Estas instalaciones de asistencia sanitaria son muy vulnerables a  huracanes  y  terremotos,  lo  que  ha  quedado  sobradamente demostrado en experiencias anteriores en América Latina y el Caribe. Por ejemplo, como se muestra en la Tabla 39.35, sólo tres  catástrofes  del  decenio  de  1980  dañaron  39  hospitales  y destruyeron  unas  11.332  camas  de  hospital  en  El  Salvador, Jamaica  y  México.  Además  de  los  daños  físicos  ocasionados  a estas  instalaciones  en  momentos  críticos,  hay  que  tener  en cuenta  la  pérdida  de  vidas  humanas  (incluida  la  muerte  de profesionales   locales   altamente   cualificados   con   un   futuro prometedor) (véanse las Tablas 39.36 y 39.37).
Temas
- CALIDAD DEL AIRE INTERIOR
- CALOR Y FRIO
- CONTROL AMBIENTAL EN INTERIORES
- CONTROL DE LA CONTAMINACION AMBIENTAL
- DESASTRES NATURALES Y TECNOLOGICOS
- ELECTRICIDAD
- HORAS DE TRABAJO
- ILUMINACION
- INCENDIOS
- POLITICA EN MATERIA DE MEDIO AMBIENTE
- PRESION BAROMETRICA AUMENTO
- PRESION BAROMETRICA REDUCCION
- PREVENCION DE ACCIDENTES
- RADIACIONES IONIZANTES
- RADIACIONES NO IONIZANTES
- RIESGOS BIOLOGICOS
- RUIDO
- VIBRACIONES
- VIOLENCIA
martes, 30 de abril de 2013
lunes, 29 de abril de 2013
Infraestructura sanitaria (II)
Los  hospitales  y  otras  instalaciones  de  asistencia  sanitaria presentan una alta densidad de ocupación. Alojan a pacientes, personal  y  visitas,  y  funcionan  24  horas  al  día.  Los  pacientes pueden  estar  rodeados  de  equipos  especiales  o  conectados  a sistemas   de   mantenimiento   de   la   vida   que   dependen   del suministro de energía. Según documentos en poder del Banco Interamericano  de  Desarrollo  (BID)  (comunicación  personal, Tomas  Engler,  BID),  el  coste  estimado  de  una  cama  en  un hospital  especializado  varía  de  un  país  a  otro,  pero  la  media oscila entre 60.000 y 80.000 dólares de EE.UU., y es mayor para instalaciones  altamente  especializadas.  En  Estados  Unidos,  y especialmente en California, con su amplia experiencia en inge- niería de resistencia a seísmos, el coste de una cama de hospital puede  superar  los  110.000  dólares  de  EE.UU..  En  suma,  los hospitales   modernos   son   instalaciones   muy   complejas   que combinan  la  función  de  hoteles,  oficinas,  laboratorios  y  alma- cenes (Peisert y cols. 1984; FEMA 1990).
domingo, 28 de abril de 2013
Infraestructura sanitaria (I)
En  cualquier  emergencia  desencadenada  por  una  catástrofe grave, la primera prioridad es salvar vidas y prestar inmediatamente asistencia de emergencia a los heridos. Entre los servicios médicos de emergencia movilizados por estos motivos, los hospi- tales desempeñan una función esencial. De hecho, en países con un  sistema  normalizado  de  respuesta  a  emergencias  (donde  el concepto de “servicios médicos de emergencia” engloba la asistencia  de  emergencia  por  medio  de  la  coordinación  de  subsis- temas  independientes  entre  los  que  se  incluyen  paramédicos, bomberos  y  equipos  de  rescate),  los  hospitales  constituyen  el componente principal de dicho sistema (OPS 1989).
sábado, 27 de abril de 2013
Repercusión económica
En las últimas décadas, la CEPAL ha llevado a cabo un amplio trabajo de investigación sobre los efectos sociales y económicos de las catástrofes. Dicho trabajo ha demostrado claramente que las catástrofes tienen consecuencias negativas para el avance social y económico  de  los  países  en  desarrollo.  De  hecho,  las  pérdidas monetarias  causadas  por  una  catástrofe  grave  superan  con frecuencia  los  ingresos  brutos  anuales  del  país  afectado.  No  es sorprendente que estos sucesos puedan paralizar países y poten- ciar las turbulencias generalizadas en los terrenos político y social. En   esencia,   las   catástrofes   tienen   tres   tipos   de   efectos económicos:
• efectos directos sobre los bienes de la población afectada;
• efectos indirectos ocasionados por la pérdida de producción económica y de servicios,
• efectos secundarios que se hacen visibles tras la catástrofe: por
ejemplo, reducción de la renta nacional, aumento de la inflación, problemas de comercio exterior, aumento del gasto financiero, déficit fiscal, reducción de las reservas monetarias, etc. (Jovel 1991).
En la Tabla 39.34 se ofrece una estimación de las pérdidas ocasionadas por seis graves catástrofes naturales. Aunque no parezcan especialmente devastadoras para países desarrollados con economías fuertes, pueden tener una repercusión impor- tante y duradera sobre las frágiles y debilitadas economías de los países en desarrollo (OPS 1989).
 
• efectos directos sobre los bienes de la población afectada;
• efectos indirectos ocasionados por la pérdida de producción económica y de servicios,
• efectos secundarios que se hacen visibles tras la catástrofe: por
ejemplo, reducción de la renta nacional, aumento de la inflación, problemas de comercio exterior, aumento del gasto financiero, déficit fiscal, reducción de las reservas monetarias, etc. (Jovel 1991).
En la Tabla 39.34 se ofrece una estimación de las pérdidas ocasionadas por seis graves catástrofes naturales. Aunque no parezcan especialmente devastadoras para países desarrollados con economías fuertes, pueden tener una repercusión impor- tante y duradera sobre las frágiles y debilitadas economías de los países en desarrollo (OPS 1989).
miércoles, 24 de abril de 2013
Efectos crónicos (III)
Las longitudes de onda superiores a 295 nm pueden transmi- tirse a través de la córnea y son absorbidas casi totalmente por el cristalino.  Pitts,  Cullen  y  Hacker  (1977b)  demostraron  que pueden producirse cataratas en conejos con longitudes de onda en  la  banda  de  295–320  nm.  Los  umbrales  para  opacidades transitorias oscilaban entre 0,15 y 12,6 J/cm2, dependiendo de la longitud de onda, con un umbral mínimo a 300 nm. Para que se  produjesen  opacidades  permanentes  se  requerían  mayores exposiciones radiantes. No se observaron efectos en el cristalino en  el  intervalo  de  longitudes  de  onda  de  325  a  395  nm, ni    siquiera    con    exposiciones    radiantes    muy    superiores, de  28  a  162  J/cm2   (Pitts,  Cullen  y  Hacker  1977a;  Zuclich  y Connolly  1976).  Estos  estudios  ilustran  claramente  el  riesgo especial que presenta la banda espectral de 300-315 nm, como era de esperar dado que los fotones de estas longitudes de onda
 
penetran eficazmente y tienen suficiente energía para producir daños fotoquímicos.
Taylor y cols. (1988) aportaron pruebas epidemiológicas de que la UVB de la luz solar era un factor etiológico en la catarata senil, pero no mostraron ninguna correlación entre la catarata y la exposición a la UVA. Aunque en tiempos fue una creencia popular debido a la fuerte absorción de UVA por el cristalino, la hipótesis de que la UVA puede causar cataratas no ha sido avalada por estudios experimentales de laboratorio ni por estu- dios epidemiológicos. De los datos experimentales de laboratorio que evidenciaron que los umbrales eran más bajos para la foto- queratitis que para la cataratogénesis, hay que concluir que niveles inferiores a los necesarios para producir fotoqueratitis con exposición diaria, deberían considerarse peligrosos para el tejido del cristalino. Aun suponiendo que la córnea estuviese expuesta a un nivel prácticamente equivalente al del umbral para la fotoqueratitis, un cálculo estimativo indica que la dosis diaria de RUV para el cristalino a 308 nm sería inferior a
120 mJ/cm2 con 12 horas de exposición al aire libre
(Sliney 1987). En realidad, una exposición diaria media más realista sería inferior a la mitad de ese valor.
Ham y cols. (1982) determinaron que el espectro de acción para la fotorretinitis producida por RUV se encuentra en la banda de 320–400 nm. Demostraron que los umbrales en la banda espectral visible, que eran de 20 a 30 J/cm2 a 440 nm, se reducían aproximadamente a 5 J/cm2 para una banda de
10 nm centrada en 325 nm. El espectro de acción aumentaba monotónicamente al disminuir la longitud de onda. Deberíamos concluir, por tanto, que niveles muy por debajo de 5 J/cm2 a
308 nm producirían lesiones de retina, aunque estas lesiones no se manifestarían en las primeras 24 a 48 horas siguientes a la exposición.
No existen datos publicados sobre umbrales de daño en la retina inferiores a 325 nm, por lo que cabe esperar que el patrón del espectro de acción para lesiones fotoquímicas en los tejidos de la córnea y el cristalino sea aplicable también a la retina, lo que supondría un umbral de daño del orden de 0,1 J/cm2.
Aunque se ha demostrado claramente que la radiación UVB es mutágena y carcinógena para la piel, llama la atención la extrema infrecuencia de carcinogénesis en la córnea y la conjun- tiva. No parece haber evidencia científica que relacione la expo- sición a la RUV con ningún tipo de cáncer de la córnea o la conjuntiva en humanos, aunque no sucede lo mismo con los animales. Esto sugiere que en el ojo humano actúa un sistema inmunológico muy eficaz, puesto que hay trabajadores que realizan su labor al aire libre y reciben una exposición a la RUV comparable a la que recibe el ganado. Esta conclusión está apoyada además por el hecho de que individuos con una respuesta inmunológica deficiente, como los que padecen xero- derma pigmentario, desarrollan con frecuencia neoplasias de la córnea y la conjuntiva (Stenson 1982).
penetran eficazmente y tienen suficiente energía para producir daños fotoquímicos.
Taylor y cols. (1988) aportaron pruebas epidemiológicas de que la UVB de la luz solar era un factor etiológico en la catarata senil, pero no mostraron ninguna correlación entre la catarata y la exposición a la UVA. Aunque en tiempos fue una creencia popular debido a la fuerte absorción de UVA por el cristalino, la hipótesis de que la UVA puede causar cataratas no ha sido avalada por estudios experimentales de laboratorio ni por estu- dios epidemiológicos. De los datos experimentales de laboratorio que evidenciaron que los umbrales eran más bajos para la foto- queratitis que para la cataratogénesis, hay que concluir que niveles inferiores a los necesarios para producir fotoqueratitis con exposición diaria, deberían considerarse peligrosos para el tejido del cristalino. Aun suponiendo que la córnea estuviese expuesta a un nivel prácticamente equivalente al del umbral para la fotoqueratitis, un cálculo estimativo indica que la dosis diaria de RUV para el cristalino a 308 nm sería inferior a
120 mJ/cm2 con 12 horas de exposición al aire libre
(Sliney 1987). En realidad, una exposición diaria media más realista sería inferior a la mitad de ese valor.
Ham y cols. (1982) determinaron que el espectro de acción para la fotorretinitis producida por RUV se encuentra en la banda de 320–400 nm. Demostraron que los umbrales en la banda espectral visible, que eran de 20 a 30 J/cm2 a 440 nm, se reducían aproximadamente a 5 J/cm2 para una banda de
10 nm centrada en 325 nm. El espectro de acción aumentaba monotónicamente al disminuir la longitud de onda. Deberíamos concluir, por tanto, que niveles muy por debajo de 5 J/cm2 a
308 nm producirían lesiones de retina, aunque estas lesiones no se manifestarían en las primeras 24 a 48 horas siguientes a la exposición.
No existen datos publicados sobre umbrales de daño en la retina inferiores a 325 nm, por lo que cabe esperar que el patrón del espectro de acción para lesiones fotoquímicas en los tejidos de la córnea y el cristalino sea aplicable también a la retina, lo que supondría un umbral de daño del orden de 0,1 J/cm2.
Aunque se ha demostrado claramente que la radiación UVB es mutágena y carcinógena para la piel, llama la atención la extrema infrecuencia de carcinogénesis en la córnea y la conjun- tiva. No parece haber evidencia científica que relacione la expo- sición a la RUV con ningún tipo de cáncer de la córnea o la conjuntiva en humanos, aunque no sucede lo mismo con los animales. Esto sugiere que en el ojo humano actúa un sistema inmunológico muy eficaz, puesto que hay trabajadores que realizan su labor al aire libre y reciben una exposición a la RUV comparable a la que recibe el ganado. Esta conclusión está apoyada además por el hecho de que individuos con una respuesta inmunológica deficiente, como los que padecen xero- derma pigmentario, desarrollan con frecuencia neoplasias de la córnea y la conjuntiva (Stenson 1982).
Efectos crónicos (II)
La  radiación  ultravioleta  actínica  (UVB  y  UVC)  es  fuertemente absorbida por la córnea y la conjuntiva. La sobreexposi- ción  de  estos  tejidos  provoca  queratoconjuntivitis,  conocida comúnmente como “golpe de arco” o “ceguera producida por la nieve”. Pitts ha comunicado el espectro de acción y la evolución temporal de la fotoqueratitis en la córnea del hombre, el conejo
y el mono (Pitts 1974). El periodo de latencia varía en razón inversa de la intensidad de la exposición, desde 1,5 a 24 horas, pero normalmente es de 6 a 12 hours; el malestar suele desapa- recer en 48 horas como máximo. A continuación aparece una conjuntivitis que puede ir acompañada de eritema de la piel alrededor de los párpados. Desde luego, la exposición a la RUV rara vez produce lesiones oculares permanentes. Pitts y Tredici
(1971) notificaron datos de los umbrales de fotoqueratitis en humanos para bandas de longitudes de onda de 10 nm de ancho, desde 220 a 310 nm. Se observó que la máxima sensibi- lidad de la córnea se produce a 270 nm, valor que difiere sensi- blemente del máximo para la piel. Presumiblemente, la radiación de 270 nm es biológicamente más activa debido a la falta de un estrato corneal que atenúe la dosis aplicada al tejido epitelial de la córnea a longitudes de onda de RUV más cortas. La respuesta a la longitud de onda, o espectro de acción, no varió tanto como los espectros de acción del eritema, cuyos umbrales varían entre 4 y 14 mJ/cm2 a 270 nm. El umbral notificado a 308 nm fue de 100 mJ/cm2 aproximadamente.
Al contrario de lo que sucede en la exposición de la piel, la exposición repetida del ojo a niveles de RUV potencialmente peligrosos no incrementa la capacidad protectora del tejido afec- tado (la córnea), lo que conduce a la pigmentación y al engrosa- miento del estrato corneal. Ringvold y cols. estudiaron las propiedades de absorción de RUV de la córnea
(Ringvold 1980a) y del humor acuoso (Ringvold 1980b), así como los efectos de la radiación UVB sobre el epitelio córneo
(Ringvold 1983), el estroma de la córnea (Ringvold y Davanger 1985) y el endotelio córneo (Ringvold, Davanger y Olsen 1982; Olsen y Ringvold 1982). Sus estudios con el microscopio electrónico mostraron que el tejido corneal posee notables propiedades de reparación y recuperación. Aunque podían apreciarse daños considerables en todas estas capas, que al parecer aparecían inicialmente en las membranas celulares, al cabo de una semana la recuperación morfológica era completa. La destrucción de queratocitos en la capa de estroma resultaba evidente y la recuperación endotelial era marcada a pesar de que en esta capa la renovación celular no es habitual. Cullen y cols. (1984) estudiaron el daño endotelial que era persistente si persistía la exposición a la RUV. Riley y cols. (1987) estudiaron también el endotelio córneo tras la exposición a la UVB y concluyeron que no era probable que agresiones graves aisladas tuvieran efectos retardados; no obstante, llegaron también a la conclusión de que la exposición crónica podría acelerar cambios del endotelio relacionados con el envejecimiento de la córnea.
y el mono (Pitts 1974). El periodo de latencia varía en razón inversa de la intensidad de la exposición, desde 1,5 a 24 horas, pero normalmente es de 6 a 12 hours; el malestar suele desapa- recer en 48 horas como máximo. A continuación aparece una conjuntivitis que puede ir acompañada de eritema de la piel alrededor de los párpados. Desde luego, la exposición a la RUV rara vez produce lesiones oculares permanentes. Pitts y Tredici
(1971) notificaron datos de los umbrales de fotoqueratitis en humanos para bandas de longitudes de onda de 10 nm de ancho, desde 220 a 310 nm. Se observó que la máxima sensibi- lidad de la córnea se produce a 270 nm, valor que difiere sensi- blemente del máximo para la piel. Presumiblemente, la radiación de 270 nm es biológicamente más activa debido a la falta de un estrato corneal que atenúe la dosis aplicada al tejido epitelial de la córnea a longitudes de onda de RUV más cortas. La respuesta a la longitud de onda, o espectro de acción, no varió tanto como los espectros de acción del eritema, cuyos umbrales varían entre 4 y 14 mJ/cm2 a 270 nm. El umbral notificado a 308 nm fue de 100 mJ/cm2 aproximadamente.
Al contrario de lo que sucede en la exposición de la piel, la exposición repetida del ojo a niveles de RUV potencialmente peligrosos no incrementa la capacidad protectora del tejido afec- tado (la córnea), lo que conduce a la pigmentación y al engrosa- miento del estrato corneal. Ringvold y cols. estudiaron las propiedades de absorción de RUV de la córnea
(Ringvold 1980a) y del humor acuoso (Ringvold 1980b), así como los efectos de la radiación UVB sobre el epitelio córneo
(Ringvold 1983), el estroma de la córnea (Ringvold y Davanger 1985) y el endotelio córneo (Ringvold, Davanger y Olsen 1982; Olsen y Ringvold 1982). Sus estudios con el microscopio electrónico mostraron que el tejido corneal posee notables propiedades de reparación y recuperación. Aunque podían apreciarse daños considerables en todas estas capas, que al parecer aparecían inicialmente en las membranas celulares, al cabo de una semana la recuperación morfológica era completa. La destrucción de queratocitos en la capa de estroma resultaba evidente y la recuperación endotelial era marcada a pesar de que en esta capa la renovación celular no es habitual. Cullen y cols. (1984) estudiaron el daño endotelial que era persistente si persistía la exposición a la RUV. Riley y cols. (1987) estudiaron también el endotelio córneo tras la exposición a la UVB y concluyeron que no era probable que agresiones graves aisladas tuvieran efectos retardados; no obstante, llegaron también a la conclusión de que la exposición crónica podría acelerar cambios del endotelio relacionados con el envejecimiento de la córnea.
martes, 23 de abril de 2013
Efectos crónicos (I)
La exposición laboral de larga duración a la RUV durante varios decenios puede contribuir a la formación de cataratas y a efectos degenerativos no relacionados con el ojo, tales como envejecimiento cutáneo y cáncer de piel relacionados con la exposición. También la exposición crónica a la radiación infrarroja puede elevar el riesgo de cataratas, aunque esto es muy improbable si se dispone de protección ocular.
lunes, 22 de abril de 2013
Lesión retiniana por luz brillante
Aunque la lesión térmica de la retina por fuentes de luz es impro- bable,  pueden  producirse  daños  fotoquímicos  por  exposición  a fuentes con una fuerte componente de luz azul, con reducción temporal  o  permanente  de  la  visión.  No  obstante,  la  respuesta normal de aversión a la luz intensa evitará este riesgo a menos que se haga un esfuerzo consciente por mirar a las fuentes de luz brillante. La contribución de la RUV a la lesión de retina es generalmente muy pequeña, debido a que la absorción por el crista- lino limita la exposición retiniana.
domingo, 21 de abril de 2013
El ojo Fotoqueratitis y fotoconjuntivitis
Son  reacciones  inflamatorias  agudas  como  consecuencia  de  la exposición a radiación UVB y UVC, que aparecen pocas horas después  de  una  exposición  excesiva  y  normalmente  remiten  al cabo de uno o dos días.
sábado, 20 de abril de 2013
Distribución de luminancias
La  distribución  del  flujo  luminoso  de  una  luminaria  es  importante para determinar las condiciones visuales que se experimen- tarán  en  consecuencia.  Cada  uno  de  los  cuatro  métodos  de control óptico antes descritos proporcionará a la luminaria dife- rentes propiedades de distribución del flujo luminoso.
En las áreas donde hay instaladas PVD (pantallas de visualización de datos) suelen producirse reflejos cegadores. Los síntomas que se suelen experimentar en tales situaciones son una reducción de la capacidad para leer correctamente el texto de una pantalla, provocada por la aparición de imágenes de alta luminancia no deseadas en la propia pantalla, normalmente procedentes de luminarias instaladas en el techo. Puede crearse una situación en la que estos reflejos también aparezcan en papel sobre un escritorio o mesa de trabajo.
Si las luminarias de un ambiente interior tienen un fuerte componente de flujo luminoso descendente en vertical, cual- quier papel sobre una mesa situada debajo de una de estas luminarias reflejará la fuente de luz hacia los ojos de un observador que esté leyendo el papel o trabajando con él. Si el papel tiene un acabado satinado, la situación se agrava.
La solución del problema es disponer que la distribución del flujo luminoso de las luminarias utilizadas se realice predomi- nantemente en ángulo con respecto a la vertical descendente, de modo que, siguiendo las leyes fundamentales de la física (ángulo de incidencia = ángulo de reflexión), se minimice el brillo reflejado. En la Figura 46.26 se muestra un ejemplo típico del problema y de su solución. La distribución del flujo luminoso que realiza la luminaria utilizada para resolver el problema se conoce con el nombre de distribución de “ala de murciélago”.
La distribución de la luz de las luminarias también puede provocar un deslumbramiento directo y, en un intento por resolver este problema, es conveniente instalar unidades de iluminación local fuera del “ángulo prohibido” de 45 grados, como puede verse en la Figura 46.27.
En las áreas donde hay instaladas PVD (pantallas de visualización de datos) suelen producirse reflejos cegadores. Los síntomas que se suelen experimentar en tales situaciones son una reducción de la capacidad para leer correctamente el texto de una pantalla, provocada por la aparición de imágenes de alta luminancia no deseadas en la propia pantalla, normalmente procedentes de luminarias instaladas en el techo. Puede crearse una situación en la que estos reflejos también aparezcan en papel sobre un escritorio o mesa de trabajo.
Si las luminarias de un ambiente interior tienen un fuerte componente de flujo luminoso descendente en vertical, cual- quier papel sobre una mesa situada debajo de una de estas luminarias reflejará la fuente de luz hacia los ojos de un observador que esté leyendo el papel o trabajando con él. Si el papel tiene un acabado satinado, la situación se agrava.
La solución del problema es disponer que la distribución del flujo luminoso de las luminarias utilizadas se realice predomi- nantemente en ángulo con respecto a la vertical descendente, de modo que, siguiendo las leyes fundamentales de la física (ángulo de incidencia = ángulo de reflexión), se minimice el brillo reflejado. En la Figura 46.26 se muestra un ejemplo típico del problema y de su solución. La distribución del flujo luminoso que realiza la luminaria utilizada para resolver el problema se conoce con el nombre de distribución de “ala de murciélago”.
La distribución de la luz de las luminarias también puede provocar un deslumbramiento directo y, en un intento por resolver este problema, es conveniente instalar unidades de iluminación local fuera del “ángulo prohibido” de 45 grados, como puede verse en la Figura 46.27.
Resumen y conclusiones
Los efectos perjudiciales de la radiación ionizante sobre la salud humana  son  de  una  gran  diversidad,  y  abarcan  desde  lesiones con resultado fatal rápido a cánceres, defectos de nacimiento y trastornos  hereditarios  que  aparecen  meses,  años  o  decenios después.  La  naturaleza,  frecuencia  y  gravedad  de  los  efectos dependen de la radiación en cuestión, así como de la dosis y las condiciones  de  exposición.  La  mayoría  de  esos  efectos  exigen niveles  relativamente  altos  de  exposición  y  sólo  se  encuentran, por  lo  tanto,  en  víctimas  de  accidentes,  pacientes  sometidos  a radioterapia   u   otras   personas   que   recibieron   irradiaciones intensas.  En  cambio,  se  supone  que  los  efectos  genotóxicos  y cancerígenos de la radiación ionizante aumentan en frecuencia como funciones lineales, sin umbral, de la dosis; por consiguiente,
si bien no puede excluirse la existencia de umbrales para estos efectos, se supone que su frecuencia aumenta con cualquier nivel de exposición. Para la mayoría de los efectos de la radiación, la sensibilidad de las células expuestas varía según su tasa de prolife- ración y en relación inversa con su grado de diferenciación, por lo que el embrión y el niño en crecimiento son los más vulnerables.
 
  
 
si bien no puede excluirse la existencia de umbrales para estos efectos, se supone que su frecuencia aumenta con cualquier nivel de exposición. Para la mayoría de los efectos de la radiación, la sensibilidad de las células expuestas varía según su tasa de prolife- ración y en relación inversa con su grado de diferenciación, por lo que el embrión y el niño en crecimiento son los más vulnerables.
viernes, 19 de abril de 2013
jueves, 18 de abril de 2013
Efectos de la irradiación prenatal
La   radiosensibilidad   es   relativamente   alta   en   toda   la   vida prenatal,  pero  los  efectos  de  una  dosis  modo notable y dependen de la fase evolutiva del embrión o feto en el momento de la exposición (UNSCEAR 1986). Durante el período anterior a la implantación, el embrión es especialmente sensible  a  la  muerte  por  irradiación,  mientras  que  durante  las fases  críticas  de  la  organogénesis  es  sensible  a  la  inducción  de malformaciones y otras alteraciones del desarrollo (Tabla 48.7). Estos últimos efectos se demuestran de modo dramático por el aumento  proporcional  a  la  dosis  de  la  frecuencia  de  retraso mental grave (Figura 48.8) y el descenso proporcional a la dosisdeterminada  varían  de de las puntuaciones en la prueba del CI en supervivientes de la bomba  atómica  que  estuvieron  expuestos  entre  las  semanas octava y décimoquinta (y, en menor medida, entre las semanas décimosexta y vigésimoquinta) (UNSCEAR 1986 y 1993).
La sensibilidad a los efectos cancerígenos de la radiación también parece ser relativamente alta en todo el período prenatal, a juzgar por la asociación entre cáncer infantil (incluida la leucemia) y exposición prenatal a rayos X diagnós- ticos comunicada en estudios de casos y controles (NAS 1990). De los resultados de estos estudios se deduce que la irradiación prenatal puede originar un incremento del 4.000 % por Sv del riesgo de leucemia y otros cánceres infantiles (UNSCEAR 1986; NAS 1990), lo que es un aumento bastante mayor que el atribuible a la irradiación posnatal (UNSCEAR 1988; NAS 1990). Aunque, paradójicamente, no se registrase ningún exceso de cáncer infantil en supervivientes de la bomba atómica irradiados en el período prenatal (Yoshimoto y cols. 1990), como se ha mencionado antes, fueron demasiado pocos estos supervivientes para excluir un exceso de la magnitud en cuestión.
La sensibilidad a los efectos cancerígenos de la radiación también parece ser relativamente alta en todo el período prenatal, a juzgar por la asociación entre cáncer infantil (incluida la leucemia) y exposición prenatal a rayos X diagnós- ticos comunicada en estudios de casos y controles (NAS 1990). De los resultados de estos estudios se deduce que la irradiación prenatal puede originar un incremento del 4.000 % por Sv del riesgo de leucemia y otros cánceres infantiles (UNSCEAR 1986; NAS 1990), lo que es un aumento bastante mayor que el atribuible a la irradiación posnatal (UNSCEAR 1988; NAS 1990). Aunque, paradójicamente, no se registrase ningún exceso de cáncer infantil en supervivientes de la bomba atómica irradiados en el período prenatal (Yoshimoto y cols. 1990), como se ha mencionado antes, fueron demasiado pocos estos supervivientes para excluir un exceso de la magnitud en cuestión.
miércoles, 17 de abril de 2013
Efectos hereditarios (II)
Como se ha mencionado antes, los resultados de un estudio de casos y controles han sugerido la hipótesis de que el exceso de leucemia y del linfoma no Hodgkin en jóvenes residentes en la localidad  de  Seascale  fue  resultado  de  los  efectos  oncogénicos hereditables  causados  por  la  irradiación  profesional  de  sus padres   en   la   instalación   nuclear   de   Sellafield   (Gardner   y cols.  1990).  Sin  embargo,  contradicen  esta  hipótesis  los  argu- mentos siguientes:
1. La ausencia de cualquier exceso comparable en gran número de niños nacidos fuera de Seascale de padres que habían reci- bido dosis profesionales similares, o incluso mayores, en la misma central nuclear (Wakeford y cols. 1994a)
2. La falta de excesos similares en niños franceses (Hill y LaPlanche 1990), canadienses (McLaughlin y cols. 1993) o escoceses (Kinlen, Clarke y Balkwill 1993) nacidos de padres con exposiciones profesionales comparables
3. La falta de excesos en los hijos de supervivientes de la bomba atómica (Yoshimoto y cols. 1990)
4. La falta de excesos en condados de EE.UU. donde hay centrales nucleares instaladas (Jablon, Hrubec y Boice 1991)
5. El hecho de que la frecuencia de mutaciones inducidas por radiación que implica la interpretación sea mucho más elevada que las tasas observadas (Wakeford y cols. 1994b).
Por lo tanto, los datos de conjunto disponibles no respaldan la hipótesis de la irradiación de gónadas paternas (Doll, Evans y Darby 1994; Little, Charles y Wakeford 1995).
1. La ausencia de cualquier exceso comparable en gran número de niños nacidos fuera de Seascale de padres que habían reci- bido dosis profesionales similares, o incluso mayores, en la misma central nuclear (Wakeford y cols. 1994a)
2. La falta de excesos similares en niños franceses (Hill y LaPlanche 1990), canadienses (McLaughlin y cols. 1993) o escoceses (Kinlen, Clarke y Balkwill 1993) nacidos de padres con exposiciones profesionales comparables
3. La falta de excesos en los hijos de supervivientes de la bomba atómica (Yoshimoto y cols. 1990)
4. La falta de excesos en condados de EE.UU. donde hay centrales nucleares instaladas (Jablon, Hrubec y Boice 1991)
5. El hecho de que la frecuencia de mutaciones inducidas por radiación que implica la interpretación sea mucho más elevada que las tasas observadas (Wakeford y cols. 1994b).
Por lo tanto, los datos de conjunto disponibles no respaldan la hipótesis de la irradiación de gónadas paternas (Doll, Evans y Darby 1994; Little, Charles y Wakeford 1995).
martes, 16 de abril de 2013
Relación dosis-efecto. (IV)
Se ha observado que los elevados niveles de lluvia radiactiva procedente  de  una  prueba  de  armas  termonucleares  realizada en Bikini en 1954 produjeron un aumento de la frecuencia de cáncer de tiroides en los habitantes de las Islas Marshall propor- cional a la dosis que recibieron en la glándula tiroides cuando eran  niños  (Robbins  y  Adams  1989).  De  modo  similar,  se  ha informado de que entre los niños que vivían en zonas de Bielorrusia y Ucrania contaminadas por los radionucleidos liberados en el accidente de Chernóbil se ha manifestado un aumento de incidencia del cáncer de tiroides (Prisyazhuik, Pjatak y Buzanov
1991; Kasakov, Demidchik y Astakhova 1992), pero los hallazgos están  en  desacuerdo  con  los  del  Proyecto  Internacional  Cher- nóbil, que no encontró un exceso de nódulos tiroideos benignos o malignos en los niños que vivían en las zonas más contami- nadas en torno a Chernóbil (Mettler, Williamson y Royal 1992). Falta por determinar la base de la discrepancia, y si el exceso detectado  puede  ser  únicamente  resultado  del  aumento  de  la vigilancia.  A  este  respecto,  hay  que  resaltar  que  los  niños  del suroeste de Utah y Nevada que estuvieron expuestos a la lluvia radiactiva de las pruebas de armas nucleares en Nevada durante el decenio de 1950 han presentado aumento en la frecuencia de todo tipo de cáncer de tiroides (Kerber y cols. 1993), y la incidencia de la leucemia aguda parece haberse elevado en los niños que fallecieron entre 1952 y 1957, el período de máxima exposición a la lluvia radiactiva (Stevens y cols. 1990).
También  se  ha  sugerido  la  posibilidad  de  que  el  exceso  de leucemia  entre  los  niños  que  vivían  en  la  proximidad  de centrales  nucleares  del  Reino  Unido  pueda  haber  sido  provo- cado por la radiactividad liberada por las centrales. No obstante, se estima que el incremento de la dosis total de radiación reci- bida por esos niños ha sido inferior al 2 %, de donde se infiere que  hay  otras  explicaciones  más  probables  (Doll,  Evans  y Darby 1994). La existencia de excesos comparables de leucemia infantil en lugares del Reino Unido que carecen de instalaciones nucleares,  pero  que  por  lo  demás  se  parecen  a  los  emplazamientos nucleares en que también han experimentado grandes influjos  de  población  en  los  últimos  tiempos,  denota  una  etiología ineficaz de las agrupaciones de casos de leucemia observadas (Kinlen 1988; Doll, Evans y Darby 1994). También se ha sugerido  otra  hipótesis  (a  saber,  que  las  leucemias  en  cuestión pueden haber sido causadas por la irradiación profesional recibida por los padres de los niños afectados) basada en los resultados de un estudio de casos y controles (Gardner y cols. 1990), pero  esta  hipótesis  se  desecha  en  general  por  motivos  que  se explican en la sección siguiente.
lunes, 15 de abril de 2013
Fases de un PCA
La lista de control de la Figura 47.9 da detalles de cada fase. Diferentes  personas  pueden  ser  responsables  de  diferentes  fases,  y estas personas componen el equipo del PCA
domingo, 14 de abril de 2013
Beneficios de la conservación de la audición
La prevención de las pérdidas auditivas en el trabajo beneficia al trabajador  porque  preserva  las  capacidades  auditivas  que  son cruciales para disfrutar de una buena calidad de vida: comunica- ción interpersonal, disfrute de la música, detección de sonidos de alarma  y  muchas  más.  El  PCA  proporciona  un  beneficio  en términos de chequeo sanitario, ya que las pérdidas auditivas de carácter  no  laboral  y  las  enfermedades  auditivas  con  posible tratamiento suelen detectarse por medio de audiometrías anuales. La reducción de la exposición al ruido también reduce el estrés y la fatiga relacionados con el ruido.
El empresario se beneficia directamente de la implantación de un PCA eficaz que mantenga a sus trabajadores en buenas condiciones de audición, ya que éstos serán más productivos y versátiles si no se deterioran sus capacidades de comunicación. Los PCA eficaces pueden reducir los porcentajes de accidentes y promover la eficiencia en el trabajo.
El empresario se beneficia directamente de la implantación de un PCA eficaz que mantenga a sus trabajadores en buenas condiciones de audición, ya que éstos serán más productivos y versátiles si no se deterioran sus capacidades de comunicación. Los PCA eficaces pueden reducir los porcentajes de accidentes y promover la eficiencia en el trabajo.
sábado, 13 de abril de 2013
PROGRAMAS DE CONSERVACION • DE LA AUDICION
El  principal  objetivo  de  los  programas  de  conservación  de  la audición  en  el  trabajo  (PCA)  es  evitar  las  pérdidas  auditivas provocadas  por  la  exposición  peligrosa  al  ruido  en  el  lugar  de trabajo (Royster y Royster, 1989 y 1990). Sin embargo, la persona responsable  —a  quien  nos  referiremos  en  adelante  como  la “persona clave”— de asegurar la eficacia del PCA deberá utilizar su sentido común para modificar estas prácticas y adaptarlas a la situación local para conseguir el objetivo deseado: proteger a los trabajadores de los perjuicios derivados de la exposición al ruido en el trabajo. Un objetivo secundario de estos programas debe ser educar y motivar a las personas para que también ellas decidan protegerse de las exposiciones  peligrosas a ruidos no laborales y transmitir sus conocimientos sobre la conservación de la audición
a sus familiares y amigos.
La Figura 47.8 presenta las distribuciones de más de 10.000 muestras de exposición al ruido procedentes de cuatro fuentes de dos países, incluyendo diversos ambientes de trabajo industriales, mineros y militares. Las muestras son valores medios ponderados en períodos de 8 horas sobre la base de factores de acumulación de 3, 4 y 5 dB. Estos datos indican que aproxima- damente el 90 % de las exposiciones diarias de ruido equivalente son de 95 dBA o menos, y sólo el 10 % superan los 95 dBA.
La importancia de los datos de la Figura 47.8, suponiendo que sean aplicables a la mayoría de los países y poblaciones, radica simplemente en que una gran mayoría de los empleados expuestos al ruido sólo tienen que conseguir protegerse de 10 dBA de ruido para eliminar el peligro. En el caso de que se lleven protectores auditivos (PA), los responsables de la salud de los trabajadores deberán tomarse el tiempo necesario para equipar a cada persona con un protector que sea cómodo y práctico para su ambiente, que tenga en cuenta sus necesidades auditivas (capacidad para oír señales de aviso, conversaciones, etc.), y que sean herméticos al ruido cuando se lleven día tras día en entornos reales.
Este artículo presenta en forma condensada una serie de prác- ticas adecuadas de conservación de la audición, resumidas en la lista de control que contiene la Figura 47.9.
* Los autores agradecen al Departamento de Trabajo de Carolina del Norte su permiso para reutilizar materiales elaborados durante la redacción de una guía industrial NCDOL sobre conservación de la audición.
a sus familiares y amigos.
La Figura 47.8 presenta las distribuciones de más de 10.000 muestras de exposición al ruido procedentes de cuatro fuentes de dos países, incluyendo diversos ambientes de trabajo industriales, mineros y militares. Las muestras son valores medios ponderados en períodos de 8 horas sobre la base de factores de acumulación de 3, 4 y 5 dB. Estos datos indican que aproxima- damente el 90 % de las exposiciones diarias de ruido equivalente son de 95 dBA o menos, y sólo el 10 % superan los 95 dBA.
La importancia de los datos de la Figura 47.8, suponiendo que sean aplicables a la mayoría de los países y poblaciones, radica simplemente en que una gran mayoría de los empleados expuestos al ruido sólo tienen que conseguir protegerse de 10 dBA de ruido para eliminar el peligro. En el caso de que se lleven protectores auditivos (PA), los responsables de la salud de los trabajadores deberán tomarse el tiempo necesario para equipar a cada persona con un protector que sea cómodo y práctico para su ambiente, que tenga en cuenta sus necesidades auditivas (capacidad para oír señales de aviso, conversaciones, etc.), y que sean herméticos al ruido cuando se lleven día tras día en entornos reales.
Este artículo presenta en forma condensada una serie de prác- ticas adecuadas de conservación de la audición, resumidas en la lista de control que contiene la Figura 47.9.
* Los autores agradecen al Departamento de Trabajo de Carolina del Norte su permiso para reutilizar materiales elaborados durante la redacción de una guía industrial NCDOL sobre conservación de la audición.
viernes, 12 de abril de 2013
Protección del material absorbente (II)
La  última  opción  para  reducir  la  exposición  de  los  trabaja- dores  al  ruido  consiste  en  tratar  el  espacio  o  área  en  el  que trabaje el empleado. Esta opción es la más práctica para aque- llas actividades laborales, como la inspección de productos o los puestos  de  vigilancia  de  equipos,  en  las  que  limitan  los  movi- mientos del empleado estás limitados a una zona relativamente pequeña. En tales casos, se puede instalar una garita o cabina insonorizada para aislar al empleado y protegerle de los niveles de ruido excesivos. La exposición diaria al ruido se reducirá en tanto en cuanto se pase una parte importante del turno laboral dentro de la cabina. Para construir una cabina de este tipo, es conveniente  consultar  las  directrices  anteriormente  descritas referentes al diseño de cerramientos.
Como conclusión, la implantación de un programa eficaz de
“adquisición de productos sin ruido” debe ser el paso inicial de un proceso total de control del ruido. Este enfoque está concebido para evitar la compra o instalación de equipos que puedan presentar problemas de ruido. Sin embargo, en los casos en los que ya existen niveles de ruido excesivos, será necesario evaluar la opción más práctica de control técnico para cada fuente de ruido. Al determinar la prioridad relativa y la urgencia de la implantación de medidas de control del ruido, será preciso considerar la exposición de los trabajadores, la ocupación del espacio y los niveles de ruido de toda la zona. Obviamente, un aspecto importante del resultado deseado es que se consiga reducir al máximo la exposición del trabajador al ruido para la inversión económica realizada y que al mismo tiempo se ofrezca al trabajador el máximo grado de protección.
Como conclusión, la implantación de un programa eficaz de
“adquisición de productos sin ruido” debe ser el paso inicial de un proceso total de control del ruido. Este enfoque está concebido para evitar la compra o instalación de equipos que puedan presentar problemas de ruido. Sin embargo, en los casos en los que ya existen niveles de ruido excesivos, será necesario evaluar la opción más práctica de control técnico para cada fuente de ruido. Al determinar la prioridad relativa y la urgencia de la implantación de medidas de control del ruido, será preciso considerar la exposición de los trabajadores, la ocupación del espacio y los niveles de ruido de toda la zona. Obviamente, un aspecto importante del resultado deseado es que se consiga reducir al máximo la exposición del trabajador al ruido para la inversión económica realizada y que al mismo tiempo se ofrezca al trabajador el máximo grado de protección.
jueves, 11 de abril de 2013
Protección del material absorbente (I)
Para evitar la contaminación del material  absorbente,  deberá  aplicarse  una  barrera  antisalpica- duras sobre el forro insonorizante, que deberá estar hecho de un material muy ligero, como una película de una milipulgada. La capa  absorbente  deberá  fijarse  con  metal  expandido,  chapa metálica perforada o tela metálica. El material de recubrimiento deberá tener al menos un 25 % de superficie abierta.
Un tratamiento alternativo de las vías de transmisión del sonido consiste en utilizar una barrera acústica que bloquee o proteja al receptor (el trabajador expuesto al ruido peligroso) de la vía sonora directa. Una barrera acústica es un material con alta pérdida por transmisión, como un muro o tabique macizo, interpuesta entre la fuente de ruido y el receptor. Al bloquear la vía directa de la línea de visión de la fuente, la barrera hace que las ondas acústicas alcancen al receptor tras reflejarse en varias superficies de la sala y por difracción en los bordes de la barrera. De este modo, se reduce el nivel de ruido total en el lugar ocupado por el receptor.
La eficacia de una barrera depende de su ubicación con respecto a la fuente de ruido o a los receptores y de sus dimen- siones totales. Para reducir el ruido al mínimo posible, es preciso situar la barrera lo más cerca posible de la fuente o del receptor.
Además, debe ser lo más alta y ancha posible. Para bloquear eficazmente la vía de transmisión del sonido, es conveniente utilizar un material de alta densidad, del orden de 4 a 6 lb/ft3. Por último, la barrera no debe tener aberturas ni resquicios que puedan reducir su eficacia de manera significativa. Si es nece- sario incluir una ventanilla para obtener acceso visual al equipo, es importante que su coeficiente de transmisión del sonido sea al menos equivalente a la del material de la propia barrera.
Un tratamiento alternativo de las vías de transmisión del sonido consiste en utilizar una barrera acústica que bloquee o proteja al receptor (el trabajador expuesto al ruido peligroso) de la vía sonora directa. Una barrera acústica es un material con alta pérdida por transmisión, como un muro o tabique macizo, interpuesta entre la fuente de ruido y el receptor. Al bloquear la vía directa de la línea de visión de la fuente, la barrera hace que las ondas acústicas alcancen al receptor tras reflejarse en varias superficies de la sala y por difracción en los bordes de la barrera. De este modo, se reduce el nivel de ruido total en el lugar ocupado por el receptor.
La eficacia de una barrera depende de su ubicación con respecto a la fuente de ruido o a los receptores y de sus dimen- siones totales. Para reducir el ruido al mínimo posible, es preciso situar la barrera lo más cerca posible de la fuente o del receptor.
Además, debe ser lo más alta y ancha posible. Para bloquear eficazmente la vía de transmisión del sonido, es conveniente utilizar un material de alta densidad, del orden de 4 a 6 lb/ft3. Por último, la barrera no debe tener aberturas ni resquicios que puedan reducir su eficacia de manera significativa. Si es nece- sario incluir una ventanilla para obtener acceso visual al equipo, es importante que su coeficiente de transmisión del sonido sea al menos equivalente a la del material de la propia barrera.
miércoles, 10 de abril de 2013
Obstrucción
Si se instala una lámpara en una caja opaca, con una sola aber- tura para que salga la luz, la distribución de la luz será muy limi- tada, como puede verse en la Figura 46.22.
martes, 9 de abril de 2013
Control óptico de la iluminación
Si se utiliza una lámpara desnuda en una luminaria, es impro- bable que la distribución de la luz sea aceptable y, casi con toda seguridad,  el  sistema  no  será  práctico  desde  el  punto  de  vista económico.  En  estas  situaciones,  es  probable  que  la  lámpara desnuda se convierta en una fuente de deslumbramiento para los ocupantes de la habitación y, aunque eventualmente pueda llegar algo de luz al plano de trabajo, es probable que la eficacia de la instalación se vea seriamente reducida a consecuencia del brillo. Será evidente la necesidad de alguna forma de control de luz, detallándose a continuación los métodos más empleados.
lunes, 8 de abril de 2013
Iluminación para tareas visuales (V)
En el contraste de una tarea visual influyen las propiedades de reflectancia de la propia tarea (véase la Figura 46.21).
domingo, 7 de abril de 2013
Iluminación para tareas visuales (IV)
En  la  Figura  46.21  se  ilustra  una  oficina  típica  con  valores relativos de iluminancia (de un sistema de iluminación general de techo) sobre las superficies principales de la habitación, junto con  recomendaciones  de  reflectancia.  El  ojo  humano  tiende  a ser atraído a la parte más brillante de la escena visual. De ello se	deduce  que  habitualmente  se  producen  valores  superiores  de luminancia en las áreas de realización de tareas visuales. El ojo humano reconoce los detalles de una tarea visual distinguiendo entre las partes más claras y más oscuras de la misma. La variación en el brillo de una tarea visual se determina calculando el contraste de luminancias:
donde
Lt = luminancia de la tarea;
Lb = luminancia del fondo;
y ambas luminancias se miden en cd•m–2.
Las líneas verticales de esta ecuación significan que todos los valores de contraste de luminancias han de considerarse positivos.
donde
Lt = luminancia de la tarea;
Lb = luminancia del fondo;
y ambas luminancias se miden en cd•m–2.
Las líneas verticales de esta ecuación significan que todos los valores de contraste de luminancias han de considerarse positivos.
sábado, 6 de abril de 2013
Iluminación para tareas visuales (III)
El método luménico de diseño de la iluminación da lugar a una  iluminancia  media  en  el  plano  horizontal  de  trabajo  y  es posible utilizar un método de establecer valores de iluminancia media en los techos y paredes de un interior, que pueden convertirse en valores de luminancia media a partir de los detalles del valor de reflectancia media de las superficies de la habitación.
La ecuación que relaciona la luminancia y la iluminancia es la siguiente: 
La ecuación que relaciona la luminancia y la iluminancia es la siguiente:
 
viernes, 5 de abril de 2013
La carga química
La contaminación que emana de un material determinado puede expresarse como la tasa de emisión de cada sustancia química. La carga total de contaminación química se calcula sumando todas las fuentes y se expresa en microgramos por segundo (g/s).
En realidad, es difícil calcular la carga de contaminación porque es común disponer de pocos datos sobre las tasas de emisión de muchos materiales habitualmente utilizados.
En realidad, es difícil calcular la carga de contaminación porque es común disponer de pocos datos sobre las tasas de emisión de muchos materiales habitualmente utilizados.
jueves, 4 de abril de 2013
Fuentes de contaminación
Como ya se ha dicho, uno de los puntos débiles de las normas de ventilación actuales es que sólo tienen en cuenta a los ocupantes como  fuentes  de  contaminación,  mientras  que  está  reconocido que las futuras normas deberán tener en cuenta todas las fuentes de contaminación posibles. Aparte de los ocupantes y sus activi- dades, incluida la posibilidad de que fumen, existen otras fuentes que contribuyen significativamente a la contaminación del aire, como el mobiliario, las tapicerías y alfombras, los materiales de construcción,   los   productos   utilizados   en   decoración,   los productos de limpieza y el propio sistema de ventilación.
Lo que determina la carga de contaminación del aire en un espacio determinado es la combinación de todas estas fuentes de contaminación. Tal carga puede expresarse como contamina- ción química o como contaminación sensorial en unidades olf.
En este último tipo se incluye el efecto de varias sustancias químicas tal como las perciben los seres humanos.
Lo que determina la carga de contaminación del aire en un espacio determinado es la combinación de todas estas fuentes de contaminación. Tal carga puede expresarse como contamina- ción química o como contaminación sensorial en unidades olf.
En este último tipo se incluye el efecto de varias sustancias químicas tal como las perciben los seres humanos.
miércoles, 3 de abril de 2013
La unidad decipol (II)
Para determinar la velocidad de ventilación necesaria desde el punto de vista del confort, es esencial elegir la calidad del aire que se desea tener en el recinto. En la Tabla 45.7 se proponen tres categorías o niveles de calidad, que se obtienen a partir de las Figuras 45.6 y 45.7. Cada nivel se corresponde con un determinado porcentaje de personas insatisfechas. La elección de uno
u otro nivel dependerá, sobre todo, de la utilización del espacio y de cuestiones económicas.
Como ya se ha indicado, los datos son resultado de experimentos realizados con jurados, pero es importante tener en cuenta que algunas de las sustancias presentes en el aire que pueden ser peligrosas (compuestos cancerígenos, microorga- nismos y sustancias radiactivas, por ejemplo) no son reconocidas por los sentidos, y que los efectos sensoriales de otros contami- nantes no guardan relación cuantitativa con su toxicidad.
u otro nivel dependerá, sobre todo, de la utilización del espacio y de cuestiones económicas.
Como ya se ha indicado, los datos son resultado de experimentos realizados con jurados, pero es importante tener en cuenta que algunas de las sustancias presentes en el aire que pueden ser peligrosas (compuestos cancerígenos, microorga- nismos y sustancias radiactivas, por ejemplo) no son reconocidas por los sentidos, y que los efectos sensoriales de otros contami- nantes no guardan relación cuantitativa con su toxicidad.
martes, 2 de abril de 2013
La unidad decipol (I)
La  concentración  de  contaminación  en  el  aire  depende  de  la fuente de contaminación y de su dilución a consecuencia de la ventilación. La contaminación percibida en el aire se define como la concentración de efluvios biológicos humanos que provocarían la misma incomodidad o insatisfacción que la concentración de aire  contaminado  que  se  está  evaluando.  Un  decipol  (del  latín pollutio) es la contaminación provocada por una persona normal
(1 olf) cuando la velocidad de ventilación es de 10 litros de aire no contaminado por segundo, de modo que podemos decir que:
1 decipol = 0,1 olf/(litro/segundo)
En la Figura 45.7, obtenida a partir de los mismos datos que la figura anterior, se presenta la relación entre la calidad perci- bida del aire expresada en porcentaje de individuos insatisfechos
y en decipoles.
(1 olf) cuando la velocidad de ventilación es de 10 litros de aire no contaminado por segundo, de modo que podemos decir que:
1 decipol = 0,1 olf/(litro/segundo)
En la Figura 45.7, obtenida a partir de los mismos datos que la figura anterior, se presenta la relación entre la calidad perci- bida del aire expresada en porcentaje de individuos insatisfechos
y en decipoles.
lunes, 1 de abril de 2013
La unidad olf (II)
En la Figura 45.6 se representa una curva que define un olf. La curva muestra cómo se percibe la contaminación producida por una persona normal (1 olf) a diferentes velocidades de venti- lación, y permite calcular el porcentaje de individuos insatisfe- chos —en otras palabras, los que percibirán que la calidad del aire es inaceptable nada más entrar en la habitación—. La curva se basa en diferentes estudios europeos en los que 168 personas juzgaron la calidad del aire contaminado por más de un millar de   personas,   tanto   hombres   como   mujeres,   consideradas normales.  Estudios  parecidos  realizados  en  Norteamérica  y Japón  presentan  un  alto  grado  de  correlación  con  los  datos europeos. 
 
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)

 












