Es indudable que el ruido puede entorpecer o “enmascarar” la comunicación hablada y las señales de alarma. Ciertamente, muchos procesos industriales pueden llevarse a cabo sin problemas con un mínimo de comunicación entre los trabaja- dores. Sin embargo, otros trabajos, como los realizados por pilotos de compañías aéreas, ingenieros ferroviarios, comandantes de carros blindados y muchos otros, dependen en gran medida de la comunicación hablada. Algunas de estas personas utilizan sistemas electrónicos que suprimen el ruido y amplifican la voz. Hoy en día, existen avanzados sistemas de comunicaciones, algunos de ellos con dispositivos que anulan las señales acústicas no deseadas, para facilitar la comunicación.
En muchos casos, los trabajadores no pueden hacer nada más que arreglárselas, esforzándose por comprender y comunicarse por encima del ruido, con gritos o señales. A veces, desarrollan afonías o incluso padecen nódulos u otras anomalías en las cuerdas vocales por forzar la voz en exceso. Es posible que requieran por ello atención médica.
La experiencia demuestra que con niveles de ruido superiores
a 80 dBA es preciso hablar muy alto y por encima de 85 dBA hay que gritar. Con niveles muy superiores a 95 dBA, hay que acercarse al interlocutor para poder comunicarse. Los especialistas en acústica han desarrollado métodos para predecir el grado de comunicación que puede darse en situaciones industriales. Las predicciones resultantes dependen de las caracterís- ticas acústicas tanto del ruido como del habla (u otra señal que se desee), así como de la distancia entre los interlocutores.
Es bien sabido que el ruido puede entorpecer la seguridad, pero este problema sólo ha sido documentado por un número muy limitado de estudios (p. ej., Moll van Charante y Mulder
1990; Wilkins y Acton 1982). Sin embargo, se han recibido numerosos informes que muestran que la ropa y las manos de los trabajadores han quedado atrapadas en máquinas y éstos han sufrido graves lesiones mientras sus compañeros de trabajo eran ajenos a sus gritos de auxilio. Para evitar los fallos de comu- nicación en ambientes ruidosos, algunas empresas han instalado dispositivos visuales de aviso.
Otro problema, más reconocido por los propios trabajadores expuestos al ruido que por los profesionales de la conservación de la audición y de la salud en el trabajo, es que los protectores auditivos entorpecen a veces la percepción de las palabras y de las señales de alarma, sobre todo cuando ya se padece una pérdida auditiva y los niveles de ruido son inferiores a 90 dBA
(Suter 1992). En estos casos, es muy legítimo que los trabajadores se preocupen por llevar estos protectores. Es importante prestar atención a sus inquietudes e implantar controles técnicos del ruido o mejorar el tipo de protección que se ofrece, como los protectores incorporados en un sistema electrónico de comunicación. Además, ya existen protectores auditivos con una respuesta en frecuencia más plana, de más “alta fidelidad”, que pueden mejorar la capacidad para comprender las palabras y las señales de aviso.
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