La incidencia de mareo en un determinado entorno de movimiento depende de varios factores, en particular
• las características físicas del movimiento (su intensidad, frecuencia y dirección de actuación)
• la duración de la exposición;
• la susceptibilidad intrínseca del individuo;
• la tarea que se realiza,
• otros factores ambientales (p. ej., el olor).
No es de extrañar, por lo tanto, que la incidencia de mareo varíe ampliamente entre los diferentes entornos de movimiento. Por ejemplo: casi todos los ocupantes de lanchas salvavidas en mar agitado vomitan; el 60 % de los alumnos que se preparan para tripular aviones sufren mareo en algún momento durante su entrenamiento, mareo que en el 15 % de los casos es lo bastante intenso para perturbar su proceso de formación; en contraste, menos del 0,5 % de los pasajeros de aviones de trans- porte civiles resultan afectados, aunque la incidencia es mayor al volar a baja altitud y con turbulencia en aviones pequeños de itinerario pendular.
Estudios de laboratorio y de campo han evidenciado que en el caso del movimiento oscilatorio lineal vertical (o elevación vertical rápida), la oscilación a una frecuencia de aproximada- mente 0,2 Hz es la más provocadora de mareo (véase la Figura 50.6). Con una intensidad de oscilación (aceleración pico) dada, la incidencia de mareo disminuye con gran rapidez al aumentar la frecuencia por encima de 0,2 Hz; el potencial provocador de mareo del movimiento a 1 Hz es menos de la décima parte que a 0,2 Hz. Lo mismo sucede con el movimiento
a frecuencias inferiores a 0,2 Hz, aunque la relación entre incidencia y frecuencia no está bien definida debido a la falta de datos experimentales; desde luego, un entorno estable de 1-G y frecuencia cero no provoca mareo.
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