Si la calefacción se suministra por medio de quemadores sin chimeneas de escape, será preciso prestar especial atención a la inhalación de los productos de la combustión. Por lo común, cuando los materiales combustibles son petróleo, gas o carbón de calefacción, producen dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y otros productos de combustión. Existen límites a la exposición del ser humano a estos compuestos que es preciso controlar, en particular en espacios cerrados donde puede aumentar rápidamente la concentración de esos gases cuando disminuye la eficacia de la reacción de combustión. Planificar un sistema de calefacción supone siempre conseguir el equilibrio entre varias cuestiones, como un bajo coste inicial, la flexibilidad del servicio, la eficacia energética y la aplicabi- lidad. Por consiguiente, el consumo de electricidad durante las horas en que sea más económico, por ejemplo, podría rentabi- lizar el uso de calefactores eléctricos. Otra opción sería utilizar sistemas químicos de almacenamiento de calor que puedan utili- zarse después durante las horas punta de demanda (utilizando sulfato sódico, por ejemplo). Asimismo es posible estudiar la instalación conjunta de varios sistemas diferentes que funcionen de modo que se optimicen los costes.
La instalación de calefactores capaces de utilizar gas o petróleo de calefacción es especialmente interesante. El uso directo de electricidad implica un consumo de energía de primera clase que puede resultar cara en muchos casos, pero que puede aportar la flexibilidad necesaria en ciertas circunstancias. Las bombas de calor y otros sistemas de cogeneración que apro- vechan el calor residual, pueden aportar soluciones muy venta- josas desde el punto de vista financiero. El problema de estos sistemas es su alto coste inicial.
Hoy en día la tendencia en el ámbito de los sistemas de cale- facción y aire acondicionado es conseguir un funcionamiento óptimo ahorrando energía. Por consiguiente, los nuevos sistemas tienen sensores y controles distribuidos por los espacios que se van a calentar, con lo que se suministra calor sólo durante los tiempos necesarios para lograr confort térmico. Tales sistemas pueden ahorrar hasta un 30 % de los costes energéticos de la calefacción. En la Figura 45.12 se ilustran algunos sistemas de calefacción, con sus ventajas y sus inconvenientes.
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