuelga de una cuerda enrollada alrededor del meca- nismo de descenso. La carga se baja hasta la altura adecuada sobre el punto elegido accionando un motor que desenrolla la cuerda. La utilización del cable transportador de dinamita permite llevar a cabo la voladura desde una posición segura, incluso con escasa visibilidad, de día o de noche.
Por los buenos resultados obtenidos y su coste relativamente bajo, este método de desencadenar avalanchas se utiliza mucho en toda la zona alpina; en la mayor parte de los países alpinos se requiere un permiso para el funcionamiento de los cables trans- portadores de dinamita. En 1988, tuvo lugar un intercambio intensivo de experiencias en este ámbito entre fabricantes, usua- rios y representantes de la administración de las zonas alpinas de Austria, Baviera y Suiza. La información reunida se ha recogido, de forma abreviada, en publicaciones informativas y normativas vinculantes. Básicamente, se trata de normas técnicas de segu- ridad para equipos e instalaciones, e instrucciones para realizar con seguridad estas operaciones. Al preparar la carga explosiva y poner en funcionamiento el equipo, los trabajadores encar- gados de la voladura deben contar con la mayor libertad de movimientos posible en torno a los diversos controles y aparatos del cable transportador. Debe haber vías de acceso a pie seguras
y fácilmente accesibles, para que los trabajadores puedan abandonar el lugar con rapidez en caso de emergencia. También deben existir vías de acceso seguras hasta los soportes y estaciones del cable transportador. Para asegurar las explosiones, deben utilizarse dos mechas y dos detonadores por carga.
Un segundo método para la producción de avalanchas artifi- ciales, utilizado con frecuencia en el pasado, es la voladura manual. En este caso, el técnico en explosivos tiene que trepar hasta la zona de la cubierta de nieve en que se va a desenca- denar la avalancha. La carga explosiva puede colocarse en estacas clavadas en la nieve, pero por lo general se lanza ladera abajo hacia un punto señalado por experiencia como especial- mente efectivo. Normalmente, es imperativo que los ayudantes aseguren al técnico mediante una cuerda durante toda la opera- ción. Claro está que, por muy cuidadosamente que se proceda, no puede eliminarse del todo el peligro de caídas o de encontrar avalanchas en el camino al punto de voladura, dado que estas actividades suelen requerir largos ascensos, a veces en condiciones climáticas desfavorables. Debido a estos peligros, este método, que también debe cumplir unas normas de seguridad, raras veces se utiliza en nuestros días.
Durante muchos años, en los Alpes y otras zonas se ha practi- cado un tercer método, el uso de helicópteros para desencadenar avalanchas. Por el peligro que corren los que van a bordo, en la mayoría de los países alpinos y otros países montañosos sólo se recurre a este procedimiento cuando es urgente para eliminar un peligro grave, cuando no pueden utilizarse otros procedi- mientos o cuando utilizarlos representaría un riesgo aún mayor. Debido a la particular situación legal que crea el uso de vehí- culos aéreos para tales propósitos y a los riesgos que ello implica, en los países alpinos se han elaborado directrices concretas sobre el desencadenamiento de avalanchas desde helicópteros con la colaboración de las autoridades de aviación, de las instituciones
y autoridades responsables de la salud en el trabajo y de especialistas en este terreno. Dichas directrices contemplan no sólo las leyes y normativas sobre explosivos y las disposiciones de segu- ridad, sino también las cualificaciones físicas y técnicas de las personas encargadas de tales operaciones.
Las avalanchas se desencadenan desde helicópteros ya sea bajando la carga con una cuerda y detonándola sobre la cubierta de nieve o dejándola caer con la mecha ya encendida. Deben emplearse helicópteros especialmente adaptados y provistos de una autorización para realizar tales operaciones. Para proceder con seguridad, debe haber una estricta división de responsabilidades entre el piloto y el técnico de explosivos. La carga debe prepararse correctamente y la longitud de la mecha se seleccionará dependiendo de que ésta vaya a ser bajada o lanzada. Por seguridad, deben utilizarse dos detonadores y dos mechas, como en los otros métodos. Por regla general, cada carga contiene de 5 a 10 kg de explosivo. Pueden bajarse varias cargas o dejarse caer una tras otra en un solo vuelo. Las detona- ciones deben observarse visualmente, para comprobar que ninguna de ellas ha fallado.
Todos estos procesos de voladura requieren el uso de explo- sivos especiales, eficaces en condiciones de frío e insensibles a influencias mecánicas. Las personas encargadas de llevar a cabo estas operaciones deben estar especialmente cualificadas para ello y contar con la experiencia necesaria.
Las medidas de protección temporales y permanentes contra avalanchas se diseñaron originalmente para zonas de aplicación claramente diferentes. Las costosas barreras permanentes se destinaban sobre todo a proteger pueblos y construcciones, en especial contra avalanchas graves. En un principio, las medidas de protección temporales se limitaban casi exclusivamente a proteger carreteras, estaciones de esquí e instalaciones que podían cerrarse con facilidad. En la actualidad, se tiende a aplicar una combinación de los dos métodos. Para elaborar un programa de seguridad eficaz para una zona determinada, es necesario analizar la situación en detalle y determinar qué método ofrece la mayor protección posible.
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